A mediados de agosto, Harry estaba en su despacho cuando entró Neville. Lo que no sabía el pelinegro era la naturaleza de la visita, aunque de hecho debía saberlo.
Luego del saludo y el habitual recuento de las últimas travesuras de sus hijos, Harry miró a su amigo que se había puesto muy serio.
Y ciertamente Harry lo había olvidado. Para sorpresa de todos, Neville había ingresado a la academia de Aurores, y luego del entrenamiento había comenzado a trabajar en el Departamento. Formó parte de los primeros cazadores de mortífagos, y su desempeño recibió los elogios de todos, no solo había demostrado ser un gran Auror, sino que su poder se había desarrollado enormemente. Sin embargo, hacía un mes había ido a ver a Harry, y en ese momento el pelinegro estaba recordando esa visita.
A pesar de que Harry no podía estar más asombrado, había terminado por aceptarlo. Lamentaba que su amigo se marchara, pero si aquello era lo que lo hacía feliz, no sería él quien se opusiera. Pero luego de aquella conversación, había olvidado el asunto hasta este momento.
Harry sintió un apretado nudo en la garganta. Por su mente pasaron a toda velocidad los recuerdos. Recordó al chico asustado buscando a su sapo en el expreso; cayendo de su escoba; cumpliendo aquel primer castigo en el Bosque Prohibido; petrificardo por Hermione; practicando para el Baile de Navidad; peleando a su lado en el Ministerio; siendo él, en compañía de Luna, los únicos en acudir cuando los mortífagos entraron a Hogwarts; y peleando a su lado en la Batalla Final. Habían recorrido un largo camino desde aquel 1° de septiembre en el que se conocieron, aquel niño asustadizo e inseguro, se había convertido en un poderoso mago y en uno de sus mejores amigos. Se levantó de su silla, rodeó el escritorio y le dio un fuerte abrazo.
Todo esto había tenido lugar hacia mediados de agosto, el único problema era que Harry había olvidado notificárselo a los chicos, que ahora veían y escuchaban con asombro.
El nombre de Neville era tan conocido y admirado como el de los Potter, Black, Lupin y Weasley, de modo que mientras en el Comedor estallaban los aplausos, los chicos se miraban con incredulidad.
Pero a continuación, y luego de las habituales advertencias de las cuales se perdieron unas cuantas, por estar insultando a sus padres, fueron enviados a sus habitaciones. Los tres nuevos Gryffindor de la familia no fueron con los prefectos, sino con Anthar y sus amigos. Antes de salir del Comedor, Rowena se había separado brevemente del grupo y había corrido a despedirse de Tyler, y a pesar de que eso le valió al chico rencorosas miradas por parte de sus compañeros de casa, él las ignoró y la acompañó de vuelta al lado de su hermano.
Al día siguiente Magenta pasó por el cuarto de las niñas y bajó con ellas, mientras que James ya estaba en la Sala Común en compañía de Anthar y de Eidel.