Los ojos de Izuku se abrieron lentamente en medio de la oscuridad. Parpadeó con ligereza, confundido por no reconocer la habitación en la que se encontraba, pero al sentir el brazo de su pareja rodear su cintura, no pudo evitar sonreír con tranquilidad. La respiración acompasada contra su nuca y la calidez que desprendía el cuerpo de su novio, le hacían sentirse como en casa pues no era el edificio en sí, sino la persona quien le proporcionaba esa sensación. Dormir juntos era una de las actividades a la que más se había acostumbrado y la que más le gustaba. La tranquilidad que le transmitía Katsuki no podía encontrarla en ningún otro lugar.
Cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad, sonrió al recordar en dónde se encontraban: el onsen de Funaoka. Hace tres días Katsuki lo había sorprendido con la noticia que una vez que Izuku saliera de vacaciones, se tomaría una semana libre para que pudieran pasar unos días en el onsen de Funaoka, los dos solos. Había alegado que era algo que quería hacer desde hacía mucho tiempo, pero siempre había existido algo que arruinaba sus planes. Además, Kacchan le explicó que viajar a ese lugar era una especie de compensación por la broma que le había hecho respecto a tener hijos. Izuku creía que Katsuki había preparado todo ese viaje con muchos días de anticipación. Izuku sólo había fingido que le creía a su pareja.
El onsen en sí era un lugar tan mágico que tenía hechizado a Izuku desde el primer instante en el que llegaron. Parecía como un espacio atrapado en el tiempo, como si hubieran viajado muchos años atrás en el pasado. El sonido de las cigarras a lo lejos y las pequeñas luces provenientes de las luciérnagas, lo invitaban a olvidar todo el estrés que había acumulado en la ciudad por culpa de sus exámenes. Pensar que estarían ahí tres días completos tenía bastante entusiasmado a Izuku, tanto, que parecía un niño abriendo los regalos a primera hora de la mañana de Navidad.
Con mucho cuidado, Izuku tomó el brazo de Katsuki que reposaba sobre su cintura e intentando no hacer mucho movimiento, salió del futón que estaban compartiendo. Antes de levantarse, Izuku se quedó viendo el semblante tan tranquilo de su pareja y no pudo evitar sonreír. A Izuku le gustaba ver dormir al rubio ya que era uno de los pocos momentos en donde su rostro se mostraba tan relajado que a veces le parecía imposible que fuera la misma persona tan obstinada y orgullosa que se mostraba durante el día.
Con una pequeña sonrisa, Izuku se inclinó un poco sobre el cuerpo de su novio, pero sin apoyarse sobre él para evitar despertarle. Llevando su mano al rostro del rubio, con suavidad despejó la frente de su propio cabello para poder depositar un beso en aquella zona. Desde esa distancia, el peliverde podía apreciar las dos tenues marcas oscuras tan notorias sobre los pómulos de su novio. Izuku ya le había llamado la atención respecto a que últimamente trabajaba mucho y casi no tenía días de descanso, Katsuki le había dicho que no se preocupara, que estaba bien, pero Izuku sabía que no era verdad porque a veces lo notaba tan cansado como para dormitar mientras comían. También intuía que esas minivacaciones servirían para calmarle un poco respecto a ese tema.
Sin querer despertar a su pareja, Izuku terminó de levantarse para poder salir hacia el acceso del jardín que estaba compartido en su habitación. Afuera, el clima era cálido pero lo que más le gustaba era la claridad con la que podían apreciarse las estrellas, algo que resultaba cada vez más difícil de observar en la ciudad. La luna se reflejaba en el pequeño estanque que estaba al centro del jardín. Izuku se sentó sobre el suelo de madera de la habitación, con los pies apoyados sobre el pasto, dejándose envolver por la calma de la noche. Definitivamente Kacchan había escogido un excelente lugar para vacacionar. Dejándose guiar por la tranquilidad del lugar, el peliverde cerró los ojos y comenzó a tararear una melodía que ya tenía algo de tiempo en su cabeza, aquella misma que habían tocado durante el festival cultural cuando aún eran estudiantes en la UA.
El peliverde estaba tan enfrascado en su pequeño mundo de relajación que no se había percatado de cuánto tiempo había pasado, ni que el rubio había despertado, hasta que lo sintió sentarse atrás de él y lo abrazó por la cintura. Se sonrojó con ligereza al sentir el mentón de su novio sobre su hombro, apegándose por completo a su cuerpo.
— ¿Qué se supone que haces, nerd? ¿No sabes que es de muy mala educación dejar a tu sexy novio durmiendo solo en el futón?
Izuku rio suavecito al recargar por completo su espalda contra el pecho del rubio. — No quería despertarte, parecías tener un sueño muy agradable. — Respondió al acariciar las manos del rubio que estaban sobre su vientre.
— ¿Tuviste alguna pesadilla o por qué despertaste? — Preguntó con suavidad el rubio al besar la mejilla pecosa de su novio dejándose contagiar por la tranquilidad que irradiaba.
— No, solamente se me fue el sueño. — Izuku inclinó su rostro en busca de los labios del rubio y cuando lo consiguió, le dio un beso descuidado. — Me gusta mucho estar aquí, gracias por traerme, Kacchan.
— No tienes nada que agradecer, nerd. — Katsuki sonrió de costado dejando una mordida sobre la mejilla del chico de manera juguetona, bastante satisfecho de que su pareja estuviera disfrutando de aquellos días y que le haya gustado su sorpresa.
— ¡Kacchan! — Izuku rio con suavidad al inclinar su torso hacia un lado para así poder ver mejor a su novio. — ¿Qué haremos mañana?
— Hmmm… — Katsuki se hizo el interesante por un minuto, pero luego le sacó la lengua a su novio. — ¡Eso es una sorpresa, nerd!