Después de la guerra

Beso indirecto

— ¡Maldito gato del demonio!

Katsuki gritó mientras seguía corriendo por las calles de Musutafu esquivando a los sorprendidos transeúntes que tenían la mala suerte de cruzarse por su camino. Llevaba más de dos horas persiguiendo a aquel condenado animal y éste siempre encontraba la manera de escabullirse. Ya le ardía el rostro como una mierda a causa del sudor y de los jodidos rasguños que el estúpido gato le había hecho la última vez que había conseguido escapar. Ni siquiera podía hacer uso de su don porque eso ocasionaría dos cosas principalmente: que el gato escapara más rápido debido al susto por el estruendo, y tal vez la más importante, aunque la que menos le importaba, que Best Jeanist le diera el sermón del día por causar daños y perjuicios a los edificios de la ciudad.

— ¡Ni se te ocurra subir al techo, tonto gato del mal!

Por un segundo, en donde el rubio casi pudo respirar de alivio al imaginar que al fin todo aquel embrollo iba a terminar, el gato pareció detenerse para mirarle. Katsuki, casi podía jurar que ese estúpido gato estaba sonriendo con malicia cuando se impulsó con sus patas traseras para dar un brinco que lo condujo hasta la terraza de una ventana, y de ahí, volvió a saltar hasta el techo para continuar con su gran escape.

Katsuki se detuvo, con la respiración agitada, mirando el techo con absoluta incredulidad. Después, llevó su mano para cubrir su rostro con real fastidio. ¿Cómo era que se había metido en esa estúpida misión? ¡Ah, sí! El idiota de su jefe se lo había pedido.

***

— Hoy parece que será un día bastante aburrido. — Katsuki bostezó de forma escandalosa. Aquel día en particular se encontraba patrullando con Best Jeanist. Ya llevaban un par de horas caminando cerca de la agencia y no habían encontrado nada sospechoso. Como siempre, Best Jeanist saludaba cordialmente a las personas que se encontraban por el camino, mientras que Katsuki simplemente asentía. Al menos ya no les gritaba a los cuatro vientos con agresividad, pero Best Jeanist pensaba que aún le faltaba practicar un poco más sus relaciones personales. Bakugo creía que exageraba.

— ¿Tú crees? — El héroe de la fibra le observó de reojo mientras se cruzaba de brazos, tratando de sonar indiferente. — Quizás deberías interactuar un poco más con las personas, eso te aburriría menos, ¿no piensas así, Gran Dios de las explosiones Dynamight?

— Hmmm. — El rubio explosivo le ignoró olímpicamente, casi alegrándose cuando escucharon el llanto de un niño y tuvieron que correr para atender a la posible crisis.

Ambos se detuvieron al encontrar al pequeño. Se trataba de una niña de no más de diez años que parecía estar buscando algo con absoluta desesperación. Best Jeanist se acercó a ella con calma, seguido muy cerca por Dynamight, después de todo, Bakugo siempre tenía algunos problemas con tratar con niños, al menos al principio.

— ¿Qué fue lo que pasó?

La niña se detuvo, sorprendida de ver tan cerca a dos héroes. Con bastante nerviosismo, la niña comenzó a jugar con sus manos. Bakugo suspiró al notar el ligero temblor del cuerpo de la pequeña. De lejos se podía observar lo mal que se encontraba. Ante la sorpresa de su mentor, quien decidió no intervenir al notar ese gesto, Bakugo se acercó a la niña e hizo lo que siempre observaba hacer a su novio con niños: colocarse de cuclillas para quedar a su altura. Y aunque su novio parecía tener cierta chispa para hacer sentir cómodos a los mocosos, al menos esperaba que sirviera de algo. Como mínimo, había conseguido la atención de la niña.

— ¿Te has perdido? — Preguntó lo primero que se le vino a la mente, pero la niña negó al instante.

— Es Fifí, ya no está… — Respondió la niña con un puchero, mirando al rubio con ojos llorosos.

— ¿Fifí? — Katsuki arqueó su ceja un tanto confundido.

La niña asintió mientras mordía su labio inferior. — Mi gatita escapó.

— Ya entiendo… — Respondió al fin Best Jeanist después de un tiempo de no haber hablado. — No te preocupes porque aquí está el Gran Dios de las Explosiones Dynamight y definitivamente hará todo lo que esté a su alcance hasta encontrar a Fifí.

— ¡¿En serio?! — Preguntó la niña animada por aquellas palabras, mirando al rubio explosivo con ilusión.

— ¿Ah? — El rubio giró su rostro para poder observar con bastante incredulidad a su mentor.

— ¿No decías que estabas aburrido? Esta es una excelente oportunidad para que te reactives, y al mismo tiempo, podrás ayudar a regresarle la felicidad a esta pequeña para que pueda reunirse con su querida mascota.

Bakugo abrió la boca para protestar, pero la cerró cuando se dio cuenta de la mirada ilusionada de la menor. — Tsk. — El rubio volvió a ponerse de pie, fulminando con la mirada al héroe de la fibra pues sabía que se saldría con la suya de una manera irrefutable. — Sí, lo haré.

La niña chilló de alegría dando saltos con entusiasmo ante la noticia de que el héroe número uno se haría cargo de encontrar a su adorada Fifí, Best Jeanist simplemente sonrió con autosuficiencia y Bakugo, bueno, él se marchó con la foto de Fifí, maldiciendo una y otra vez a su jefe por meterlo en ese tipo de situación.

***

— Y entonces, Kenta-kun, quien se ha proclamado el líder del grupo, aquel que te había comentado que era todo un problema, defendió a Kasumi-chan cuando se cayó y otros niños querían molestarla, ¡¿no es sorprendente?!



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En el texto hay: fluff, katsudeku, bakudeku

Editado: 16.11.2024

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