Nos hemos recostado en el pasto, Callie también se nos unió en medio de nosotros.
—Mira la luna —señala.
La veo, brillando pero desapareciendo levemente. —Es hermosa.
Stanley exhala. —Entonces, ¿Qué quieres saber? —pregunta bajando la voz.
Muerdo mi labio. —Um, me dijiste que fue hace años, ¿Qué pasó?
Hace una mueca como si acaba de golpearse pero es seguro, porque sus memorias le causan esa reacción. No quiero infringirle dolor pero sé que al no hablar de lo que te lástima, te sigue causando grietas y marcas que nunca sanan.
—Bueno —empieza, aclarando su garganta—. Eran las vacaciones de verano, mis padres decidieron ir a un lugar que alquilaba cabañas cerca de un lago. Ya llevábamos unos días ahí, mamá solía salir a caminar temprano porque era una mujer muy saludable y energética.
Hace una pausa, viendo hacia el más allá. Yo permanezco en silencio, escuchando sus respiraciones mezcladas con los demás ruidos del exterior.
Suspira. —Era un lugar a unos veinte minutos de donde vivía, no era un pueblo grande, era pequeño solo había una escuela, un centro comercial y varios punto se juntaban porque pues, no sé, no habían muchos habitantes.
Me reacomodo, dejando que Stanley tome las pausas que necesite. Para mí esto es ajeno pero para él, es como una película que se reproduce en su cerebro una y otra vez. Él ve todos los detalles, recuerda cómo se sentía el clima, rostros de personas que yo desconozco.
—Mamá siempre me pedía que la acompañara pero yo prefería dormir… debí ir con ella —suelta una exhalación con enojo—. Uno de esos días, ella salió pero antes me dio un beso en la frente y yo fingí estar dormido para que no me pidiera que fuera con ella, no sabes lo mucho que me arrepiento no haberla besado de vuelta. De no haberle pedido que se quedara.
Sube su mano y limpia las lágrimas que se deslizan por los costados.
Me giro recostándome de costado, viéndolo de lado. Con duda, acerco mi mano a su hombro y lo muevo en círculos. Él coloca su mano sobre la mía y me da un apretón.
Continúa con su mano sobre la mía. —Esa fue la última vez que la vi —lame sus labios—. Para llegar al lago había una carretera en medio de un boque, no sé cuántos kilómetros exactamente son pero, son los suficientemente largos para que una madre desaparezca.
Junto mis cejas. — ¿Alguien más la vio?
Asiente. —Varias personas, como te digo ella era una persona con energía y siempre saludaba a todos. Se hizo amiga de muchas personas en ese lugar, varias personas la vieron pasar y caminar hacia el bosque, una mujer que estaba corriendo por ahí afirma que la vio pasar del otro lado de la carretera. Ella fue la última.
Mi respiración es lenta mientras una presión en mi pecho me golpea. Solo puedo imaginarme como seria si hoy les pasara algo a mis padres, sería tan devastador.
Con su otra mano, pasa sus dedos entre su cabello dos veces. —Las horas pasaban y no regresaba, papá pensó que algún auto la había lastimado y llamamos al único hospital, llamamos a la policía, a los bomberos. Nadie la vio, ¿Por qué? —mueve su mano sobre sus ojos y comienza a llorar.
Me acerco un poco para recostar mi frente en su brazo. Escuchar sus sollozos me duele, mucho. Callie se levanta y se acerca a su rostro para lamerlo, eso lo hace calmar y la acaricia.
—Lo siento —sorbe por su nariz.
Bajo mi mano para colocarla sobre su pecho. No hay nada romántico en esto, genuinamente quiero que sepa que puede llorar si quiere. No es sobre nada más, este momento es para reconfortarlo.
— ¿No hubo alguna noticia? —pregunto—. Digo, en este tiempo, ¿nadie ha dicho nada?
Siento como sus pulmones se llenan de aire y lo saca. —Bueno, hace cuatro año encontraron restos, de alguien —mis ojos se abren, un escalofrío me recorre entera—. Pero no era ella, era una chica que llevaba cinco años desaparecida.
Cierro los ojos por un segundo. — ¿Saben quién hizo eso?
—No —confiesa—. No, pero antes de mamá igual pasaron algunas cosas ahí, mucho antes.
¿Qué se dice en estos casos? Jamás me había enfrentado en una situación de este tipo. Todos escuchamos en las noticias sobre personas desaparecidas pero nunca nos detenemos a pensar en ellas después que la noticia acaba.
— ¿Cómo era ella? —pregunto, haciendo que vuelva a los recuerdos felices.
Mueve su mano y acaricia mi brazo. —Era dulce, divertida, le gustaba bailar y era tan creativa —escucho como el tono de su voz ha cambiado—. Mamá era una persona llena de luz, llena de amor.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Ni siquiera la conocí pero la manera en que la describe es tan honesta.
—Mamá amaba la vida, amaba las flores —me separo un poco para poder verlo pero permanecemos juntos, mi mano sobre su brazo mientas que recuesto mi cabeza con mi otro brazo—. Amaba a Dios, ella me leía la Biblia todo el tiempo pero siempre lo hacía de una manera especial, había una historia que me contaba que siempre me hacia sonreír.
— ¿Cuál? —Mueve su brazo izquierdo para tocar mi mano—. Cuéntamela.
Sonríe con melancolía. —Ella hablaba de como Jesús tenía que ir a algún lugar, pero tomó otro camino y en un pozo, creo, se encontró con una mujer. Ella había estado casada con muchos hombres era la vergüenza del pueblo y según decía, ellos no podían hablar no solo porque Jesús era un hombre y ella una mujer y habían muchas leyes sobre eso sino que eran de distintos lugares.
Callie se recuesta también, cerca de Stanley al otro lado.
—Y Jesús le dijo eso, que ella tenía varios esposos pero en lugar de condenarla, fue a ella que se le presentó con El Mesías. Lo hizo a una mujer, una que vivía con vergüenza y los hombres probablemente la decepcionaban una y otra vez —hace una pausa—. Mamá me dijo que ese era el verdadero Jesús, quien se desvía solo para buscarnos y no le importa lo que la gente dice de nosotros, él conoce nuestros corazones.
—Que linda forma de contarlo —admito.