Después de ti (libro 2.)

Cap. Anthar

 

Lyra estaba en su habitación tumbada en la cama y mirando el techo. Aquel era uno de los días en los que se sentía sin ganas de nada. Hermione la había llamado hacía un rato para que bajase a comer, pero ella le dijo que no tenía hambre. Lo bueno de su madre, pensaba Lyra, era que nunca discutía. Lo muy lejos que llegaba, en algunas ocasiones en las que ella la exasperaba, era a sentarse muy seria e intentar “razonar”, pero cuando se enojaba de veras, como el día que en un ataque de furia ella había destrozado varios adornos de la sala, y por cierto aún se preguntaba cómo había ocurrido aquello, su madre la había castigado sin dejarla salir de su habitación ni ver a sus primos durante una semana.

En el caso de su padre, él era el ser más dulce que Lyra había conocido en su vida, y no era que su madre no lo fuese, pero Remus era algo sumamente especial para ella. Él siempre la miraba de una manera que la hacía sentir deseos de llorar, no importaba lo que Lyra hiciera, dijera o en qué lío estuviese metida, en sus ojos siempre había la misma ternura. Desde que ella podía recordar, su padre jamás se había enojado con ella, e incluso cuando Lyra sabía que se había sobrepasado y Hermione estaba molesta, su padre solo iba a su habitación y la abrazaba hasta que la niña terminaba llorando.

En aquel momento Lyra se preguntaba dónde estaría su padre, porque había desaparecido hacía tres días y no sabían nada de él. Ella al igual que sus primos, estaban acostumbrados a las desapariciones de los demás, porque ellos sabían que eran Aurores, y su tía Gi les decía cuando aquello ocurría, que estaban persiguiendo a los malos. Pero, aunque Lyra sabía que su padre había sido Auror, hacía varios años que había dejado aquello y ahora era el Jefe del Departamento para el Control de las Criaturas Mágicas. Y era por esta razón que estaba preocupada. Normalmente sus padres no le ocultaban nada, pero a pesar de que le había preguntado a su madre, ella le había dicho que no lo sabía. Sin embargo, Lyra estaba segura que en esta ocasión su madre no le estaba diciendo la verdad. Lo intentó de otra forma, les preguntó a James y a Wini, pero ambos estaban en la misma situación, lo extraño era que su tía Nina no estaba con ellos, porque habitualmente Wini se quedaba allí o en casa de James cuando sus tíos estaban trabajando fuera, pero en aquella ocasión no había sido así. Lo intentó incluso con el entrometido de Louis que siempre sabía más de lo que le correspondía, pero, en esta ocasión el gemelo tampoco sabía nada.

Lyra se levantó de pronto y con brusquedad, con la sensación de que algo no estaba bien. En algunas otras ocasiones había sentido eso, pero nunca de aquella manera. Sentía una opresión en el pecho y no se explicaba por qué. Salió de la cama y caminó hacia la ventana. Estaban en verano y el sol brillaba con intensidad, pero todo parecía normal.

En forma distraída se llevó la mano al colgante, y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo sonrió. Siempre había amado aquel objeto, de todas sus posesiones aquella era la más valiosa para ella, y no por el material o las piedras que tenía incrustadas, sino por venir de quien sabía que venía. Caminó hacia la cama, se sentó y tomó la fotografía que había en la veladora. Era una fotografía de Jey. No tenía un recuerdo como tal de él, para ella era un personaje casi imaginario que solo habitaba en sus sueños, y de no haber sido porque cada treinta de junio, o cada día de navidad, recibía un paquete con una nota, casi habría pensado que se lo imaginaba todo.

Sus padres le habían contado la historia de cómo él había sido quien la trajera al mundo, y quien había salvado su vida al nacer. Así como también le contaron cómo había puesto en riesgo su propia vida por proteger la suya, y todos le aseguraban que Jason la amaba tanto como sus propios padres. Pero todo esto solo hacía que Lyra se preguntara, cómo era posible que alguien que la amaba de esa forma, se hubiese marchado para nunca más volver.

Miró durante otro rato la fotografía y pensó como lo había hecho siempre, que el individuo que aparecía en ella era uno de los más guapos que había visto, y recordó el día que su tío Si, había puesto cara de horror cuando discutieron por ello. Eso fue durante una cena en la que Lyra se había quedado mirando a Sirius, y de buenas a primeras le soltó lo que había estado dando vueltas en su cabeza. Todos sabían de la existencia del hijo perdido de su tío, pero no tenían mayores detalles del asunto.

  • ¿Tío, Jey es tu hijo perdido?  --  le preguntó

Sirius casi se atraganta con la comida mientras que los demás, algunos reían y otros como su padre, tenían cara de tristeza.

  • No lobita  --  dijo luego de un momento  --  Jason no es mi hijo ¿De dónde sacas esa idea?
  • Es que tengo una fotografía suya y es muy parecido a ti
  • ¡Ah, es por eso!   --  había dicho él sonriendo  --  Lo que sucede es que somos primos, lobita. Pero yo soy mejor parecido y ciertamente más simpático  --  y todos rieron, pero dejaron de hacerlo muy pronto al escucharla
  • No es cierto, eres guapo, pero Jey lo es mucho más  --  dijo en forma tajante

Dicho esto, había abandonado la mesa sintiéndose furiosa y no tenía idea de por qué, y dejando a Sirius como si le acabaran de dar un martillazo en la cabeza y con su ego muy maltrecho, ya que estaba neciamente acostumbrado a que tanto su hija, como sus sobrinas sustentaran una alta opinión acerca de su atractivo, y de hecho Rowena había tenido más de un lío por aquello las veces que Sirius había tenido la genial idea de llevarla con él al Ministerio, y la niña había notado cómo miraban algunas señoritas a su padre.



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Editado: 06.10.2022

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