Esta historia me fue contada por un pariente que cumplía una condena en un centro de privación de libertad. Decidan por ustedes mismos si creer o no, pero de todas formas la expondré.
A su celda fue asignado un hombre condenado a prisión por asesinato. La investigación encontró una serie de pruebas que contribuyeron a la sentencia condenatoria. La religiosidad del nuevo compañero de celda llamó de inmediato la atención de los presos. Esto era común ya que la mayoría de los reclusos se arrepienten después de cometer un delito y se "aferran a la fe". Así lo hizo mi pariente.
Cada noche antes de dormir, su nuevo compañero encendía velas y recitaba oraciones, pero no eran principalmente para pedir perdón por sus delitos, sino para protegerlo del mal. Parecía extraño que alguien que cometió un delito necesitara protección contra el mal. Sin embargo, después de un tiempo, la administración de la institución correccional decidió confiscar las velas del detenido, ya que, según ellos, esto ponía en peligro la seguridad contra incendios. Además, también le quitaron su libro de oraciones.
En ese momento, se resistió tanto que casi atacó al guardia para recuperar sus atributos ocultos. Los guardias tuvieron que usar la fuerza para calmarlo.
Después de eso, se sentó en el mismo lugar toda la noche, sin comer nada, murmurando oraciones como si estuviera desquiciado. Los compañeros de celda lo calmaron porque estaba interfiriendo con el sueño, pero mi tío se despertó esa noche al escuchar a alguien ahogándose. Se dio la vuelta y no creyó lo que veía. Encima de ese mismo hombre había una figura negra cuyas manos estaban unidas alrededor de su cuello. No se movía, solo intentaba respirar con dificultad. Lo único que mi pariente pudo escuchar fue un nombre, "Natasha". Despertó a sus amigos para que lo vieran, pero cuando se acercaron al cuerpo, el prisionero ya estaba muerto.
Se realizó una investigación que, como siempre, se mantuvo en secreto. Una de las pocas cosas que mi pariente supo entonces fue que este hombre estaba cumpliendo condena por el asesinato de su esposa, cuyo nombre era Natasha.