Esto es para ti.
Sí, para ti que estás leyendo con el corazón hecho pedazos y los ojos nublados.
Para ti, que sientes que nadie entiende lo que duele soltar a alguien que aún se ama. Para ti, que alguna vez pensaste que si dabas todo, te iban a cuidar… y no fue así.
Te quiero decir que no estás solo. No estás sola. No estás rotx sin sentido.
A veces el amor duele. No porque amar sea malo, sino porque a veces lo damos a quienes no saben sostenerlo. Porque a veces elegimos desde la herida, desde el miedo, desde la esperanza. Y eso también es humano. No te juzgues por haberte entregado.
No te castigues por haber confiado. No te odies por haberte quedado más tiempo del que debías. Todos lo hemos hecho. Pero escúchame: eso no te hace débil.
Te hace real. Te hace valiente. Hay días en los que cuesta respirar. Días en los que el silencio grita más que cualquier palabra. Días en los que querrías que todo volviera a ser como antes, aunque sepas que ese “antes” también te dolía. Yo también pasé por ahí.
Y estoy aquí, diciéndote que sí se puede salir. No de golpe. No sin lágrimas. Pero sí… con verdad. Con pasos pequeños. Con decisiones que a veces duelen más que quedarse, pero que te devuelven a ti. No necesitas tenerlo todo claro hoy.
Solo necesitas empezar a elegirte. Si alguna vez te hicieron sentir que no eras suficiente, quiero que sepas esto: no fuiste tú. A veces la gente no sabe amar. A veces la gente ama con carencias, con ego, con miedo. Y tú no tienes que quedarte ahí para salvar a nadie.
Este es tu permiso. Para sanar. Para llorar. Para empezar de nuevo.
Este es tu recordatorio: no estás solx. Y no estás rotx para siempre.