— ¿Qué fue eso? —Stanley se mueve hasta el borde de la cama y sale rápido a asomarse por la ventana.
Yo me levanto también, colocándome los zapatos que me quité al comienzo de la película. Me acerco a su lado y veo qué ha sucedido.
—Oh, no —se inclina y ve hacia el lado derecho—. Alguien se golpeó contra un árbol.
Intento ver también pero no puedo, su espalda no me deja. Stanley se mueve rápidamente para tomar su teléfono y colocarse los zapatos, sale dejando la puerta de la habitación abierta y escucho sus pasos acelerados bajando las escaleras.
Yo lo sigo, apresurándome.
Cuando estoy abajo él ya salió de la casa, dejando esta puerta también abierta. Atravieso la salida juntando la puerta y noto que Stanley está caminando hacia un auto que, efectivamente, se estrelló contra un árbol de la siguiente cuadra.
Algunos vecinos también han salido, se acercan con cuidado.
Voy hasta allá, aunque no sé qué tanto puedo ayudar. Stanley está sosteniendo su teléfono, hablando con alguien y cuando está cerca del auto, les hace señas a otros vecinos mostrándoles su teléfono.
Estando más cerca, escucho qué dicen todos. —Traigan agua —pide un señor.
Abren la puerta del sedán rojo, se acerca una mujer y Stanley, ayudando a que la persona salga de ahí. Algunos perros ladran, seguramente por toda la conmoción.
Ayudan a que un hombre joven salga, tiene como veintitantos años, pero se ve cansado y asustado al mismo tiempo. Lo llevan a la orilla de la acerca y lo sientan, algo pasa una botella de agua y se la entregan.
— ¿Ibas solo? —Stanley pregunta.
Asiente dos veces. —Sí, sí, lo siento —su voz se quiebra—. Lo siento.
—Ya viene la ambulancia —una señora explica.
Levanta su mano. —Estoy bien, es solo que, estaba cansado, lo siento —confiesa.
Stanley suspira y se sienta a su lado. — ¿Qué pasó?
Veo que sus ojos, que ya están bastante rojos, se llenan de lágrimas. —Tengo que ir a mi trabajo, pensé que por aquí sería un atajo pero, me dormí y presione el acelerador —lame sus labios—. Perdón, pudo pasar algo horrible, perdón.
Una señora se asoma y le da una sonrisa amable. —Esta es mi casa, todo está bien, no te preocupes.
Él niega. —No, lo siento realmente. Fue irresponsable de mi parte, tengo un hijo y si hubiera lastimado a un pequeño, yo…
Stanley coloca su mano en el hombro. —Por favor, no se altere de más. Está bien, lo importante es que no pasó nada y usted está bien, ahora piense en su hijo y regrese a casa con él.
Entorno mis ojos. Stanley se comportaba correctamente frente a los adultos, siempre era educado y respetuoso y por eso creía que era falso pero, ahora mismo, no estaba obligado a nada y sin embargo, está ayudando a esta persona.
Veo el auto contra el árbol, pienso en su hijo y me imagino lo extraño que es como tus padres pueden estar pasando por un accidente y tú no tienes ni idea.
No, yo no le tengo miedo a la muerte siempre y cuando no sea la de mis seres queridos. No somos inmortales pero es nuestro instinto querer que nuestra gente continúe con vida.
Sin duda su hijo y él son afortunados esta noche, se volverán a ver. Quizás no fue un “gran accidente” pero, pudo ocurrir algo peor o en otro lugar, uno donde no hubiera un árbol que lo detuviera.
Stanley y el hombre hablan un poco más, él le cuenta sobre su hijo y cuando lo hace, sonríe. Stanley sigue a su lado, ayudándolo a calmarse junto con los demás vecinos.
Un par de autos pasan por aquí y bajan la velocidad, hacen preguntas y luego que alguien les responda, continúan con el rostro afligido.
Eventualmente, la ambulancia llegó y comenzaron a revisarlo. Al mismo tiempo, veo el auto de mamá también, cuando está cerca papá baja la ventana y busca con su mirada alguien que le pueda explicar.
Y me mira.
Levanto mi mano y me acerco a ellos, tomo el borde de la ventana. —Hubo un accidente —digo lo obvio—. Pero está bien todo.
— ¿Qué haces aquí tú? —pregunta mamá, preocupada.
Niego para calmarla. —Salimos a ver cuándo se escuchó el ruido.
Escucho que alguien se acerca, veo a mi costado y es Stanley. Mi hermano se asoma por detrás, sonriendo. —Hola Stanley, hola Lacey.
Le sonrío, Stanley sacude la mano. —Señores Benson, todo está bien, no se preocupen. Estaba con Lacey viendo una película y escuchamos, salimos para asegurarnos que nadie estuviera en peligro y ya está todo mejor.
Mamá asiente y papá sonríe más tranquilo. —Me alegro, gracias Stanley.
Callie se asoma también y ladra.
—Um, llevaré a Lacey ahora a su casa, solo dejó su teléfono en la mía —asegura—. Pero ya mismo regresa.
Papá sacude su mano. —No hay prisa chicos, solo tengan cuidado aquí en la calle, alguien puede pasar y golpearlos.
Asentimos.
Mamá sube una bolsa blanca de plástico. —Te trajimos comida, Lacey, si tienes hambre.
—Gracias —digo—. Ahora los veo.
—Claro —responde.
Callie vuelve a ladrar antes que ellos avancen un poco más hasta el frente de mi casa.
Stanley me mira. —Vamos por tu teléfono, ahí lo dejaste, ¿no?
Sí y ni siquiera me recordaba que no lo tenía conmigo. —Está bien.
—Solo… —levanta un dedo—, espera, ahora vengo.
Stanley se mueve con pasos rápidos a la parte de atrás de la ambulancia, veo que le habla al hombre quien luce un poco mejor y se estrechan la mano. Los paramédicos sonríen por lo que sea que Stanley haya dicho.
Regresa conmigo. —Vamos, Lacey Stacy o sino, revisaré tus mensajes en la noche.
— ¿Qué? —junto mis cejas.
—Si dejas tu teléfono revisaré todos los mensajes de los chicos que te hablan y les romperé el corazón —coloca su mano en mi hombro para que crucemos la calle, en el camino se despide con gestos de los demás vecinos.
—Tengo contraseña —afirmo.
Sonríe. —Tu contraseña es tu apellido y el mío juntos, ¿no?
Ruedo los ojos pero, ahora solo puedo pensar en algo. —Fuiste muy, um, útil con el accidente —afirmo—. Enserio, me sorprendiste.