Capítulo 7 – Empezó a volver a ella

Al principio no sabía por dónde empezar. Tenía los días rotos y el alma en silencio. Pero dentro de ese caos, algo la empujaba hacia sí misma.

Una voz bajita, casi imperceptible, que le decía: “Vuelve. Aquí sigues. Aún estás.” Y así, sin grandes promesas, empezó a volver a ella.

Volvió a caminar sola, sin pensar en si él estaría escribiéndole. Volvió a escuchar las canciones que antes evitaba, y aunque al principio lloraba, ya no era por él… era por todo lo que ella misma aguantó.

Volvió a reír con sus amigas, a maquillarse sin esperar que alguien lo notara, a hablar consigo frente al espejo, incluso cuando la voz le temblaba.

Y un día —sin avisar— se sintió libre. No porque lo hubiera olvidado. No porque ya no doliera. Sino porque por primera vez entendía que amar no era aguantar.

Que querer mucho no justificaba que le quisieran poco. Y que estar sola… era mil veces mejor que estar mendigando amor en compañía.

Empezó a escribir. A mirar al cielo. A tomarse el café sin llorar. A vivir sin justificar su tristeza. Cada paso era una victoria, aunque no lo pareciera.

Cada decisión pequeña era un acto de resistencia. Y cada vez que él cruzaba por su mente, ella no lo maldecía. Solo respiraba profundo… y se repetía: “Ya no me destruyes. Ya no me habito en ti.” Porque ese capítulo ya estaba escrito.

Y ahora venía uno nuevo. Donde no era “nosotros”, ni “tú y yo”.

Era simplemente ella. Entera. Viva. Despertando.