STANLEY
Lacey estará siempre en mis recuerdos pero es probable que no en mi vida.
Ella está ahí, con Corey Evans y las mismas emociones que sentía cuando los veía juntos en la escuela, regresan.
Sé que mamá me recordaría que no es bueno guardar rencor, que Corey era un niño cuando dijo esas cosas y que no es su culpa que Lacey se haya fijado en él pero, eso no signifique que no me duela esto.
Las chicas que me han besado, las que se acercaban a mí, con quienes iba a fiestas y me buscaban son todas lindas, divertidas y cada una tenía algo que las hacia destacar pero nunca quise dejar mis barreras por ellas.
No era su culpa, era la mía. Tal vez la mayoría hubiera sentido empatía, tal vez si no me hubiera ocultado en la imagen del chico que ama las fiestas y estar rodeado de personas hubiera encontrado amigos reales pero, tenía tanto miedo.
Aun siento miedo, cuando Lacey hace preguntas o yo digo algo sobre mí, tengo miedo que después me arrepienta de haberlo hecho pero eso se disipa cuando me mira de una manera única.
Corey no tiene idea de lo afortunado que es, si Lacey se hubiera fijado en mí jamás pensaría en huir de ella. ¿Quién quiere escapar de una chica así? es dulce, divertida, compasiva y es preciosa. No me importa lo que otros piensen o lo que ella piense de como se ve, es preciosa.
Ella cree que no me he dado cuenta cuando revisa su rostro por los granitos que le salen, cuando se presiona la nariz como si quisiera hacerla más angosta o cuando dice que sus dientes no son rectos como los míos pero, no me importa nada de eso.
Estaba espera de mala gana que en algún momento se abrazaran y que posiblemente, se besaran pero en lugar de eso, Lacey se giró y se alejó de Evans sin ningún abrazo.
Miro a Corey y él a mí, no sé qué está pensando pero se nota que tiene muchas preguntas.
Lacey se acerca a mí y yo la miro, aun esperando que me avise sobre que se quedará un rato con Corey, que irá a comer con él o que puedo regresarme pues este es su nuevo hogar.
Sin embargo, abre los brazos y me rodea con ellos.
Eso me toma completamente desprevenido pero automáticamente, la abrazo y dejo que entierre su rostro contra mí. Muevo mis ojos hacia Corey, quien se ha dado la vuelta y está cruzando la calle.
Por la manera en que Corey actúa y esta acción de Lacey puedo deducir que las cosas no salieron como ella pensó o como yo creí.
Dejo de pensar en Evans y bajo la mirada, acaricio el cabello suave de Lacey. — ¿Estás bien?
—Ahora sí —responde.
Lacey me tiene loco, ella es tan especial para mí y cuando dice este tipo de cosas solo hace que mi corazón se emocione.
— ¿Qué pasó, Lacey? —susurro.
Ella se despega pero deja sus manos en mi cintura. —Nada, eso pasó. Corey solo… se fue. Todos tenían razón, solo se mudó y ya está. No quiso despedirse porque dijo que según él, no importaba.
Puedo ver la tristeza en su rostro, puedo ver su mirada cargada de dolor y como algo en ella se ha apagado. Tengo que resistirme las ganas de buscar a Evans y gritarle por romper su corazón, pero creo que estar aquí ahora, es mejor para Lacey.
—Lo lamento —digo sinceramente.
No quería ver a Corey con Lacey pero sí quería ver a Lacey feliz, eso era todo lo que me importaba.
—Está bien —sonríe a medias—. Estoy bien, de verdad.
—No tienes que estar bien —afirmo—. Está bien si te duele, está bien si quieres llorar.
Me mira a los ojos por varios segundos y luego las lágrimas salen y salen sin parar. Ella me abraza de nuevo y la sostengo entre mis brazos, dejando que toda la frustración y decepción salga de su corazón.
“Te quiero” quería decirle porque necesita saber que es querida, que es especial y que es única pero no lo hago ahora. Ella necesita sanar de este momento y no quiero confundirla o aprovecharme.
Lacey deja de llorar luego de unos minutos. —Lo siento, me veo horrible ahora.
Limpio sus lágrimas con mis dedos. —Nunca podrías verte horrible, muñeca.
Me sonríe y finalmente, es una sonrisa real.
—Gracias Stanley —sube su mano a mi mejilla—. De verdad.
Le retiro el cabello de la cara. — ¿Quieres algo? ¿Necesitas algo?
Me observa detenidamente y este momento me consume, sus ojos son preciosos y siempre me es imposible dejar de verlos pero ahora, es diferente. Es como si estuviera comunicándose conmigo sin palabras.
—Stanley —baja su mano a mi brazo—. Ya estoy bien, ahora, um, podemos seguir con el plan. Digo, si quieres.
Se refiere a la carretera en el bosque, el lugar donde mamá desapareció. —Ah, sí, supongo.
Aun así, no nos separamos.
Creo que si alguien nos viera pensaría que somos dos adolescentes que están a punto de besarse pero esto es más que algo así. Este momento es especial porque Lacey es la chica que conocí a los diez años y desde que la vi, me gustó. Yo soy su vecino, quien la molestaba pero que también, la cuidaba a la distancia.
—Lacey, ¿Estás segura que no quieres algo? No te voy a obligar a que me acompañes.
Sonríe y me abraza de nuevo. —Solo quiero abrazarte, lo siento, me gustan tus abrazos.
Respiro profundo. Siempre me ha gustado y siempre quise un momento así con ella pero con el paso de los años, me resignaba a nunca tenerlo. Pensé que ella realmente saldría con Evans y que ya no significaba nada para ella.
Pero en estas semanas he descubierto que recuerda momentos que tuvimos antes, que sigue siendo la Lacey que conocí pero ahora, es también una nueva Lacey. Es una mezcla entre el pasado y el presente, una mezcla que sigue siendo fantástica.
Tengo que morderme el labio inferior para evitar decirle todo lo que quiero. Ella ya sabe que me gusta pero no sabe todo lo que siento por ella.
—Me gustan tus abrazos también —resisto mi necesidad de arruinar el momento con un comentario estúpido.
Esta vez no, esta vez no tengo que ser Stanley Hayes, el popular y divertido, el que todos miran y el que todos quieren. Esta vez, con ella, puedo ser solo yo.