Despues Del Final

15: El libro y la cita

 

Oficialmente llevo cuatro días trabajando.

No sé porque o como pero siento que he pasado mucho tiempo con Stanley, mucho más que en cualquier otro momento de mi vida y eso no está bien. No necesito distraerme de mi plan inicial, no estoy trabajando solo para ganar dinero sino para poder viajar en búsqueda de Corey.

Tampoco me sirve llevarme mejor con Stanley, necesito ganar esa apuesta para poder tener un transporte. No creo que me ayude solo porque sí, además, tendría que contarle detalles de Corey y yo, no quiero hacer eso.

Así que hoy, luego de trabajar, estoy decidida a no pasar tiempo con Stanley luego del trabajo y concentrarme en Corey. Tengo que empezar a pensar los posibles lugares donde él pueda estar, tengo que indagar sobre la dirección exacta de la casa de sus abuelos, porque escribió una pero no sé si sigue siendo esa y tengo que pensar también en cómo hacer las preguntas correctas.

—Hoy cuido a Shane también —avisa Stanley, saliendo al mismo tiempo que yo.

Niego. —Yo puedo cuidarlo, no importa, estaré en casa.

Se encoje de hombros. —Pero le prometí que la siguiente ves jugaríamos juegos de mesa, además ya le dije a mi abuela y le iba a preparar una tarta de fresa, lo están esperando.

Asiento, rindiéndome. —Bien, pero, um, yo estaré en casa y tu puedes estar con él en la tuya.

Stanley se detiene. — ¿A dónde vas?

Estaba tomando el camino a mi casa porque también decidí volver a caminar sin él, no quiero acostumbrarme a que me lleve de regreso, no quiero que luego lo use en mi contra para probar que ha sido amable.

—A casa —respondo, viendo por encima de su hombro.

—Pero mi auto está allá —señala—. ¿Quieres caminar?

Sonrío nerviosa. —Sí.

Bufa. —Bien, entonces, caminemos —me da una palmada en el brazo y camina hacia adelante.

Junto mis cejas. — ¿Qué? No, me refiero a que yo voy a caminar, tu puedes irte en tu auto y…

—No voy a dejar que tú camines sola —dice, serio—. Mira, ahora hay muchos turistas y sé que eres una chica lista y ningún hombre puede contigo pero, no voy a dejarte sola ahora, está oscureciendo.

Mi corazón está latiendo diferente, otra vez. — ¿Ahora eres bueno conmigo?

—Si te pasa algo, ¿a quién voy a molestar? —Eleva una ceja—. Imagínate si te pasa algo, ¿Con quién voy a liberar mi estrés molestándola todo el día? ¿A quién voy a decirle que su cabello parece un nido de pájaros en las mañanas? ¿A quién voy a…?

—Ya entendí —lo detengo—. Entonces, ¿lo haces solo porque quieres seguir molestándome?

—Claro —sonríe—. Una vida sin mí enemiga sería muy aburrida.

No quería hacerlo pero lo hago también, sonrío. —Sí que eres tonto.

—Y tú eres muy rara —toma mi brazo—. Ahora vamos a mi auto y pórtate bien conmigo, porque te guste o no, estas condenada a pasar el verano a mi lado.

—No quiero eso —respondo.

Tira de mí para que crucemos la calle. —Trabajamos juntos, eres mi vecina, yo cuido a tu hermano, básicamente tendrás que estar cerca de mi todo el tiempo, sí que tienes suerte.

—Muy mala suerte —digo.

Pasamos al otro lado de la calle. —Pero, hablando enserio, Lacey. No te vayas sola, si quieres ir a un lugar dime, hay gente que no es de por aquí y eso puede ser peligroso.

Otra vez, mi corazón.

— ¿Por qué me dices esto? —pregunto.

Se encoje de hombros. —Porque los hombres, la mayoría, son unos idiotas y los que no, tenemos que cuidar a las mujeres de los idiotas.

Resoplo. —Pero tú si eres un idiota.

—Soy un idiota de los buenos —dice—. De los que te molestan pero no te dañan, nunca te haría daño.

Pienso en nuestra corta historia como vecinos, en como él llegaba para molestarme y decirme sus bromas, en como siempre buscaba hacerme un comentario sarcástico pero nunca me hizo algo malo.

Realmente, ahora que lo pienso, Stanley nunca me hizo daño. Recuerdo a un par de chicos que fueron unos tontos y dijeron cosas sucias cuando caminaba a su lado, recuerdo a uno de sus amigos que le gustaba intentar tocar a las chicas y recuerdo a varios que tomaban fotografías a las chicas cuando no se daban cuenta pero, Stanley nunca me hizo nada de eso.

Sé que la gente ha dicho muchas cosas de él, como lo que pasó con Julia pero, hasta ahora ha estado a solas conmigo y no ha intentado nada.

—Eres raro —afirmo, pensando en lo contradictorio que es este Stanley con el de la escuela, el que pensé que conocía.

Nunca imaginé que Stanley fuera así, de los que se preocupan por las chicas y su seguridad, de los que llevarían a Julia a su casa porque estaba borracha y los que no iniciarían nada con ella porque no estaba en capacidad de consentir, de los que serían genuinamente agradables con mi hermano menor.

En realidad, Stanley ni siquiera cobra cuando cuida a Shane.

—Eres muy raro —repito.

Stanley abre la puerta del copiloto. —Tu eres rara, Lacey, ¿Quién rayos toma café con leche de almendras? Eso es asqueroso.

Ruedo los ojos. —No me gusta la de vaca y muchas personas son intolerantes a la lactosa.

—Pero la leche de almendras no sabe bien —reclama.

Lo empujo y entro al auto. —Cierra la puerta y conduce.

Suelta una carcajada cerrando la puerta, entra y se sienta en el asiento del piloto. —Que quede claro que no soy tu chofer.

Me abrocho el cinturón. —Parece que lo eres, eres mi chofer y mi guardaespaldas, también puedes ser mi cocinero, tal vez no es tan malo pasar tiempo contigo.

—Eres mala —afirma, sonriendo—. También soy tu niñero, ¿no?

—No —digo.

Él comienza a reír solo, lo veo confundida. — ¿Aun lees libros de romance, verdad?

Resoplo. —Sí, ¿Y qué?

Niega, con su mano. —Una vez fui a la biblioteca a buscar uno que estabas leyendo, era una historia sobre un chico siendo el niñero de un niño y se enamoraba de la hermana, no podía creer que leyeras ese tipo de historias.




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