—Hablaba enserio cuando te dije que saldríamos hoy. —Stanley sostiene la puerta por mí cuando salimos.
Hemos terminado otro día más, hoy hubieron muchas más personas pero ya estoy comenzando a tomar ritmo de todo esto, creo que se me da bien y no he tirado ninguna orden al suelo, eso es algo bueno.
— ¿Cuándo acepté? —cruzo mis brazos.
—Pues ahora, estás aceptando —señala su auto—. Vamos a un lugar que te gustará, ya verás.
— ¿Es una cita? —solo pronunciar esas palabras se siente extraño.
Me da un vistazo. —Sé que desearías tener una cita conmigo pero no, vamos solo como colegas, ¿sí?
—Sí, está bien —respondo más relajada.
—Es verano y tenemos que vivirlo, ¿no? Mira a tu alrededor, todos están felices y solo nosotros estamos trabajando.
—Hay muchas más personas que trabajan —le digo.
Chasquea su lengua. —Vamos, Lacey Masie, solo cierra esa pequeña boca y déjate llevar.
Le golpeo el abdomen con mi mano y vaya, su abdomen realmente es firme. —Cállate tú, no me digas que me calle.
Suelta una carcajada. —Eres tan ruda, ¿Cómo cabe tanta ira dentro de ti?
Me encojo de hombros. —Tú me provocas y luego no te aguantas.
Tenemos que cruzar la calle así que me muevo para atravesar, pero por ver a Stanley, no me fijé que venía una motocicleta muy rápido. Stanley me tomó del brazo y tiró con fuerza de mí hacia él, para evitar que me atropellara.
Stanley me toma entre sus brazos mientras lanza un insulto al conductor quien no redujo la velocidad ni un poco.
Mi corazón está acelerado, eso me asustó pero también está el hecho que Stanley me está sosteniendo con fuerza contra él, rodeándome con ambos brazos.
Me siento pequeña cuando me tiene de esa manera, pero también, segura.
Y eso es raro.
— ¿Estás bien? —ahora toma mis hombros y mira mi rostro con preocupación.
Me observa con los ojos abiertos, su rostro cerca del mío y mi corazón latiendo rápido y fuerte. ¿Por qué luce preocupado realmente? ¿Por qué no se está burlando?
¿Por qué no lo estoy empujando?
Respiro profundo. —Estoy bien.
Sube su mano para acomodar mi cabello lejos de mi rostro. —Ten cuidado, tienes que ver a ambos lados antes de cruzar, lo enseñan en primaria.
Sonrío nerviosa. —Estaba ocupada peleando contigo.
—Lacey, deja de pelear conmigo —susurra—. Mejor has algo diferente.
—Ah, ¿Qué? —ahora mi respiración también es más rápida.
Stanley se acerca a mi rostro y me habla directamente al oído. —Acompáñame esta noche, veremos el universo juntos.
Uno, dos, tres, segundos. Bien, hora de alejarlo.
Lo empujo para que se separe. — ¿Qué dices?
Suelta mis hombros y endereza la espalda. —Que iremos al planetario, hay una nueva exposición y de nuevo, es dos por uno.
Ruedo los ojos. —Deja de usarme para tus ofertas.
—No voy desperdiciar una oferta, jamás —toma mi mano—. Ven, toma mi mano cuando cruces la calle, no quiero que mueras… aun.
Dejo que lo haga. —Papa te mataría si muriera por tu culpa.
Cruzamos la calle y me suelta cuando estamos del otro lado. —Tu papá nunca haría eso.
—Hablando de mi papá —abre el auto y me hace una seña para que entre, cuando ambos estamos adentro, continúo hablando—: Ayer me dijo algo de ti.
— ¿Qué soy guapo, carismático y perfecto? —ajusta su espejo.
Ruedo los ojos. —No, me dijo que un día alguien habló de mí y tú me defendiste, o algo así, no sé —abrocho mi cinturón—. Sé que lo hiciste solo para quedar bien pero…
—Ah —interrumpe—. Sé a qué se refiere y para tu información, no lo hice para quedar bien con nadie, no sabía que tu papá estaba ahí. En realidad, en ese momento ni siquiera estaba en el equipo, entré el siguiente año.
— ¿Entonces tenías trece? —no recuerdo si papá me dijo la fecha.
Asiente. —Sí.
El auto comienza a moverse. —Pero, ¿Qué pasó? ¿Qué dijeron? —Hago una pausa—. ¿Qué dijiste tú?
Quizás papá recuerda las cosas de manera diferente a como sucedieron, tal vez no dijo gran cosa.
Se encoje de hombros. —Nada importante.
—Ay, vamos, dime —pido, bajando la ventana.
Él baja su ventana también. —Mejor escuchemos música —enciende el sistema de sonido y comienza a reproducirse una canción suave.
Su auto tiene una pantalla al frente donde muestra diferentes opciones, le doy un vistazo al nombre de la canción porque me gustó, espero recordarla para buscarla después.
—Dime, Stanley, dime, dime, dime —repito para desesperarlo.
Estira su mano y la coloca sobre mi boca. — ¿Cuántos años tienes? ¿Cinco? Basta.
Tomo su muñeca e intento bajar la mano pero la sostiene con fuerza. —Stanley —muevo mi cabeza pero él mueve también la mano.
—Vas a provocar un accidente si sigues molestando —advierte.
Finalmente baja la mano y yo lo suelto. —Eres un tonto.
—Tu eres una caprichosa, no puedo creer que he lidiado contigo por tanto tiempo —le baja de volumen a la música—. No eres más que una niña fastidiosa.
—No eres más que un egocéntrico —replico.
—No eres más que una falsa niña buena —contesta.
Recuesto mi cabeza en mi brazo, sobre el borde de la ventana. —Tú eres un falso, no yo.
—Pero aun así, con todos mis defectos, soy guapo, ¿no? —sonríe.
Cierro los ojos. —Eres un tonto, un cerdo y un narcisista —digo.
—No es cierto —siento su mano en mi mentón, abro los ojos y está sosteniendo mi rostro mientras conduce con la otra mano—. No soy un cerdo, soy un ser humano.
—Que gracioso —empujo su mano—. ¿Por qué no quieres decirme lo que dijiste esa vez? ¿Estás avergonzado?
Bufa. —Yo no estoy avergonzado pero, mira… ese chico dijo algo realmente estúpido y no quiero decirlo en voz alta.
Lo miro, tiene un perfil bastante bueno, no puedo negarlo. — ¿Es tan malo?
—Imagínate esto —dice—. Un chico hormonal habla sobre una chica, él tenía como quince años, creo que era compañero de Bastian y bueno, se quería hacer el gracioso con sus amigos hablando sobre una lista de como ellos le quitarían algo a varias chicas, si entiendes a qué me refiero con “quitar”.