Despues Del Final

32: El secreto de Stanley Hayes

Lo sé, no debí hacer eso.

Si ya estábamos mal con Stanley, ahora estamos peor. Mi enojo por la forma en que me ignoró cuando me caí sigue ahí y bueno, yo dije todas esas cosas sobre él.

Ahora es la hora de irme pero se siente tan extraño hacerlo sabiendo que Stanley no me llevara a casa o a comer o a cualquier parte pero juntos. Tal vez incluso se encuentre con Emmie.

Las cosas pasan demasiado rápido en mi vida últimamente.

Salgo antes que él, ajusto mi bolsa y camino en dirección a mi casa. No hay problema para mí caminar, así es como pensaba que iba a regresarme todos los días.

No pensé que Stanley me llevaría a mi casa como lo hizo estos últimos días.

Mis rodillas me duelen cuando hago ciertos movimientos así que bajo el ritmo de mis pasos y suspiro, viendo al frente. Tengo que aprovechar la luz de la tarde así no me siento como aquella vez con esos chicos cerca de donde Corey vivía.

Tomo mi teléfono y le envío mensajes a Corey, sé que no me va a responder y sé que siguen almacenándose en su bandeja abandonada, como cartas que nunca fueron entregadas.

Me imagino mis mensajes de esa manera, cartas apiladas en alguna oficina de correos fuera de servicio. Los pájaros volando sobre mí deben preguntarse porque esta chica insiste tanto, ¿Quién cree que puede encontrar a su amigo después de no verlo por tanto tiempo?

Yo.

No voy a rendirme con Corey, no me importa lo que mi familia, Stanley o el mundo diga. Yo voy a encontrar las respuestas y si lo tengo que hacer sola, lo haré. Voy a encontrar a Corey y voy a estar bien.

— ¿Lacey? —giro mi rostro y es Russel, deja caer un cigarrillo al pavimento y lo presiona.

Suspiro, no necesito esto ahora. —Hola, lo siento, tengo que irme.

— ¿A dónde? —se acerca—. ¿Te acompaño?

Aunque no siento lo mismo que sentí con esos chicos, no estoy totalmente cómoda. Aunque al menos lo conozco un poco, supongo que no será tan tonto de intentar hacerme algo cuando mi papá fue su entrenador y todos saben s es él.

—Um, me están esperando —miento—. Allá, en la otra calle.

— ¿Tu novio? —pregunta, a pesar que ya no está fumando, sigue oliendo a humo.

—Eh, no —cruzo mis brazos—. Mi papá, está allá con sus amigos —solo intento que él aparte cualquier idea conmigo.

—Ah, tu papá —bufa—. ¿Sabes que Stanley era su favorito? Me alegra ya no tener que lidiar con él, sin ofender.

Asiento y no le respondo nada más.

—Pensé que tú y Stanley tenían algo, ¿sabes? Pero estas sola y sin él —dice.

Miro hacia el frente, ¿Qué haré si sigue caminando conmigo y descubre que mi papá no está ahí? —Ah, no, Stanley es solo mi vecino.

—Um —pasa la mano por su cabello—. ¿Pero fueron algo? ¿Tuvieron algo?

Arrugo la nariz. —No, qué horror.

Sonríe. — ¿De verdad? Qué raro, Stan constantemente nos decía que no habláramos de ti —ríe—. Es que mira, sabes cómo somos los chicos y a veces hablábamos de que chica estaba más guapa, quien tenía mejor cuerpo y eso.

Aprieto mis labios, intentando ocultar mi incomodidad.

—Y también hablábamos de las que eran “guapas pero aburridas” —suelta una carcajada molesta—. No te ofendas pero ahí estabas tú, es que nunca hacías nada divertido y jamás ibas a fiestas.

—No me gustan —contesto, irritada.

—Se nota pero igualmente, Stan todo el tiempo decía: “Dejen de mencionarla” “No hablen de Lacey” “Déjenla en paz” —lo veo de reojo—. Pensábamos que solo quería tenerte para ganar favores con el entrenador, sin embargo nunca los veíamos juntos y si se encontraban, se peleaban.

Me detengo y giro a verlo. — ¿Pensaban que Stanley quería ganarse a mi papá saliendo conmigo?

Asiente. —Ajá y por eso no nos acercábamos a ti, a veces alguno lo intentaba pero si tú no les hacías caso, él se aseguraba de que no te molestáramos —rueda los ojos—. Todos estábamos esperando a verlos saliendo para reclamarle eso pero nunca ocurrió, por eso pensaba que quizás ahora ustedes sí estaban saliendo.

¿Por qué haría eso?

—No —bajo la mirada—. No nos llevamos bien, en realidad.

Resopla. —Supongo que no pero eso no evitaba que te defendiera, tal vez sí quería ganarse al entrenador defendiéndote —hace una mueca.

Intento pensar en esa posibilidad pero ahora, ya no importa. Stanley ya tiene la universidad asegurada, ya no jugará para ningún equipo escolar y no obtendrá ningún beneficio de mi padre.

—Entonces, ¿sales con alguien? —pregunta.

Asiento sin pensarlo. —Sí —la imagen de Corey me viene a la mente—. Tengo novio.

—Ah, no sabía —se encoje de hombros—. Si quieres puedes pasarte por la playa, mañana iremos y estaremos hasta el lunes, puedes llevar a tu novio, que por cierto, ¿es de la escuela?

Hago una mueca. —Em, algo así, estuvo ahí.

—Ah, bien —rasca su cabeza—. Entonces nos vemos por ahí, hoy no estabas tan tensa como aquel día.

Ruedo los ojos. —Tú fuiste un tonto y lo sabes.

Camina hacia atrás, despeinando su cabello al pasarse los dedos. —Los chicos serán chicos, ¿no?

Russel se da la vuelta y camina al lado contrario. Al menos me dejó sola de nuevo.

— ¿Dónde está Stanley? —Shane pregunta cuando entro a la sala.

—Hola hermanito, que bueno verte —digo, tirando mi bolsa sobre el sofá.

Se encoje de hombros. —Es que siempre vienes con él.

La manera que Stanley me vio cuando giré y descubrí que había escuchado todo eso. En su mirada había enojo, decepción y también, algo roto. Algo que no he visto seguido en él.

—Pues ya no —me siento en el sofá y doblo las piernas—. No somos amigos.

Shane arruga su nariz. —Pues si es mi amigo, no me importa que no sea tu amigo.

Miro alrededor. — ¿Dónde está Callie?

—Atrás, me cansé de jugar con ella —dice—. Callie tiene mucha energía.

Papá baja las escaleras y me sonríe cuando me ve. —Lacey Masie, ¿Cómo estuvo tu día?

Uh, bueno, ¿por dónde empiezo? —Um, bien —coloco mis manos en mis rodillas y automáticamente siento dolor, aprieto los ojos—. Auch.




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