El 1° de septiembre, la situación en la plataforma 9 ¾ era una locura total, Fred y Louis aún no habían subido al tren, y ya estaban causando caos.
Mientras James estaba incordiando junto con sus primos, Harry intentaba tranquilizar a Albus, el chico sentía pánico de ir a Slytherin, y aunque Harry se había esforzado por hacerle ver que quedase dónde quedase, él se sentiría igual de orgulloso, los constantes comentarios de Ron, y la decidida manía de James por hacerle la vida un crucigrama chino a los que lo rodeaban, había hecho que el pobre chico sintiera verdadero terror de ir a Slytherin.
En aquella oportunidad y para sorpresa de todos, los Lupin habían llegado extraordinariamente temprano, y en honor a la verdad, no solo estaban sorprendidos los demás miembros de la familia, sino ellos mismos. Ese día Lyra se había levantado desusadamente temprano, y les quedó claro a sus padres que tenía mucha prisa por llegar temprano.
Y aunque en realidad no se estaba quejando, decidió dejarlo por la paz. Habían llegado primero que todos, pero unos minutos después la chica se disculpó con sus padres diciendo que iba a buscar a sus amigos. Hermione la miró con atención y luego miró a Remus.
Pero la verdad era que a él no le encajaba para nada pensar que su hija pudiese estar experimentando su primer amor. Sin embargo, en cuanto comenzaron a llegar los demás, y con todo el alboroto, no pensaron más en el asunto.
Tyler empujó a Anthar lejos del grupo cuando notó el ceño del chico al escuchar que Lyra se había marchado a buscar a sus amigos.
Y realmente lo fastidió, porque Anthar también había notado el especial apego de aquel individuo, y que se lo recordaran no lo hacía precisamente feliz. En ese momento llegaron Eidel y Magenta, y después de un breve intercambio de saludos, Anthar se excusó y se marchó.
Al otro al que le cambió el humor con suma rapidez fue a James al ver que Eidel se acercaba a saludar a Rowena y ésta se alejaba de él para irse con el chico.
Sin embargo, James había perdido súbitamente el deseo de hacer cualquier cosa, como no fuese borrarle la estúpida sonrisa a Eidel.
Cuando llegó el momento de abordar el expreso, y mientras todos se despedían emocionados, después que los gemelos se habían despedido de sus tíos y de su madre, se pararon frente a Bill que se había agachado para quedar a su altura.
Harry pensó al escuchar a su cuñado, que realmente esperaba demasiado de la vida o no conocía bien a sus hijos, porque si de algo estaban todos seguros, era que aquel par no tenían ni la más lejana idea de lo que era tranquilidad. Y si alguien lo sabía mejor que nadie era Harry, que no se cansaba de decir que si James era como era, se lo debían a los genes Weasley, aunque Ginny se había encargado de recordarle con mucha frecuencia quién era el otro abuelo de James.
Sin embargo, lo que nadie se esperaba fue la reacción de Dominique, quien sin mediar palabra se había colgado al cuello de su padre y se había desecho en llanto.