Despues Del Final

21: Helados y un caracol

— ¿Otra vez quieres caminar? —Stanley pregunta, luego de salir.

Suspiro, esta vez necesito ir a la casa de Corey para confirmar si ha vuelto. Por unos meses ha estado vacía pero, ¿y si solo estaban de visita en otro lugar? ¿Y si han vuelto?

—Um, lo siento, tengo algo que hacer —le digo, continuando con mi paso.

—Espera, ¿Te vas? ¿A dónde? ¿No quieres que te lleve? —pregunta.

Niego. —Escucha, Stanley, ahora necesito hacer algo sola, ¿sí? Por favor.

Junta las cejas. — ¿De qué hablas?

Exhalo, mientras toco la punta de mi cabello. —Mira, entiendo que seas amigable pero, no eres mi dueño y ahora necesito hacer algo sin ti, ¿entiendes?

Entorna los ojos. — ¿Qué?

Aprieto los puños, solo estoy perdiendo el tiempo. Stanley no es nada mío realmente, ni siquiera somos amigos, no le debo explicaciones. —Adiós, nos vemos después.

—Lacey… —estira su mano pero me aparto.

—Déjame Stanley, no eres mi amigo y no quiero estar todo el tiempo contigo. —Camino más rápido luego de girarme, me apresuro para evitar que me siga pero no escucho pasos detrás de mí.

Sigo avanzando hasta que, luego de un minuto, veo su auto pasar de largo.

Se ha ido, al fin puedo hacer esto.

No puedo evitar sentirme un poco mal, pero Stanley no lo entendería. Para él Corey no significaba nadie importante, no era relevante en su vida. Para mí sí, para mí era mi mejor amigo y el chico que yo quería, el chico que también estaba enamorado de mí.

Suspiro, avanzando más rápido. Ahora necesito apresurarme, si lo hago, en menos de quince minutos encontraré una de las respuestas y quizás sea la más importante.

Sé que podría llamar uno de esos autos para que me lleven o buscar un taxi pero, admito que me siento un poco más segura si camino. Aquí hay gente de todas las edades y por la hora, está oscureciéndose. No sé porque pero siento que no debería subirme a un auto de un desconocido ahora.

Mis padres me matarían si descubrieran que no regresé a la casa directamente luego del trabajo. Después que Corey ya no estaba, yo no tenía transporte y aunque algunas veces mis padres me llevan a lugares, ahora mismo no pueden.

Y, sé que no quieren que siga buscándolo.

Se los dije, les dije que no iba a rendirme pero ellos me aseguraron que debería dejarlo ir. Que si no hay ningún reporte de la policía y si nadie investiga la casa, solamente se fueron.

Pero ellos no lo entienden, nadie lo hace.

Luego de caminar y caminar, llego al vecindario de Corey. Es similar al mío, nada fuera de lo común. A veces me imagino ser una de las vecinas de Corey, seguramente estas personas sí notaron la ausencia de los Evans, ellos también han de tener preguntas y quizás, respuestas.

Veo su casa del otro lado de la calle, aunque no completamente por un árbol que ocupa mi vista desde este ángulo. Me cruzo al otro lado, volteando al lado que acabo de abandonar donde unos chicos están afuera de un auto negro con música y las puertas abiertas, mientras toman algo en unas latas.

Avanzo y cuando puedo ver la casa mejor, mi corazón se hunde.

No hay luces, el pasto sigue crecido y nada ha cambiado, no pareciera que alguien adentro vive ahí. Aun así, me acerco más y voy hasta la puerta, la golpeo unas cinco veces y espero.

Espero.

Pero no importa si me quedo aquí toda la noche, no hay nadie. Es persona no era Corey, seguramente solo era un chico parecido él. Si fuera Corey la casa no estaría vacía, si fuera Corey me hubiera ido a buscar o me hubiera llamado. Si fuera Corey, no seguiría tocando la puerta sin que nadie saliera a abrir.

Me rindo, bajo la mano y retengo aire en mis pulmones. Por un segundo consideré entrar por alguna ventana o buscar la manera de confirmar que allá adentro no hay algo que me indique que han regresado.

Pero, ¿a quién engaño? Únicamente a mí, sigo pensando que quizás si insisto él aparecerá. Pero no está.

Me giro para regresar, camino arrastrando los pies y con la cabeza baja. El pelo me cubra ambos lados así que no noté cuando alguien se cruzó la calle hasta donde yo estoy.

Fue hasta que sentí una mano en mi hombro que me sobresalté y eleve la mirada. Es un chico, creo que es de los que estaban al otro lado de la calle. La música sigue sonando a todo lo volumen pero, ahora están viendo a esta dirección.

Trago saliva, con dificultad. Instintivamente me cruzo de brazos y mis hombros se elevan, tensos y alertas. — ¿Qué? —digo.

Él lleva el pelo corto, un bigote corto, una camiseta sin mangas y huele a cigarrillos. —Hola, no te he visto por aquí.

No le respondo, solo veo al frente y doy un paso más, pero él toma mi brazo y rápidamente me zafo. —No me toques, por favor.

Escucho a sus amigos reír escandalosamente, él sonríe. —Tranquila, ven con nosotros, estamos pasándola bien.

Sigo caminando pero él está siguiéndome, caminando a mi lado. Veo a mí alrededor, esperando que alguna persona me pueda ayudar ahora pero esta calle está vacía y los únicos que están, son sus amigos.

Bajo uno de mis brazos y lo muevo lentamente a mi costado, buscando mi teléfono entre la bolsa. Siento mis piernas débiles pero le ruego al cielo que no me fallen ahora, porque con cada segundo que pasa, la tensión aumenta en mi cuerpo.

— ¿Cuántos años tienes? —pregunta.

Lo ignoro, sigo caminando y él sigue a mi lado.

—Ey, no te haré nada, me gustas —afirma—. Ven, ¿quieres una cerveza? La estamos pasando bien.

Con mis dedos temblorosos y mis ojos que luchan por contener las lágrimas, encuentro mi teléfono dentro de la bolsa. Veo al frente y asegurándome que no hay autos, tomo la decisión de correr.

Aprieto mis dientes mientras acelero el paso, corriendo como jamás en la vida lo he hecho. Quisiera voltear para asegurarme que no está siguiéndome pero si lo hago, podré tropezar. Cruzo la calle y aunque las piernas me están ardiendo, sigo corriendo.

Sujeto mi teléfono con fuerza y lo veo rápidamente para desbloquearlo, corro más y más hasta que llego a otra calle, con un par de autos. Finalmente volteo por encima de mi hombro pero por suerte, no está siguiéndome.




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