STANLEY
Mike estaba ocupado besando a Pam en el sofá y Lina estaba con Marie en el otro, todos estaban haciendo lo que se supone que haces en las fiestas excepto yo.
Julia seguía tomándome del brazo y acercándose a mí mientras revisaba su teléfono, en un par de ocasiones subió la pierna a mi pierna y yo disimuladamente me moví.
No es que no me gustara Julia, era una de las chicas más guapas de la escuela, pero todo esto no me hacía sentir bien. Yo sé que he sido muy bueno mostrándome de una manera que la gente ahora cree que es mi verdadera personalidad pero no es así.
Ojala pudiera detenerlo pero es demasiado tarde, si lo hago, estaré solo y sé muy bien cómo se siente la soledad, sé lo que es perder algo, a alguien.
Julia se levantó y me tomó de la mano. —Vamos a otra parte.
Lo hice, porque no podía negarme, tenía que hacerlo o mis amigos pensarían que soy un idiota.
Ella me llevó hasta la parte de arriba y sabía cuáles eran sus expectativas de mí, ella como todos sabían lo que la gente dice de mí, conoce mi reputación y seguramente, estaba bien con ello.
Julia entró a una habitación y yo la seguí, sin siquiera terminar de cerrar la puerta, ella rodeó los brazos sobre mí pero yo di un paso hacia atrás.
—Espera —pido—. Julia, espera.
Sonríe. —No quiero esperar, vamos.
Podía sentir el alcohol en su aliento. —Escucha, no creo que sea buena idea estar aquí, no está bien.
Intentó besarme de nuevo pero me volví a mover.
— ¡Stanley! —reclama—. Vamos, ¿Qué te pasa? ¿No te gusto? Por favor, solo déjate llevar, vamos.
Ruedo los ojos. —Julia, vamos abajo, no quiero que piensen que…
Ella ríe. —Nadie piensa nada bueno de ti, ¿Qué te importa lo que piensen? Vamos, ven, relájate.
Tomó mis manos pero yo negué. —No, has estado bebiendo y esto no está bien, ¿lo entiendes? Esto es peligroso para ti, vamos, te llevaré a tu casa.
— ¿Qué? —Se cruza de brazos—. ¿Mi casa? No quiero irme, estás loco. No puedo creerlo, ¿sabes cuantos quieren estar conmigo?
Es mi culpa por no frenarlo antes. —Vamos, por favor.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. —Nadie me rechaza —apunta su dedo hacia mí—. Bien, vete, pero te arrepentirás, ¿Por qué aceptaste venir conmigo si no ibas a siquiera besarme?
Niego, sabiendo las respuestas pero ella no las comprendería. —Ve a tomar agua y busca a tus amigas.
Me empujó a un lado y abrió la puerta, insultándome cuando salió.
Yo permanecí en esa habitación por un largo rato, sabiendo que había hecho todo mal de nuevo. Siempre es lo mismo, siempre equivocándome y haciendo las cosas incorrectas.
¿Por qué no puedo cambiar?
¿Por qué soy un cobarde?
¿Por qué tengo tanto miedo?
Miro a la ventana y pienso en la persona que ya no está, en esa persona que pudo haberme hecho mejor que esto, pero eso nunca lo sabré.
El siguiente lunes, la escuela tenía un nuevo rumor sobre mí. Julia y yo estuvimos en la fiesta.
Dijeron que yo llevé a Julia arriba.
Dijeron que Julia quería llevarlo lento pero yo la besé a la fuerza.
Dijeron que Julia pedía ayuda y yo le cubrí la boca.
Dijeron que tal vez Julia sí quería y eso me confundió.
Dijeron que Julia podía estar embarazada.
Dijeron tantas cosas, cosas que eran mentiras tras mentiras y que se podían comprobar con el solo hecho de preguntarle a ella, ¿Por qué no hay pruebas médicas? ¿Por qué no me han arrestado? ¿Por qué siguió enviándome mensajes afirmando que nadie la rechaza?
Pero Julia se mudó y el rumor, permaneció.