Shane terminó de jugar con Stanley juegos de mesa ahora, ayudará a la abuela de él a preparar la cena.
Yo quería estar en casa pero Stanley insistió que estuviera ahí también, así jugaríamos tres personas porque solo dos no sería demasiada competencia. Tuve que aceptar luego que Shane me rogara y después de todo, no puedo decirle que “no” a mi hermanito.
Es demasiado adorable.
Pero ahora, ya puedo escapar. Le prometí a la abuela de Stanley que regresaría para cenar con ellos aunque ahora mismo estoy cruzando la calle para ir a mi casa y sentarme un rato a solas en mi habitación.
Tengo que recordar mi plan y últimamente siento que no he pensado tanto en Corey como lo hacía antes del verano. No es que ya lo olvidé y tampoco he renunciado a la búsqueda, nada me hará renunciar pero quiero enfocarme y esforzarme por no perder mi posible única oportunidad de encontrarlo.
—Eh, espera —Stanley me habla cuando llego al otro lado.
Me giro, suspirando. La noche está comenzando y puedo escuchar todos esos insectos escondidos en rincones que no veo, produciendo sonidos que únicamente escucho en esta temporada. También lo pájaros están volando de regreso a sus árboles, avisándole a los demás mientras vuelvan y se lanzan dentro de la copa de los árboles.
— ¿Qué quieres? —bajo los hombros.
— ¿Pero, porque te fuiste? —pregunta.
Él no estaba cuando le hablé a su abuela, fue a su habitación a cambiarse y ahora lleva una camiseta sin mangas. —Porque quiero estar a solas, regresaré para la cena.
Cruza los brazos. —Lacey, no puedes estar sola en casa, ¿Qué pasa si alguien intenta entrar?
Bufo. —Eso jamás ha pasado.
Niega, viéndome serio. —No porque algo malo no haya ocurrido aun significa que no pueda ocurrir algún día, hoy puede ser ese día.
Junto mis cejas. — ¿Quieres asustarme?
—Quiero cuidarte —responde demasiado rápido, creo que se arrepiente porque luego agrega—: cuidarte de la oscuridad, antes te daba miedo, ¿no? Me lo dijiste, aquel día.
Aquel día…
Antes de Corey.
Antes de odiarnos.
Antes de ser enemigos.
Stanley rasca el dorso de su mano varias veces, muy rápido. —Entonces, ¿Por qué quieres estar sola?
Ruedo los ojos. —La gente necesita momentos a solas, la soledad no es tan mala.
Sus cejas se elevan un poco. —La soledad es indeseable, ¿no? Las personas siempre huyen de ella.
—No —afirmo—. La soledad es soportable cuando aprendes a estar con ella.
Mira hacia un lado. —Bien, supongo que puedes estar a solas pero, ¿me dejas ir por una cosa a tu casa?
Frunzo el ceño. — ¿Qué cosa?
Aclara su garganta. —Ah, pues, una cosa. La dejé ahí, cuando entramos por Shane.
Resoplo. —Eres un mal mentiroso.
Baja sus ojos a los míos. —En realidad, se me da bien mentir.
Chasqueo la lengua. —Stanley, tengo que hacer algo privado ahora, solo regresa a tu casa.
Hace una mueca. —Hablo enserio Lacey, no me siento bien dejándote sola, yo sé que antes seguramente lo hacías pero ahora que hablamos más y, pues, no quiero.
— ¿Por qué no quieres dejarme sola? —cambio el peso de mi cuerpo al otro pie.
Exhala lentamente. —Antes, por las tardes y noches, salía con mis amigos y no me daba cuenta que tu pasabas tiempo a solas, no es nada malo pero, no me gusta la idea que no haya nadie a tu alrededor. Es peligroso.
—Pero es mi casa —me encojo de hombros, él me observa y realmente parece preocupado. Esta es una nueva fase de él, jamás lo vi con esa expresión.
¿Por qué?
—Callie —sus ojos se abren y sonríe—. No quiero dejar a Callie sola, se puede aburrir o estresar o…
—Bien —me rindo—. Bien, entra, me da igual pero quédate con Callie y déjame sola.
—Eres tan amargada —regresa su tono alegre—. Lacey Stacy, tienes problemas de ira.
Stacy es mi segundo nombre, uno que no me gusta porque decir mi nombre suena como una rima y cuando era más joven, mis compañeros me molestaban cantando mis nombres juntos. Ahora creo que era algo siempre y tonto pero en su momento sí me afectó, dejé de decir mi nombre completo.
Pero Stanley lo preguntó un día y nunca lo olvidó.
Me doy la vuelta y camino a mi casa, empujando la reja, Stanley pasa y él la cierra. Abro la puerta y enciendo el interruptor, Callie se acerca calmadamente a mí, luego mira a Stanley y se para sobre él para saludarlo.
—Hola chica —Stanley acaricia su espalda—. Lamento que tu dueña sea una amargada.
—Cállate —digo, caminando a mi habitación.
Si Stanley estaba preocupado por Callie que se quede allá abajo con ella, yo tengo que sentarme a revisar si Corey ha actualizado algo o si me ha respondido alguno de mis mensajes.
Cuando llego a mi habitación escucho algo detrás de mí, en realidad, alguien detrás de mí.
Stanley está caminando hasta aquí, tomando a Callie cargada a pesar que no es una perrita pequeña. La baja y ella entra a mi habitación pasando a un lado de mis piernas.
— ¿Qué haces? —le pregunto, cruzándome de brazos.
Sonríe, divertido. —Pues nada, Callie quería venir a verte.
—Sí, claro, Callie —digo, suspirando—. En ese caso, gracias, voy a cerrar la puerta y me quedo con ella.
Stanley se acerca a mí. — ¿Por qué no me quieres cerca, Lacey? —sube sus manos al marco de la puerta e inclina su rostro hacia mí—. ¿Acaso sigues teniéndome miedo?
Pico con mi dedo un costado de sus costillas, él reacciona cubriéndose ese punto. —Vete.
—No —contesta—. No tengo nada que hacer ahora, estoy aburrido. Mi abuela está entretenida con Shane y mi única amiga, Callie, está contigo, ¿Qué quieres que haga?
—Eres la persona más insistente del mundo —afirmo—. No aceptas un “no” como respuesta, ¿verdad?
Inmediatamente me arrepiento de decir eso, suena al tipo de rumores que se esparcían sobre él, aunque no lo quise decir por eso.
Suspiro. —Stanley —señalo hacia atrás con mi pulgar—. ¿Quieres entrar? Con una condición, te haré preguntas y tú me darás respuestas o sino, nunca más quiero que me hables.