La vida no siempre es perfecta, como puedes vivir feliz con pocas cosas y ambicionar más, como puedes tener muchas cosas y ambicionar esos pequeños detalles. Así era yo, aparentemente lo tenía todo, pero me faltaba mucho esos pequeños gestos que pueden simplemente cambiar a cualquier persona.
Ni que hablar de mi familia, me daban todo con tal de que no los molestara, a pesar de ser la menor era una hija no deseada, mi madre me lo recordaba cada tanto diciéndome que era un error que la familia estaba bien antes de mi llegada, nadie de mi familia me quería, hiciera lo que hiciera, siempre era el punto de desahogo de la familia. Por lo tanto, llego el punto en que deje de prestar atención y solo seguir ordenes de la fachada perfecta. Ese fue mi primer error
Yo soy una chica, que aunque no me faltase nada, preferiría dar todo por que alguna vez alguien hubiese demostrado al menos poco interés en mí, talvez cuando alguien lo quiso hacer ya era muy tarde, talvez y solo talvez alguien si me ponía un poco de atención, pero es algo que nunca llegue a preguntar, de alguna manera, siempre trataba de sonreír a pesar de no ser feliz, sabía que muchas de las personas solo se acercaban a mí con interés y no porque de verdad quisieran pasar un rato conmigo, así fue como aprendí llevar una máscara. Y aquí mi segundo error