En la sala Común de Slytherin se encontraban reunidos Demian, Andrei y su grupo de amigos, que más que amigos, eran cómplices habituales de sus fechorías. Aquellos sujetos eran algo a medio camino entre un guardaespaldas y un neandertal descerebrado. Eran los que normalmente sujetaban a las víctimas de sus cabecillas para que éstos se divirtieran, y quienes ejecutaban sus órdenes sin aparente consciencia del peligro o las posibles consecuencias de esto. Eran altos, fuertes, estúpidos y sin ningún escrúpulo.
En aquel momento los diez sujetos, prestaban atención a lo que Demian y Andrei hablaban, aunque en ningún caso ellos tenían participación en las decisiones.
Al principio se sorprendieron, porque pensaban que estaban solos en la sala común y no habían escuchado la puerta, pero al ver de quién se trataba, supieron que no tendrían ningún problema, porque ya todo el mundo conocía el odio inveterado que profesaba aquel individuo a esa familia. Sin embargo, y siendo quiénes eran, no se mostraban muy propensos a confiar en nadie.
Los chicos se miraron un momento y sacaron rápidas cuentas. Aunque no eran amigos de Otto Goyle, estaban perfectamente al tanto de quién era su padre, que éste era amigo de Draco Malfoy y que ambos habían asistido a Hogwarts en la misma época que Potter, Weasley y Granger. Cuando habían sido invitados a la casa de los Malfoy a los cumpleaños de su hijo Scorpius, los habían escuchado halar y sabían del rencor que profesaban a Potter y sus amigos. De modo que era posible que Otto tuviese razón y decidieron escucharlo.
Aún no muy convencidos, se decidieron a ir, y luego de ver el lugar, una sonrisa malévola se dibujó en sus rostros. El problema estaba resuelto.
El día de Halloween, los Slytherin se fueron a Hogsmeade como todos los que podían hacerlo, aún a pesar de las protestas de Goyle, que sostenía que el mejor momento para llevar a cabo sus planes era aquel, porque en la escuela solo quedaban los alumnos de primero y segundo, pero los otros no querían perderse su primera salida y desestimaron la opinión de Otto.
Se lo pasaron muy bien en la salida, y suprimieron su costumbre de molestar a nadie, porque tenían otros planes para la noche. Regresaron al castillo y asistieron al banquete de Halloween, pero en cuanto vieron a Anthar salir con Lyra, hicieron una seña a sus compinches y todos fueron saliendo poco a poco para no llamar la atención.
No habían planeado que Black estuviese involucrado, ya que casi nunca se lo veía en compañía de la salvaje, pero en todo caso, él era uno, y sería mucho más fácil que tener que deshacerse de siete u ocho. Mientras Demian y los demás iban tras ellos, Andrei y otros dos individuos, los esperarían en el lugar acordado. Sin embargo, vieron que su suerte mejoraba enormemente cuando Black se marchó y Lyra no volvió al comedor. La siguieron por los pasillos, y en el momento oportuno la aturdieron.