La familia en pleno se hizo presente para el funeral del abuelo de Tyler. También estuvieron presentes los Carmichael y los Bonham, quienes habían sido avisados por Anthar y James, e incluso los amigos de Lyra asistieron. Si bien nada podía borrar el dolor de lo sucedido, aquella muestra de solidaridad trajo un poco de calor al corazón de Tyler, y Alice sintió que había contraído una enorme deuda de gratitud con aquellas personas.
Una vez que la tierra cubrió por completo la fosa, Tyler cerró los ojos y un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Rowena apretó la mano que no había soltado en ningún momento, y él abrió los ojos de nuevo.
Aquello resultó tan extraño e inesperado, que no tuvo tiempo de reaccionar en ningún sentido, y suponiendo que hubiese sabido qué decir, tampoco habría tenido ocasión, porque tan pronto comenzó como terminó, y cuando logró coordinar un “gracias” ya Lyra se alejaba.
A pocos pasos de allí, otra persona había estado observando el funeral. Walter Avery había tenido intención de aprovechar aquella ocasión para acercarse a su hermano, porque las noticias que estaba recibiendo en relación a él lo tenían muy preocupado, pero al verlo llegar en compañía de todos aquellos individuos, a los que demás está decir que odiaba con cada centímetro de su persona, despertó en él la furiosa necesidad de comenzar a arrancar cabezas. Sin embargo, se obligó a pensar con frialdad. Haber irrumpido en medio del Ministerio y haber comenzado a lanzar maldiciones, habría sido menos arriesgado que hacerlo en medio de las personas que acompañaban a su hermano en aquel momento, y que Walter sabía muy bien quienes eran. Miró con especial odio a tres de los allí reunidos, a la sangre sucia, a Potter y a Longbottom, los tres que se habían enfrentado a su padre en el fatídico encuentro en el Ministerio, pero tuvo que contener su deseo de acribillarlos a maldiciones, porque sabía que no tendría ninguna oportunidad en contra de todos ellos. No obstante, sintió una inmensa ira cuando vio a la pequeña desgreñada abrazar a su hermano, y aunque no tenía idea de quién demonios era, no cabía duda de que sería hija de alguno de sus odiados enemigos, de modo que era acreedora del mismo odio como sus padres. Pero su indignación alcanzó niveles exorbitantes, cuando vio a Black acercarse a su hermano y abrazarlo como si fuese su hijo y luego comenzar a caminar a su lado con su brazo por encima de los hombros de Tyler. En aquel momento aferró su varita con fuerza, pero una mano de hierro se cerró sobre su hombro y lo hizo girarse.
Inicialmente Walter había tenido la absurda idea de que se trataba de Sirius Black, pero luego la luz se hizo en su cerebro y recordó. Aquel desgraciado tenía que ser Jason Prewet, y sabía perfectamente que tan peligroso era el uno como el otro. Pero se preguntó de dónde demonios había salido si en el medio se rumoraba que había desaparecido hacía muchos años, y que probablemente había muerto a consecuencia de las heridas recibidas en la batalla de Hogwarts.
Walter maldijo con furia, pero giró sobre sí mismo y desapareció. Jason se aseguró de que todos se hubiesen marchado y caminó hacia donde hasta hacía un momento habían estado los suyos. Había llegado un poco antes que ellos y se había situado a cierta distancia, aunque sabía que Lyra estaba bien, quiso verla un momento antes de volver a Avalon, pero mientras los esperaba, vio llegar a aquel individuo y quedarse a distancia muy cerca de donde se encontraba él, gracias a lo cual pudo percibir la intensa corriente de energía negativa que emanaba de él y que se había duplicado en cuanto Lyra había abrazado al chico. Suprimió la distancia que los separaba y se situó tras él, en cuanto aferró su varita, decidió que había llegado el momento de tener una pequeña charla con aquel sujeto. En principio no sabía de quien se trataba, pero una rápida incursión en su mente, despejó el enigma. No obstante, y a pesar de su enorme poder, Jason seguía siendo un ser humano y uno mejor que muchos otros cabe destacar, por lo que en el fondo sintió cierta conmiseración por el muchacho. De haber sabido todo lo que aquel sujeto estaba dispuesto a hacer y que de hecho haría en el futuro, no habría dudado ni un solo segundo en quitarle limpiamente la cabeza.