Desde que Jason estaba en la escuela, y habiendo sido criado lejos del mundo mágico, sintió fascinación por la Historia de la Magia, de modo que aparte de ser un aventajado alumno en aquella materia, se dedicó con ahínco a la investigación. No supo, sino hasta varios años después, y tras un comentario casual, que su padre Fabián había sido un apasionado investigador y su tía le facilitó todos los cuadernos de notas y pergaminos que algún día fueron de su padre, donde estaba el producto de sus años de esfuerzo en aquel sentido y que se vieron interrumpidos por la necesidad de entrar a la lucha en contra de Voldemort que tan trágicamente había acabado con su vida.
Todo lo que Jason encontró en aquellas notas, reorientó su investigación hacia un lugar que había evitado con diligencia, Glastonbury. En uno de los diarios que llevaba su padre, encontró referencia a su encuentro con Caroline, su madre, y sabiendo lo que ahora sabía, no le extrañó que la conociese en aquellas inmediaciones.
Él había logrado algunos avances, basado en las investigaciones de Fabián, pero se vio obligado a interrumpir aquello, porque al igual que su padre, de pronto se había visto inmerso en la batalla contra Voldemort, aunque a diferencia de Fabián, a Jason lo movían aparte de los fines altruistas, la furiosa necesidad de venganza y a esto, se había sumado también el juramento hecho para proteger la vida de Lyra.
Una vez finalizada la cruenta guerra y habiendo logrado sobrevivir a ella, tuvo que seguir postergando el trabajo pendiente, porque aún restaba localizar a Anthar, y se dedicó a ello con la misma entrega que anteriormente se había dedicado a proteger a Lyra y a consumar su venganza.
Pero luego de que habían rescatado al hijo de Sirius, sus juramentos habían quedado saldados, y aunque el que lo mantenía atado a Lyra sería por el resto de su vida, por el momento ella estaba a salvo y no lo necesitaba, de modo que era libre para dedicarse a aquello que había postergado por tanto tiempo.
Una vez que se despidió de Sirius, viajó a una de sus propiedades aledaña a Inverness, y volvió a sumergirse en sus libros hasta que se puso al día y pudo retomar las cosas desde donde las había dejado. Pero la información que le había proporcionado Sirius en relación a su ascendencia por el lado materno, había resultado un dato sumamente importante, ya que la investigación de las raíces más antiguas de los Black, le había revelado que éstos descendían de Antioch y Cadmus Peverell. Aquello en realidad no le hizo mucha gracia en principio, porque aquellos dos sujetos habían sido descritos en todo cuanto encontró, el primero como un individuo sumamente combativo y de carácter volátil, y el segundo, de una arrogancia suprema, y siendo que los Prewet también estaban emparentados con los Black, aquello de lo que lo habían acusado con tanta frecuencia, le venía por partida doble.
Sin embargo, hizo a un lado aquellas consideraciones, que en su opinión ya no tenían remedio, porque de ningún modo podía cambiar la sangre que corría por sus venas, y continuó ahondando en la historia de su familia, y para su sorpresa, llegó a un punto por demás interesante.
Según la historia escrita, los Black, los Prewet, los Weasley, los Longbottom y en suma todas las familias consideradas hoy como sangre pura, descendían en forma directa de Vivian, de Morgana La Fey y de Elaine, las guardianas y sacerdotisas de Avalon. Pero en su caso, los Black descendían en forma directa de Morgana, y los Prewet de Viviana.
Su sorpresa obedecía tanto al hecho en sí, como a que nuevamente aparecía la doble filiación. Primero con los Peverell, y ahora con estas damas. Esto era lo que, sin duda alguna, hacía de todos los Black, magos y brujas tan poderosos, carismáticos, combativos, portadores de aquella arrogancia sin límite, y en ocasiones mentalmente inestables.
Pero el parentesco por sí solo no satisfacía a Jason, de modo que siguió investigando y esto lo llevó de nuevo a la colina sagrada de Glastonbury, y la razón para ello estaba en un viejo manuscrito que especificaba que desde allí se podía acceder a la vieja Avalon.
Era por todos sabido, que la isla de Avalon tuvo su emplazamiento en la llanura de Somerset, que en el pasado fue un pantano, pero con el tiempo, cuando el mundo mágico se separó del mundo muggle, Avalon desapareció tragada por una espesa bruma, y según los datos recopilados por todos los estudiosos de la materia, solo había una forma de acceder a ella, y era que alguna de las guardianas de la isla abriera el acceso para quien lo solicitara. Sin embargo, no había registro alguno, al menos en todo lo que Jason pudo recopilar, que indicase que alguien lo hubiese logrado. Solo aparecían las crónicas de los muchos magos que lo habían intentado, pero cuando llegaban a la colina de Glastonbury, todo lo que podían ver eran las famosas Brumas de Avalon.
Sabiendo todo esto y armado de paciencia y decisión, Jason se trasladó hasta el lugar, donde efectuó todos los rituales descritos y recopilados desde hacía diez siglos, sumado a lo que su padre había añadido a raíz de sus propios descubrimientos. Pasó casi un año en aquel solitario lugar y sin contacto con nadie. Afortunadamente, Jason contaba con una preparación que su padre no. Había viajado a Egipto y a la India, y en aquellos lugares había adquirido no solo amplios conocimientos para su profesión, sino conocimientos de magia más antigua y manejo de energía.
Cuando llevaba alrededor de diez meses en la colina, despertó un día antes de que despuntara el alba, pero no había despertado en realidad, lo habían despertado. Cuando abrió los ojos, una hermosa mujer rubia de tez muy pálida, ojos azul clarísimo, y trajeada de blanco, lo miraba con una suave sonrisa en sus labios.