La hora más ocupada había pasado y volvimos a la calma.
Ahora ya sé que en la cocina están dos personas más, el esposo de la señora Eva, Ernest y su hijo, Bastian, de veinte años. No es tan grande como pensaba pero tienen el espacio suficiente para preparar emparedados, hamburguesas, papas fritas y un par de platillos más.
Supongo que la mejor manera de describir “Entre Dos”, que así es como se llama este lugar, es un restaurante para comidas ligeras y sencillas, para tomar un café y relajarse en el día.
Bastian se acerca a Stanley, quien está ordenando algunas tazas. — ¿Vas a llegar esta noche?
Niega. —Lo siento, tengo que hacer algo.
Bastian arruga la nariz. —Ah, Stan, te iba a presentar a Katie y su hermana, la hermana es para ti.
Supongo que la personalidad de Stanley también la tiene su primo porque él parece ser mucho más mujeriego que Stanley porque cuando le habla a algunas clientas, usa un tono coqueto. Aunque Bastian es guapo así que, no se ve tan raro según la sociedad.
Para mí sigue siendo raro, digo, si voy a tomar café no quiero que me coqueteen pero su cabello rubio, su barba corta y sus brazos anchos lo libran de ser considerado como tal.
Recuerdo que Corey solía hablar de ello, de cómo algunas veces las personas no se toman enserio las acusaciones de acoso porque el acosador es atractivo y eso hace que la víctima sea una burla.
Recuerdo que mencionó eso cuando Stanley pasaba a un lado de nosotros.
— ¿Katie? ¿No salías con Jazmín? —pregunta Stanley, recostándose en el mostrador.
Bastian hace una mueca. —Jazmín no es para mí, solo es bonita.
Ruedo los ojos, gracias al cielo él está allá atrás y no aquí, no podría soportar dos tontos juntos.
—Bastian —su padre lo llama—. Ven, vamos a cortar esto.
Señala hacia atrás. —Dime si cambias de opinión —se gira y cuando se da la vuelta me mira, me sonríe como le sonríes a un cachorro y sigue con su camino.
Suspiro, no ha hecho nada malo aún pero no dudo que pueda intentarlo cuando alguien no esté viendo.
Stanley lo ve alejarse y se acerca a mí. — ¿Estas feliz que trabajas con mi primo? ¿Te gusta?
Frunzo el ceño. — ¿Qué?
Se encoje de hombros. —Vi como lo mirabas.
Suelto una exhalación lentamente. —Stanley, solo cállate, ¿sí? Necesito este trabajo y si sigues hablando harán que me despidan y que me metan a la cárcel.
—No eres tan ruda —se inclina para quedar a mi altura—. Eres la pequeña y sofisticada Lacey Benson, ¿Qué me harás? ¿Sacarme la lengua?
Levanto mi mano y veo mis dedos. —No sabes cuantas veces he querido golpearte.
— ¿Besarme? —Pregunta, sonriendo de lado—. ¿Quieres besarme?
—Dije golpearte —obviamente dije eso, jamás besaría a Stanley, el único que he querido besar es Corey.
—Vaya, tendré que agregarte a la lista de espera —guiña su ojo.
Me cubro el rostro con las manos. —Esto es un castigo del universo por algo, estoy segura, ¿Cómo puedo sobrevivir?
Suelta unas carcajadas. —Tú exageras todo, sabes bien que podrías llevarnos mejor si no fueras una amargada.
—Tonto —bajo las manos—. Me llevaría mejor contigo si no fueras un idiota.
Hace un puchero. — ¿Me odias, Lacey Benson? Ay no, que triste, tendré que ir con alguna de mis chicas a llorar para que me consuelen.
—Eres un… ¿sabes qué? —Suspiro—. Hablo enserio, Stanley, déjame en paz. No vengo a pasar tiempo contigo, vengo a trabajar y tú también estas aquí para trabajar, así que solo deja que haga eso.
Entorna sus ojos. — ¿Por qué no fuiste al baile de fin de curso?
Junto mis cejas tanto como puedo. — ¿A qué se debe ese cambio de tema?
Stanley desvía su mirada hacia la ventana. —Nada realmente, es solo que esa noche no estabas ahí y quería burlarme de tu atuendo.
Por supuesto que esa es la razón principal de porque Stanley notaria mi ausencia. —No quería ir.
—Todas las chicas sueñan con ir al baile —suelta—. Sin duda no eres como las demás, ¿no? Digo, no eres normal.
Resoplo, si él supiera que la razón por la que no fui fue porque la única persona que quería que me acompañara, desapareció hace meses. —Nadie es normal, solo hay personas que fingen ser “normales” mejor que otras.
Stanley aprieta un poco sus ojos por un par de segundos, luego pregunta: — ¿Porque dices eso?
Me encojo de hombros. —Porque sí —me muevo al lado derecho, para salir por la puerta que divide el mostrador con la parte frontal—. Adiós.
Ya me he quitado el delantal y lo guardé en el espacio que me asignaron, tomé mi bolsa y estoy lista para irme.
No espero su respuesta, al mismo tiempo que alguien empuja la puerta, yo la tomo para sostenerla y dejar que una señora entre. Luego, yo salgo del lugar sintiendo el viento cargado de calor del exterior.
Allá adentro había aire acondicionado, aquí se puede sentir el verdadero clima de verano.
Otro punto a favor de trabajar será ese, no tendré que soportar el calor con bebidas heladas y ventiladores a máxima potencia, allá adentro se me había olvidado que es verano y que esta es un área mayormente cálida, ni siquiera en invierno es tan frio como en otras partes.
Como en la ciudad que iba a visitar Corey (O que visitó) donde cae nieve y necesitas empacar guantes.
Miro a mi alrededor, aún es temprano pero ya no tengo nada por hacer. Usualmente estaría con mi amigo, buscaríamos formas de divertirnos o llamaríamos a un par de personas más para que se unieran a algún plan espontaneo.
Pero hoy, me siento tan sola.
En la escuela no era tan malo, tenía a algunas amigas casuales, de esas que les hablas en clase y el caos del último año siempre te mantiene estresada, lo suficiente para no tener mucho tiempo de pensar en algo más pero, ahora que son vacaciones mi cerebro se ha saturado de Corey.
¿Qué le pasó?