Después de Medianoche (cuentos)

Querida Hermana

Querida Hermana

Hoy iba a salir.

Viernes por la tarde.

Un sol espléndido salía por la ventana, había unas nubes esponjosas recién formadas y el cielo celeste invitaba para que te muevas de tu casa y no te quedes allí porque la casa en estos tiempos se pone silenciosa y fría.

Había un leve viento, pero no eran esos que molestaban, eran de esos que a veces los necesitan para poder despejarse un poco y que acompañan bien una tarde otoñal, tranquila y pacífica.

Abrí el armario para buscar ropa, solo a charlar con una amiga, caminar, respirar, ver un poco de gente paseando, comprando porque todos compran mucho, demasiado y volver a mi casa.

Solo por la tarde, porque a la noche no me gusta salir, me gusta dormir temprano y leer libros. Si, muy aburrida para las personas de ahora, el mundo moderno, descontrolado, pero prefiero ser una persona aburrida, pero estar tranquila.

Prefiero ser así a acabar tirada en la calle a las doce de la noche, cuando la luna se ve mejor reflejada, no tendría de que estar orgullosa, en cambio ahora estoy muy orgullosa en la mujer que me he convertido.

Elegí un pullover rojo liso, un jean azul ajustado y el cabello largo suelto. Aunque me lo peinara nunca mi cabello podía verse ordenado, parado como un carpincho, desordenado como un pulóver de hilo viejo, nací para tener un cabello rebelde… muy rebelde.

Solo use un corrector de ojeras y un delineador negro simple y sencillo. Tome unos anteojos que me había comprado con mi primer trabajo y también me los coloque con orgullo.

Allí estaba mirándome en el pequeño espejo que tenía en mi habitación, y en la otra habitación de al lado estaba mi querida hermana.

Tan callada, tan pacífica, tan melancólica, tan inteligente, tan seria, tan serena, tan quieta, y podría seguir describiendo, pero no se me ocurren más adjetivos descriptivos para seguir.

Terminamos de comer unas ensaladas por eso me dolía un poco el estómago, siempre después de comer me dolía.

“Voy a salir” fue lo que dije.

“Está bien” ella respondió.

No era novedad lo que íbamos a hacer hoy, ella siempre acostumbraba a quedarse en casa mientras yo desaparecía unas horas y luego volvía y la vida seguía siendo la misma cosa aburrida.

Sobre los lentes que me coloque para salir pienso que los mismos son de nerd. Los había comprado por un precio alto, pero me hacía ver como una chica con dinero, claro, no tenía dinero, pero ellos, “las personas” me hacían ver como si yo tuviera dinero y ahora en estos momentos de juventud lo único que me importa es tener dinero; más bien aparentar tenerlo, porque en la pequeña ciudad en la que me muevo a la gente le gusta aparentar.

Las personas grandes dicen que no me tengo que importar por las cosas que vienen en el futuro, que tengo que vivir el presente, pero trato de hacerlo, pero no me sale, es algo que lo vengo intentando desde hace mucho tiempo, pero cuesta ponerlo en práctica. Creo que para darte cuenta de esas cosas te tiene que pasar algo muy grave que te haga reflexionar del porque en todos esos años pensaste de esa manera.

“¿Qué vas a hacer hoy?” le pregunté a mi hermana.

“Estudiar”

“¿Siempre tienes que estudiar, tu?”

“Si”

“Siempre”

“¿Y qué quieres que haga?”

Una persona que ya había estudiado, había cumplido la meta, pero quiere seguir perfeccionando y sigue estudiando y sigue. Somos opuestas en ese caso con mi hermana a pesar de que todos nos dicen que somos iguales de aspecto físico y que hablamos igual, bueno alguna diferencia teníamos que tener y es justamente esta que vino al caso.

Soy muy vaga, solo estudié cinco años y por nada en el mundo me voy a seguir perfeccionando porque ya me formé y punto.

“Si pregunta mamá, dónde estoy, dile que me fui a comprar o caminar sola… no quiero que se enoje, luego”

“Claro”

“Bueno”

“De seguro pregunta… sabes cómo es”

Tome una pequeña mochila color amarillo que tenía, cargue mi botella con agua, mi alcohol en gel, caramelos, billetera, celular y nada más. No creo que necesite nada más, soy una chica que no se maquilla mucho, al no decir que no se maquilla nada, que no usa sostenes con relleno, que no lleva brillo labial, ni tampoco perfume, porque no espera besar a ningún chico.

Me miré en el pequeño espejo nuevamente y sonreí. Mire mis dientes descoloridos y un poco torcidos y mejor no sonreír tanto, mejor no.

Luego caminé a la pequeña habitación de mi hermana, ella estaba sentada sobre la cama, con hojas de estudio, lentes, y el gato a su lado.

Me sonrió y me saludó con la mano.

“Bueno ya sabes que decir…” le dije.

“Siempre sé que decir”

“Bueno mejor”

“Suerte”, dijo como siempre.

“Gracias”

Vi su sonrisa. Su habitación a pesar de todo siempre estaba muy helada, pero entraba mucha luz y sol.




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