Siempre creí que el silencio era ausencia.
Hasta que te fuiste.
Entonces entendí que el silencio también puede ser ruido, uno que se mete en los huesos, que estalla en los rincones donde antes cabía tu risa y donde ahora solo queda un eco sordo.
Hay un antes y un después de perderte.
Y después de ti… solo quedó esto.
El silencio… y yo, intentando descifrar cómo se respira dentro de él.