Había ocasiones en el que el instinto de héroe de Izuku respondía incluso antes de que él mismo se diera cuenta, a pesar de que ya no poseía un quirk. Por eso, justo en el momento en el que escuchó el llanto de un niño sus pies se movieron sin pensarlo hasta que pudo encontrarlo. Se trataba de un niño entre seis y siete años, que al parecer se había caído y se encontraba sobre sus rodillas, con sus pequeñas manos frotando sus ojos en un intento de retener sus lágrimas.
Después de comprobar que no había nadie más en el parque que pudiera auxiliar al pequeño, decidió acercarse con cautela para no asustarlo. Cuando el niño notó la presencia del peliverde se le quedó viendo con sus ojos llorosos e hipando constantemente. Izuku le sonrió con ternura en un intento de transmitirle confianza, mientras se colocaba de cuclillas para poder quedar a su altura.
— Hola pequeño, ¿cómo te llamas?
— Hiroshi.
— Hiroshi, es un bonito nombre. — Izuku le sonrió un poco más.
De repente el niño pareció mortificado, como si hubiera hecho algo malo. — Mami me ha dicho que no hable con extraños. — Mencionó indeciso sin saber si debía alejarse o quedarse.
Izuku rio con suavidad mientras asentía lentamente. — Tu mami es muy inteligente y tiene toda la razón, así que me presentaré. — Continuó el pecoso al señalarse así mismo. — Mi nombre es Izuku y vivo aquí cerca, en un departamento en los edificios de allá. — Respondió con calma al señalar con su dedo el conjunto de edificios departamentales que se observaban perfectamente desde donde se encontraban.
El pequeño lo meditó un poco mientras observaba en la dirección que Izuku le había dado, sonriendo un poco y ya más tranquilo. — Hola, Izuku.
Izuku le acarició con suavidad el cabello al pequeño en un gesto cariñoso. — Hola, Hiroshi… ¿y dónde está tu mami?
— No lo sé. Estaba jugando a las escondidas y ya no la vi. — Hiroshi amenazó con volver a llorar al sentirse solo, pero Izuku acarició su nariz, intentando llamar su atención.
— Oh, no te preocupes, si quieres me puedo quedar contigo hasta que tu mami regrese. — Izuku sonrió tendiéndole la mano al pequeño. — ¿Qué tal si la esperamos sentados en esa banca? — Sugirió el peliverde al señalar la banca más cercana. — Además, ese raspón parece doler mucho, te lo puedo curar.
— Bueno…
El pequeño aceptó la mano de Izuku y ambos se dirigieron a la banca con cuidado de que el niño no se lastimara más. Al llegar, Izuku ayudó al pequeño sentarse y después se arrodilló enfrente de él para poder limpiar con cuidado su rodilla. Al terminar le colocó una bandita con el escudo de All Might de adorno.
— ¡Listo! Fuiste muy valiente Hiroshi así que te ganaste un premio. — Del interior de su mochila, el peliverde sacó una paleta de dulce que después le obsequió al niño. Esa era una de las ventajas de tener alumnos que siempre le regalaban cosas. Luego se sentó a su lado.
— ¿Siempre llevas dulces contigo?
— Sí, algo así. — Izuku rio con suavidad ante la pregunta del niño.
Después dejó que el niño, ya más tranquilo y animado, le platicara sus historias y gustos. Izuku le miró maravillado, de alguna manera siempre le cautivaba la inocencia de los niños, tan contagiosa y transparente que siempre le nacía el querer proteger. Bueno, al menos hasta que se juntaban varios y comenzaban a planear fechorías que después tenía que vigilar de lejos para que no se salieran de control. Cuando eso pasaba, siempre llegaba agotado a casa.
***
Después de algunos minutos en los que Hiroshi le explicó con lujo de detalle de qué trataba la serie de televisión que más le gustaba, la mamá del pequeño llegó, pero no lo hizo sola, sino que lo hizo con alguien muy especial y conocido para Izuku.
— ¡Dynamight y mamá! — Mencionó animado el pequeño con una enorme sonrisa.
— ¡Hiroshi! — Exclamó al mismo tiempo la mamá mientras corría hacia el encuentro de su hijo para finalmente abrazarlo ante la mirada sorprendida de los dos adultos restantes.
— ¿Kacchan? — Preguntó el peliverde confundido.
— Soy el gran dios de las explosiones Dynamight, Deku. — Izuku se sonrojó con ligereza por la corrección y más al notar la sonrisa arrogante de su novio.
— ¿Entonces tu eres el héroe Deku?
Las mejillas de Izuku se sonrojaron un poco más ante el reconocimiento y emoción que mostraba el niño en su mirada. Sonrió con un poco de nostalgia, había llegado a pensar que como se había retirado ya nadie podría recordarle.
— Hmmm… ¿Sí? Algo así — Mencionó un tanto cohibido ante la mirada inquisidora de su pareja. — Encontré a Hiroshi llorando y me ofrecí a quedarme con él hasta que su mamá regresara. — Respondió ante la muda pregunta del rubio mientras se alborotaba el cabello de nuca con nerviosismo.
— ¡Dynamight y Deku son los mejores! ¿Puedo tomarme una foto con ustedes? — El dolor de la rodilla del niño parecía haber quedado en segundo plano mientras este brincaba de emoción alternando su mirada entre Izuku y Katsuki.
— ¡Hiroshi ya no molestes a los héroes! — Exclamó de inmediato la madre del pequeño, mortificada de que su hijo estuviera pasándose de imprudente.