— K-Kacchan…
Izuku se estremeció con ligereza al sentir el filo de los dientes de su pareja rozar con insistencia la piel de su cuello.
— ¿Hmmm?
El rubio definitivamente se encontraba bastante entretenido haciendo un recorrido de besos y mordidas por diferentes zonas del cuello del peliverde y no tenía muchos ánimos de querer detenerse muy pronto.
Aquel día en particular habían decidido preparar la comida entre ambos. Bueno, en realidad Katsuki intentaba enseñarle a cocinar algo decente al peliverde, pero eso había pasado a segundo plano cuando el pecoso había tropezado y Katsuki había tenido que sostenerlo para evitar un accidente. Después, una cosa llevó a la otra y cuando menos lo habían pensado, ambos se encontraban besándose desesperados mientras el rubio mantenía acorralado al peliverde contra la encimera.
De alguna manera, que ninguno podía ni quería explicar, tanto sus pantalones y playeras habían sido removidos y tirados sin ningún cuidado sobre el suelo. Sólo habían mantenido la ropa interior como si en algún punto se hubieran puesto de acuerdo, aunque no supieran cómo.
Desde el primer beso que habían compartido en la cocina, Katsuki sabía que se encontraba perdido porque se había convertido en un completo adicto a esos labios y se negaba a curarse. Tampoco le era posible mantener las manos quietas, deseando conocer cada rincón del cuerpo de su pareja. Por ello, en esos momentos, mientras volvía a devorar la boca del pecoso con creciente apetito, sus manos se dedicaban a amasar los bien redondeados glúteos de su novio, manteniéndolo de esa manera tan pegado a su cuerpo como era humanamente posible. ¿Era su imaginación o cada vez hacía más calor?
— ¡K-Kacchan!
Un gruñido se escapó de los labios del rubio cuando éste sintió los tirones de las manos de su novio ejerciendo presión en su cabello para poder llamar su atención.
“¡Maldita sea!”
Katsuki maldijo mentalmente al ver desastre en el que estaba convertido su pareja: cabello revuelto, rostro sonrojado, respiración agitada, mirada vidriosa, labios hinchados y enrojecidos a causa de los besos compartidos. Izuku definitivamente se convertiría en su mayor perdición. Estaba tan jodido que, si Izuku le chasqueaba los dedos, lo tendría besando sus pies. No sabía cómo era que aún mantenía un poco de autocontrol. Katsuki recargó su frente sobre la de su novio, sintiendo como su ropa interior se sentía cada vez más ajustada y la respiración por completo agitada. Cuando observó al pecoso, lo hizo con deseo, con el color rojo de sus ojos oscurecidos.
— ¿Qué?
La pregunta del rubio había salido más cortante de lo que inicialmente se había propuesto, pero no podía ignorar el deseo que sentía en cada poro de su cuerpo, anhelando la cercanía de su novio. Era la primera vez que llegaban tan lejos como para darse la oportunidad de explorar sus cuerpos y su cerebro había dejado de funcionar hacía mucho tiempo.
— L-La comida…
Los ojos de Katsuki se desviaron con cierta irritación hacía la olla en donde se estaba cocinando su comida, se miraba bien en esos momentos, o al menos eso esperaba. Lo cierto era que había olvidado el tiempo de cocción y cuánto llevaba cocinándose. Algo que definitivamente no le diría al peliverde.
— Todavía le falta. — Murmuró ronco el rubio para poder continuar con su tarea. ¡Al diablo con la comida! El deseaba seguir comiendo otra cosa, o, mejor dicho, él lo que deseaba era comerse entero a su novio.
— ¡Mghm! ~
Katsuki se estremeció al escuchar el gemido entrecortado que había hecho Izuku cuando mordió el lóbulo de su oreja. Aquello había sido como si un interruptor se encendiera en su interior deseando querer escuchar más de esos sonidos. Sin la capacidad de pensar mucho en sus acciones, Katsuki metió sus manos dentro de la ropa interior de su chico para tener un contacto más directo con la pecosa piel. Aprovechando que Izuku había abierto la boca al jadear sorprendido, le volvió a besar, profundizando el contacto al usar su lengua para explorar la cavidad bucal del peliverde, convirtiendo aquel beso en uno más caliente, húmedo y apasionado.
Izuku perdió el control de sus pensamientos mientras intentaba seguir el ritmo del beso de su novio, sus piernas comenzaron a temblar así que por instinto rodeó el cuello del rubio con sus brazos para poder tener un punto de apoyo. Katsuki, al notar aquello, aferró la cintura del chico para alzarlo sin problema, sentándolo sobre la encimera. Después le abrió un poco más las piernas para colarse entre ellas. Simplemente se estaba guiando por sus instintos, si su pareja no le marcaba un alto dudaba el poder detenerse más adelante. Besándolo de nuevo con desesperación, Katsuki se inclinó sobre el cuerpo del peliverde ejerciendo la presión suficiente como para poder semi recostarse sobre el pecho de su novio. Izuku, guiado también por sus instintos, rodeó con sus piernas las caderas del rubio para impedir que su pareja se alejara.
— Izuku… — Katsuki susurró sobre los labios ajenos, mordiéndolos después mientras sus manos se aferraban apenas sobre la superficie de la encimera. Sus ojos fijos en el rostro de su novio con devoción.
Cuando Izuku le devolvió la mirada, Katsuki supo que estaba por completo jodido. Llevó su diestra a la mejilla del chico y se inclinó una vez más sobre él para poder besarle, esta vez con más calma. Y lo habría hecho una y mil veces más, de no ser porque en ese preciso momento un humo negro y espeso los envolvió y se propagó por toda la cocina, provocando que se separaran tosiendo sin control.