Tyler se había tomado muy en serio el asunto de no preocuparse por Anthar, y en cambio se había dedicado a los propios. El asunto es que, para diciembre, ambos se habían convertido en una amenaza pública en opinión de sus compañeros de escuela, porque la población femenina se peleaba por aquel par de sujetos.
El atractivo de ambos era indiscutible, pero había diferencias marcadas. Tyler a sus casi quince años, ya había alcanzado una altura considerable, tenía el cabello negro y corto, lo que hacía que sus facciones fueran perfectamente visibles, y en su rostro destacaban sus apacibles ojos azules. Poseía una mirada tierna y sonrisa angelical, como decían las chicas. Aparte de eso, tenía talento para escuchar, lo que hacía que las jóvenes se sintiesen comprendidas, de modo que todo este conjunto de cualidades, le hacía la vida muy fácil al chico a la hora de cazar.
Anthar por su parte, era aún más alto que su amigo, y aunque no era un fanático del Quidditch, le gustaba hacer ejercicio, de modo que los dos solían emplear algunas horas a ello, y esto les había proporcionado una complexión atlética. A diferencia de Tyler, Anthar llevaba su negro cabello largo, y al igual que a Sirius, había un rebelde mechón de ellos que la mayor parte del tiempo estaba sobre sus ojos, ojos que, por cierto, constituían uno de sus mayores atractivos. Eran del tradicional gris de los Black, pero mientras la mirada de Tyler era apacible, la de Anthar se caracterizaba por poseer un brillo salvaje que parecía hipnotizar a las chicas. Y a pesar de que aquel sujeto no era comúnmente asociado a los desastres del colegio, aunque ciertamente participaba en muchos de ellos, tenía ese aire de rebeldía que caracteriza a los infractores, que se veía acentuado por la arrogancia de su sangre.
El oponente más cercano que tenían era Demian Turel. El chico era atractivo sin ninguna duda, tenía una estatura aproximada a la de Tyler, cabellos castaños con destellos rojizos herencia de su madre, y ojos de un azul tan frío como todo él. Sus facciones parecían esculpidas y solo se veían levemente alteradas por la cicatriz que el año anterior había aparecido en su rostro nadie sabía cómo. También era el Capitán del equipo de Quidditch de su Casa, y si se lo proponía podía ser realmente encantador, el problema era que aparte de durarle poco, siempre era con algún fin nefasto. Sin embargo, perdía puntos en la escala de las chicas por dos razones. La primera, porque era un Slytherin, y aunque Tyler también era uno, Demian era de la clase de los que gustaba despreciar a aquellos que no poseían un linaje puro. Y segundo, por su manía de perseguir a los miembros de las familias Black, Potter, Lupin y Weasley.
Un sábado de diciembre en la mañana, Anthar fue violentamente sacado del sueño. Por un momento pensó que estaba en casa, porque lo primero que vio fueron unos ojos iguales a los suyos casi encima de su cara. Sin embargo, y a pesar de los gritos enfurecidos de su hermana, no lograba entender qué decía. Cerró los ojos y fue consciente de dos cosas. La primera que tenía un dolor de cabeza brutal, y la segunda, que no estaba solo en su cama. En el preciso momento que notó esto último, los recuerdos volvieron de golpe.
La noche anterior habían estado celebrando que ya habían terminado las pruebas del primer trimestre, de modo que Tyler, Eidel y él se habían reunido con un grupo de sus compañeros de clase en la sala de los menesteres. Cerca de media noche se les acabó la existencia de cervezas de mantequilla, de modo que Anthar digno hijo de su padre, había llamado a Kreacher y el elfo les proveyó diligentemente de todo lo que necesitaban y más, porque como Anthar no especificó exactamente lo que quería, sino que se limitó a pedir lo necesario para una fiesta, Kreacher había considerado oportuno incluir un par de botellas de whisky de fuego, y esto último era la razón por la que su cabeza lo estaba torturando de aquella manera. Abrió los ojos y se enfrentó a los enfurecidos ojos de su hermana.
Aquello último iba dirigido a Tyler que nadie tenía ni la más mínima idea, él incluido, de cómo demonios había terminado en la Torre de Gryffindor, y en la misma incómoda y comprometedora situación que Anthar. Rowena miró a Eidel y este levantó las manos de manera inmediata después de asegurarse que en su cama no había nadie más.
El plural sorprendió a Tyler que tenía verdaderas dificultades hasta para abrir los ojos, y no había notado la presencia de Victorie, pero al verla entendió la razón de su mala suerte. Aquel día era el cumpleaños de la mayor de los Weasley, y habían quedado en que, terminado el desayuno, todos se reunirían para celebrarlo, y aunque esa era una palabra que por el momento Tyler no quería escuchar, era la razón de que Rowena estuviese allí sin duda alguna.