La noche anterior a la partida de Anthar hacia Hogwarts, reinaba un ambiente festivo en Grimauld Place. Todos se habían reunido en una cena de despedida, y como de costumbre James estaba dando la lata con el asunto de Hogwarts.
Ya todos estaban acostumbrados tanto a la manía de James con el asunto de la edad para ir a la escuela, como a su forma poco ceremoniosa de hablar, de modo que no le prestaron mucha atención, en cambio a Lily sí. La pequeña pelirroja estaba decididamente triste y todos sabían la razón.
En aquellas últimas semanas Lily se había encariñado de tal manera con Anthar, que desde que abría los ojos, molestaba a sus padres para ir a Grimauld Place a menos que los Black fueran a su casa, y cada noche había que hacer verdaderos esfuerzos por permitir que el chico regresase a su casa, o por llevarla a ella a la suya. Estando así las cosas, aquel día iba a ser muy malo.
Las relaciones entre Lyra y Anthar habían mejorado, aunque aún se trataban con cierta distancia, en especial desde que Lyra lo había tirado de la escoba y el chico había llegado a la conclusión de que en realidad ella deseaba matarlo. Con James se llevaba bastante bien, pero había concluido que, si no se andaban con cuidado, el carácter irreflexivo de su primo podía meterlos en muchos líos. James por su parte, había sentido algo de celos al principio, porque ahora Wini iba menos a casa y ya no se mostraba tan insistente con Harry y Ginny cuando James peleaba por quedarse en Grimauld Place, pero siendo un espíritu práctico, se fue derecho a hablar con su tío Sirius.
Sirius había soltado una sonora carcajada, pero al ver que el niño realmente estaba preocupado por aquello, le aseguro que eso no sucedería, porque para Wini él había sido más que su primo, era su hermano y compañero de fechorías, y no por la llegada de Anthar lo haría a un lado. Y agregó, además, que solo tuviese un poco de paciencia, porque era lógico que por el momento la niña quisiese pasar más tiempo con Anthar teniendo en cuenta que apenas se conocían. James se dio por satisfecho y no puso más reparos.
Los demás chicos lo habían aceptado sin problemas, y Lily pues lo había aceptado tanto, que ahora estaba en ese estado de tristeza por su próxima partida.
Llegó la hora de marcharse y comenzó el verdadero drama, porque de la tristeza, Lily pasó a las lágrimas.
Y aquello era estrictamente cierto, porque en todos los chicos Potter se cumplía una condición muy especial, y era que todos habían nacido en el mes de diciembre. De modo que Sirius los había bautizado, los niños navideños, porque, aunque había varios nacidos en diciembre incluida su propia hija, solo ellos habían nacido muy cerca de la navidad o en ella misma.
Finalmente habían logrado arrancar a Lily de los brazos de Anthar y pudieron marcharse. Antes de acostarse, Sirius pasó por la habitación de su hijo.
Anthar miró hacia la veladora donde ahora, aparte de la foto de su madre, estaba una de Sirius, Wini, Grace, y él mismo.
Sirius abrazó al chico, y luego que estuvo acostado le acomodó las mantas.
Sirius sintió un nudo en la garganta y no confiando en la estabilidad de su voz se acercó de nuevo a la cama y volvió a abrazar a su hijo.
Él sabía perfectamente la razón, pues la misma le había quedado clara al momento en el que Anthar hizo referencia a su voz, pero, aun así, negó con la cabeza.