Después que Walter había lanzado su venenosa afirmación, Tyler se había quedado paralizado por unos segundos, pero a continuación se le fue encima sin tener en cuenta la superioridad física de su hermano.
Aunque a Tyler siempre le habían dicho que su madre había desaparecido y que se presumía su muerte, en algún rincón de su mente subsistía la idea de que pudiese haber escapado y que algún día apareciese. Pero con lo que su hermano acababa de decir, no solo suprimía del todo aquella nimia esperanza, sino que el tamaño de la monstruosidad que suponía esa afirmación lo golpeó con tal brutalidad, que sintió que el corazón se le hacía pedazos.
Tyler no tenía recuerdos ni de su padre, ni de su madre, pero en el caso de esta última, sus abuelos se habían encargado de construir una imagen de ella, tanto con lo que le contaron de su infancia y su juventud, como con las muchas fotografías que guardaba en su habitación. De manera que, de algún modo, habían contribuido a forjar en él un amor basado en los recuerdos de ellos, y que se correspondían plenamente con lo que Tyler pensaba debía ser una madre. Mientras que de su padre no solo no tenía recuerdos, sino que lo poco que le había contado su hermano, no había contribuido en nada a formar una imagen que él pudiese respetar y mucho menos amar. Y ahora con lo que acababa de revelarle, había destruido de un solo plumazo cualquier pequeña posibilidad que hubiese existido de sentir afecto por aquel hombre. Y aunque las lágrimas cegaban a Tyler, aún no habían cerrado su garganta.
Walter se dobló sujetándose el estómago, y por una fracción de segundo cuando levantó la cabeza, Tyler vio el brillo del odio en su mirada.
Tres gritos que implicaban cosas completamente diferentes resonaron al mismo tiempo.
Siendo que los tres lo habían hecho al mismo tiempo, no habían entendido nada, pero el grito aterrorizado de Rowena los hizo mirar en dirección a Anthar. El chico sostenía precariamente a Alice que parecía haberse desvanecido. Sirius hizo a un lado sin ninguna delicadeza a Walter y corrió hacia ellos. Mientras que Tyler estaba paralizado y sentía que por una parte la tierra se abría bajo sus pies, y por la otra como si estuviese subido a una enloquecida noria, pero después de unos segundos reaccionó y voló hacia su abuela.
Viendo que no reaccionaba, sacó su varita la agitó y luego miró a los chicos.
Ambos sujetaron los brazos de la niña que lloraba desconsolada, pero antes de desaparecerse Tyler miró a Walter.
Y ante la mirada de profundo odio de Walter, desaparecieron.
Harry, Remus y los varones Weasley, habían demostrado más valor que sus esposas, y mientras ellos se hacían cargo de aquel imposible paseo con todo el clan, ellas que sostenían que preferían enfrentarse a una horda de mortífagos enfurecidos que, a la perspectiva de una salida con aquellos pequeños demonios, se habían quedado prudentemente en La Madriguera con Molly.