Pete me envía un mensaje:
“Este es mi número, olvidé dártelo. Fue bueno verte hoy, luces muy linda. Pete”
Lo leo y sonrío, a pesar que no estoy considerando nada romántico con Pete, fue agradable su presencia junto con Jake y también, me hizo sentir mejor. Me sacó de mi estado apagado.
Stanley me da una mirada. — ¿Recuerdas cuando decías que yo era el que coqueteaba con todas las personas? Pues se te da bien también.
— ¿Me estás juzgando por ser una chica soltera hablando con alguien? —pregunto enojada.
—Jamás —dice—. Haz lo que quieras, es tu vida pero es un poco de doble moral que tú aplicabas tus prejuicios en mí.
—Pero tú si lo hacías, no niegues que coqueteabas con todas las personas que se te cruzaban en el camino —resoplo—. Incluso fuiste a coquetear con esa chica, Emmie.
—Emmie es diferente, no es como las otras chicas —suelta.
Tomo mi lata y le doy un sorbo. —Lo sé, es demasiado hermosa para ser real —ojala yo fuera la mitad de linda que es.
—No lo digo por eso —responde—. Emmie no es como las chicas que según tú, me has visto coquetearles.
—No me importa —tomo otra tortilla para hacerme otro taco—. Espero que Emmie no se fije en ti, es muy linda, merece alguien mejor.
Suelta una carcajada. — ¿Qué?
—Enserio, puede que seas guapo y atlético pero creo que ella tiene una persona buena, me da buenas vibras, tu no. —termino de preparo torpemente y doy un mordisco.
—Ni siquiera la conoces —afirma.
Quiero saber de dónde la conoce. —Pero igualmente, se siente las vibras, es real. Es algo, científico.
—No es científico —Stanley toma la otra lata y la abre con una mano—. ¿Entonces estas celosa?
Bufo. —No, ¿Por qué estaría celosa? ¿Acaso no viste que Pete vino y me pidió mi número? Quizás vaya un rato con él.
— ¿Pete el perro? —pregunta frunciendo el ceño pero ocultando su sonrisa con la lata.
Chasqueo la lengua. —Deja de bromear, tal vez yo, um, vaya con él ahora.
—Claro —da un sorbo—. Pásala bien.
Me encojo de hombros. —Lo haré.
—Salúdalo por mí —pide.
Resoplo. —Lo haré, ¿Por qué no vas con Emmie? Ya que ella es tan diferente, seguro es mejor que estar conmigo.
— ¿Por qué no te has ido con Pete, ya que yo tengo malas vibras? Seguramente es mejor que estar conmigo. —Replica.
—Lo haré —me levanto, sosteniendo mi taco.
Él se levanta también. —Hazlo, yo también me iré.
— ¡Bien! —doy una mordida.
— ¡Bien! —Stanley le da un trago.
Y… nada, no nos movemos. Solo nos miramos mientras seguimos de pie, yo mastico y él bebe.
— ¿Por qué no te has ido? —pregunta, bajando la voz.
Levanto mi taco. —Estoy comiendo.
Acerca la lata a mi rostro y la pega a mi mejilla, está a temperatura ambiente. —Eres adorable cuando peleas.
—Te patearé —digo, apartándome.
Stanley toma un trago largo y luego exhala. —Emmie está ahora mismo con su novio, por cierto.
Sonrío. — ¿Te rompió el corazón?
—No —señala a su pecho—. Aquí solo llevo tu nombre, muñeca.
Me siento de nuevo, esta vez mi pecho está más tranquilo, ya no tengo la pesadez en mi interior. —Quiero más pastel.
—Te daré lo que quieras, bebé —contesta.
Lo fulmino con la mirada y él explota en risas.
Es un poco más tarde, ya recogimos toda la comida y fuimos dejar la canasta al auto. Stanley me acompañó al área de los baños y luego regresamos para sentarnos en el pasto.
—Mañana cuidaré a tu hermano —afirma.
Asiento, viendo hacia el cielo, lentamente se hace más y más oscuro. —Sí, otra vez estarás ahí.
—No finjas que no te gusta verme todos los días —molesta.
Suspiro, fijando mi mirada en un pájaro que sobrevuela el lugar. —Um, entonces, estaba pensando en esas películas que me dijiste la otra vez, ¿no quieres ver otra?
Stanley gira su rostro y lleva su mano sobre su pecho. — ¿Quieres una segunda cita?
Bufo. —Esta no es una cita —doblo las piernas, una sobre otra—. De todas formas, ¿Quién coquetea en una cita con otra persona?
Me señala. —Tú estabas coqueteando con ese chico.
Deslizo mis dedos sobre el pasto, tirando suavemente de las delgadas hojas sin arrancarlo. —Yo no estaba coqueteando con Pete, me refería a ti y esa chica, Emmie.
—Ya te dije que Emmie tiene novio —afirma—. Y bueno, tú lo dijiste, soy un hombre soltero que puede coquetear.
Chasqueo mi lengua. — ¿Cuándo fue tu ultima relación? Digo, algo formal y real, ¿Cuándo tuviste tu última novia?
Silba. —Eh, creo que nunca —junta sus piernas y las dobla un poco, coloca las manos sobre sus rodillas—. Nunca le he pedido a nadie que sea mi novia y bueno, he salido con chicas pero no…
— ¿No qué? —interrogo.
Mueve sus dedos como si estuviera pensando. —Digamos que se aburren de mí.
Expulso una carcajada incrédula. — ¿Se aburren de ti? ¿De Stanley Hayes, el capitán súper atractivo que derrite a cualquiera? —uso un tono sarcástico.
Me fulmina con la mirada. —Desmintiendo más rumores sobre mí, resulta que no soy el mejor chico con las chicas —sonríe irónicamente—. Las personas me miran y creen que me voy a comportar de una manera pero cuando no lo hago, prefieren irse con alguien más. Estoy bien con eso, no voy a retener a nadie.
— ¿A qué te refieres? —levanto mis piernas también como él.
Suspira. —Pues, no sé, no soy tan… a veces solo, yo… —pasa la mano por su cabello—. Yo sé que te vas a burlar pero, yo no quiero solo tener algo físico o temporal, quiero algo real aunque no sé cómo lograr esa conexión.
Entorno los ojos. — ¿Real como qué?
Gira su rostro y me mira a los ojos, su mirada es penetrante. —Como sentir que estás en el lugar correcto, que estás a salvo.
En algún lugar alguien está reproduciendo música, tal vez un grupo de amigos escuchando su canción favorita en un auto, tal vez un concierto lejano con altavoces o tal vez, alguien cerca de nosotros que no habíamos notado.