Despues Del Final

8: Callie y Shane

 

— ¿Tu casa o la mía? —Stanley pregunta, saliendo al mismo tiempo del restaurante.

Lo fulmino con la mirada. —Tú a tu casa y yo a la mía.

Niega. —No, hablo que hoy voy a cuidar a tu hermano y dado que no tienes más amigos, estarás por ahí, ¿no? ¿Prefieres que lo cuide en tu casa o la mía?

Cruzo mis brazos. —Ya no tienes que cuidarlo, eso era en las vacaciones pasadas ahora yo estoy aquí y…

Me detengo, dándome cuenta que ahora Corey no está y yo no tengo planes, no he tenido planes en mucho tiempo. Stanley solía cuidarlo los martes y jueves, cuando mis padres llegaban un poco más tarde del trabajo pero ahora, yo he tomado su lugar durante las semanas de escuela.

—No lo has cuidado en unos meses —los meses que Corey no ha estado.

Se encoje de hombros. —Me agrada, mucho más que tú y él también me extraña, quiero cuidarlo.

Sonrío levemente, a pesar que intentó molestarme, me gusta saber que siente algo positivo por mi hermano. Mi hermano también siente cariño por Stanley, siempre habla de él. Es casi su modelo a seguir, uno muy cuestionable.

—Está bien, pero antes pasemos por frituras, necesito comida —digo.

Aunque la señora Eva nos deja escoger cualquier cosa del menú para que almorcemos, sin embargo, tengo mucha pena de pedir algo muy elaborado así que solo escojo emparedados y una pequeña ensalada.

— ¿Dónde aprendiste a cocinar? —pregunto.

—Con mi abuela —responde, ahora recuerdo que ya lo había mencionado antes.

Miro hacia el cielo. — ¿Por qué no estas preparándote para la universidad?

—Porque entraré hasta el siguiente semestre, quería un pequeño descanso antes de regresar a los libros y aulas.

Recuerdo que Corey me había dicho lo mucho que ansiaba ir a la universidad de arte, aunque nunca hizo nada extracurricular relacionado con eso. Sé que le gustaba dibujar y leer ocasionalmente pero no diría que era su pasión.

—Ven, aquí está el auto —señala.

 

Luego de pasar a una tienda de conveniencia, llegamos a mi casa. Papá tiene clases estos días, un curso de vacaciones para chicos que han tenido problemas con la ley y mamá trabaja en un hospital, es por eso que mi hermano pequeño necesita compañía cuando ellos no están.

Shane tiene diez años pero es bastante maduro para su edad, aun así, no está listo para quedarse solo por la tarde y la noche.

— ¿El entrenador sigue aquí, verdad? Shane no debería estar solo, no es seguro —dice.

Lo volteo a ver esperando que diga algo más, pero no lo hace. —Mi papá sabe que venía a esta hora entonces, sí, aún sigue aquí pero se irá pronto.

Sonríe. — ¿Sabías que tu papá quiere que salga contigo?

Toso varias veces. — ¿Qué?

Se encoje de hombros. —Hace un tiempo me dijo que ojala tú salieras con alguien como yo, luego me preguntó si iría al baile con alguien y le dije que no, me sugirió que te invitara.

Arrugo la frente. —Papá… debe dejar de buscarme novio. Los padres normales no hacen eso, los padres normales les advertiría a su equipo que no se acercaran.

Apaga el motor y abre la puerta. —En realidad, alguien más hizo eso pero no fue tu papá.

Me quito el cinturón al mismo tiempo que él, ambos salimos, yo sosteniendo mi bolsa con frituras y tres gaseosas.

Le hablo por encima de su auto. — ¿A qué te refieres?

Cierra la puerta, rodea el auto y toma la bolsa de mi mano. —Tenías un admirador en el equipo y él dijo que jamás intentáramos nada contigo, que tú eras diferente.

Intento recordar a todos los chicos del equipo de basquetbol, la mayoría eran simples compañeros con quienes me llevaba bien pero ninguno sobresale del resto. Tampoco hay nadie que alguna vez intentara salir conmigo.

— ¿Quién? —Junto mis cejas—. Dime, da igual, la escuela acabó.

—Estás hablando con él —sonríe de lado.

Un golpe en el pecho se manifiesta pero lo ignoro, sé que todo lo que hace Stanley es una broma y lo que hace es para fastidiarme. —Claro, te creo.

—Lo hice —llegamos a la puerta.

Antes que yo pudiera sacar mi llave, papá abre la puerta, sonriendo. —Hola chicos.

Stanley endereza la espalda. —Hola entrenador, vine por Shane.

Sonríe aún más. —Gracias Stanley, eres un gran chico —me mira—. Pasen chicos, ¿Cómo te fue en el trabajo, Lacey Masie?

Lacey Masie es mi apodo, Masie no es mi segundo nombre pero papá me dice así desde que soy pequeña. Me dijo que cuando él era un niño había una muñeca que se llamaba así, Lacey Masie, por eso el apodo.

—Bien, todo bien, casi me gano una propina pero alguien no colaboró en mi economía —le doy una mirada a Stanley.

Stanley rueda los ojos. —Entrenador, ¿Es malo que una persona se niegue a darle la información privada a desconocidos?

Papá niega. —Claro que no, es lo mejor, en estos tiempos no sabes con quien te estas topando. Es muy peligroso.

Shane entra de la parte de atrás, Callie lo sigue, cuando mi hermano mira a Stanley sonríe y corre más rápido. — ¡Hola Stanley!

Stanley dobla las piernas para sentarse a cuclillas. —Hola amigo —Callie se acerca y se sube a su rodilla, Stanley la acaricia—. Hola Callie.

—Bien, chicos, tengo que irme ahora o el trafico me atrasará —le da un abrazo rápido a Shane y luego a mí—. Si necesitan algo llamen y Lacey, por favor, revisa que todas las puertas estén cerradas cuando sea más tarde.

Asiento.

Stanley se levanta. —Tranquilo entrenador, mantendré a todos a salvo.

Ruedo los ojos pero papá lo ve con orgullo. —Gracias chico, nos vemos.

Cierra la puerta y pocos segundos después, escucho el sonido de su auto. Yo me inclino para tomar la bolsa que Stanley dejó a un lado y la levanto, me muevo hasta el comedor para dejarla ahí mientras tanto.

—Stanley, vamos a jugar, ¿sí? Ahora soy más alto, ¿lo ves? —se para de puntillas.

Stanley asiente, con los labios curvados hacia abajo. —Eres mucho más alto, estás impresionante, seguro serás el siguiente capitán del equipo en la secundaria.




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