Viernes.
Mañana será el viaje, uno que no le he dicho a mis padres que haré.
No les dije nada sobre que no iré a trabajar, asumirán que a eso fui pero en realidad estaré en un viaje de tres horas y media a un destino que jamás he visitado para buscar a quien alguna vez fue mi mejor amigo y el chico que me gustaba.
Tengo tanto nerviosismo que no he dejado de mordisquearme las uñas y eso que yo no me muerdo las uñas jamás.
Stanley me dijo que ya hizo todo el plan, pasará por mí en la mañana como siempre y luego iremos a desayunar para verificar la ruta y revisar aspectos del auto, luego se asegurará que todo esté bien y así, emprenderemos la marcha.
Stanley tampoco le dijo a su familia que irá al lugar donde su madre desapareció hace años. Tal vez no es algo que les gustaría que él hiciera solo o quizás, no quiere preocuparlos, no lo sé.
Luego de conducir llegaremos al centro de la ciudad y Stanley me dijo que según la dirección, tendremos que conducir unos diez o quince minutos más para llegar al área donde viven los abuelos de Corey, si es que no ha cambiado mucho por ahí.
Parece que Stanley conoce el lugar mejor de lo que creí, al parecer él se la pasa viendo cualquier cosa relacionada a ese lugar en caso algo ocurra. Se sabe el nombre de las calles, los lugares importantes, los edificios de gobiernos, hospitales, hoteles y la estación de policía.
A veces me pregunto cómo sería mi vida si eso me hubiera pasado a mí. Si mamá o papá hubieran desaparecido de la nada, ¿Qué pensaría yo? ¿Reaccionaria como Stanley? ¿Podría contárselo a alguien como él lo ha hecho conmigo?
No se supone que nos quedemos mucho tiempo por ahí, depende de cuánto nos tome encontrar a Corey o algo sobre él, estaremos unas dos horas y luego iremos a la carretera que dirige al lago.
Donde su madre desapareció.
Eso es algo que también le he dado vueltas. Estoy segura que quiero estar con él en ese momento pero, será algo muy fuerte y solo espero actuar correctamente o decirle algo que le ayude. Sé que es difícil, a este punto ya escuchó de todo pero, solo quiero ayudarlo.
Ayer por la noche estuve buscando noticias sobre su madre usando su nombre y encontré algunas de ese año para nada más. Realmente la gente siguió con su vida a pesar que una familia, la familia Hayes Callan, no lo hicieron como antes.
Es tan extraño ver tantos casos tristes y dolorosos a diarios y luego, ni los recuerdas. Es normal, después de todo, son demasiados pero a veces se nos olvida que esas personas tenían toda una vida y algo o alguien las interrumpió.
No quiero hacer teorías de lo que le pasó a la mamá de Stanley en especial porque no hay pruebas de nada, no encontraron ni una prenda suelta o alguna cámara captó algo misterioso pero, puedo imaginarme lo que la mayoría piensa.
Pero al convivir con Stanley, al escucharlo hablar sobre situaciones que él conoce y al ver algunas de las películas que a él le gustan, he empezado a creer en lo imposible.
Eso es lo que yo quiero para ella, que lo imposible le ocurra. Que en el mejor de los casos, de manera incomprensiblemente real, ella está bien y siempre lo estuvo. Que solo le pasó algo menor que la llevo a una desaparición inesperada pero nunca sufrió.
Porque a pesar que no la conocí, duele imaginarme que haya sufrido aunque sea un poco. Especialmente cuando he visto la manera en que Stanley llora, en como sufre en silencio y la forma en que sus ojos se llenan de amor y dolor cuando habla de su mamá.
— ¿Quieres ver una película? —me pregunta, sentado en el borde de mi cama.
Asiento. —Está bien, escoge una buena.
—Siempre lo hago —presume.
Miro hacia la ventana y recuerdo la primera vez que vi el camión de mudanzas, cuando noté una pequeña figura y me alegré que quizás alguien de mi edad sería mi nuevo vecino.
—Oye Lacey —volteo—. Um, ¿Aun vendrás conmigo a la renovación de votos, verdad? Digo, aun si con Corey…
—Sí —lo detengo—. Sí, iré, de todas formas me cae bien tu familia y quiero comida gratis.
Sonríe. —Gracias.
— ¿Qué película veremos? —pregunto.
Levanta su dedo índice. —Estoy pensando que ver “El Náufrago” es una buena idea, creo que te gustará.
—Bien —me levanto de la silla y le hago una seña para que bajemos.
Stanley sonríe de lado. — ¿Recuerdas cuando me preguntaste sobre Julia aquel día?
Asiento, un tanto avergonzada al recordar como en ese momento pensaba que Stanley era un chico que lastimaba a chicas.
—Esa noche me sentí bien, después de contártelo. Nunca lo había hecho, por primera vez me había defendido de los rumores —afirma, estira su mano.
La tomo, sin dudarlo. —Me alegro por ti, aunque los rumores sobre tu siendo un tonto son ciertos.
—Lacey, Lacey —tira suavemente de mí y me hace dar un paso hacia él—. ¿Cuándo dejarás de ser tan mala conmigo? Soy un chico bueno contigo.
—Si claro —tiro de él para que se levante.
Lo hace, pero permanece muy cerca de mí. — ¿Quieres que sea un chico malo?
Arrugo la nariz. —Basta, que vergüenza, suenas tan raro.
Su otra mano toma mi mentón. — ¿Alguna vez besaste a alguien? ¿Además de mí?
Chasqueo la lengua. —Eso no fue un beso —afirmo—. Y, pues, no realmente.
Sube más mi mentón para que lo vea a los ojos, estar así de cerca y notar cada una de sus facciones siempre me hace admitir lo guapo que es. —Claro que fue un beso, pero si quieres, podríamos darnos uno más real para ti.
—Hazlo y te empujo por la ventana —digo, aunque puedo sentir mis piernas menos firmes.
Muerde su labio inferior, claramente jugando pero, no evita que me corte la respiración. —Valdrá la pena el golpe.
Mi teléfono comienza a vibrar y eso me saca del trance en que había entrado por su culpa, intento moverme para contestar pero él me acerca, tomándome por la espalda. —Ignora eso.
—No —empujo su cuerpo y me muevo hasta ahí, lo veo y es una llamada de papá—. ¿Hola?