Lisbeth Hellmont es muchas cosas, para su familia es la chica ejemplar esa que no sale mucho de fiesta y siempre respeta el horario de llegada, la misma que se encarga de organizar las reuniones familiares y las galas benéficas de su familia.
Para sus profesores es la chica de notas sobresalientes, posee un récord de asistencia perfecta y reconocimientos de honor por su participación en el consejo estudiantil y comité organizador.
Para sus compañeros es la líder ejemplar del equipo femenino de atletismo y también la protagonista de la mayoría de las obras que preparan en su grupo de teatro.
Para sus amigas es la mejor consejera que existe y la persona más bondadosa que conocen, eso sin mencionar a su novio que la describe como la persona más increíble del mundo y su indicada.
Y la lista sigue, siempre acompañando su nombre de algún elogio.
Lisbeth Hellmont es la chica perfecta de su comunidad hasta que desaparece y la policía no encuentra su paradero, sólo tienen una investigación abierta, ninguna pista, ningún enemigo sólo un posible secuestro sin sentido.
Dos años después, un 16 de febrero Lisbeth aparece frente a una estación de policía sin querer hablar de lo ocurrido, ella volvió con varias lecciones de vida, es una chica con nuevas ideologías y mensajes para dar, el primero es que ya nada será igual, el juego empezó.