Desquiciadamente

Mujer recuperada.

Capítulo 1: Mujer recuperada.

Caminaba de un lado a otro en su habitación. Estaba muerta de miedo. Hacia unos instantes le habían anunciado que era momento de partir. Al parecer si seguía con su tratamiento podría hacer una vida normal. “Normal” no estaba en su diccionario. Por más que los médicos eran optimistas en torno a su recuperación, ella quería convencerse de lo contrario. Sin embargo las pesadillas y ataques de furia habían desaparecido.

No estaba curada, se había repetido mil veces aquel día, no podía creerlo, no cuando se sentía refugiada en un manicomio lejos de los recuerdos.

Enfundada en aquel uniforme color naranja que le obligaban a usar. En la clínica había tres niveles, las que vestían de amarillo, eran aquellas que habían cometido delitos en defensa propia. Las que vestían de verde eran más peligrosas que las primeras, pero las de naranja eran de temer.

Sonia Kunt cumplía una condena de dos años de prisión, por intento de envenenamiento y cómplice en un secuestro.

-Es hora de ir con el terapeuta- le informó una enfermera.

–    Gracias.

Sonia caminó por aquel frio pasillo donde muchas veces había transitado, llamó a la puerta y una voz áspera le permitió entrar.

En el consultorio vislumbró al terapeuta, su nutricionista y su psicóloga.

Un nudo se le formó en su estómago y las lágrimas comenzaron a salir.

— ¿Qué sucede?—Preguntó

—La idea era sorprenderte y creo que lo hemos logrado- contestó Andrea, la psicóloga.

Sonia sintió la necesidad de correr a sus brazos, odiaba  lo sentimental que estaba, bueno al menos era normal según el cuerpo médico, odiaba a la débil Sonia que había surgido en ella.

—Gracias, no era necesario— contestó bajando la mirada al suelo.

—Claro que lo era— la interrumpió su nutricionista, la cual la había sacado de aquella prisión en que la anorexia y bulimia habían hecho estragos.

—Siéntate— ordenó aquel hombre que se había convertido en su más grande amigo, Carlos el terapeuta. Sonia había quedado eclipsada por su varonil belleza, poseía unos ojos negros, labios gruesos y cara angulada. Sus mejillas rodeadas por un surco espeso y obscuro de  bello facial cortados a la perfección. Su cabello siempre lo llevaba peinado con efecto húmedo. Poco tiempo después tuvo que tragarse lo que sentía por él, pues Carlos era gay.

—Bien sabes que ha días de tu alta, debemos hacer un chequeo, por esa razón vamos a comenzar por hacerte una pruebas.

Carlos sacó una foto de una carpeta azul, que en la tapa decía paciente 10400, ese era su nombre cuando estaba con las demás internas.

— ¿Qué ves?— preguntó Carlos entregándole  una fotografía.

Sonia tuvo que mirar dos veces para poder reconocerse.

—Soy yo— dijo asombrada.

—Describe lo que ves.

Sonia parpadeo varias veces tratando de organizar sus ideas:

— Es una muchacha destruida, sola, herida, que se odiaba a sí misma.

— ¿Qué me decís del aspecto físico?— preguntó Andrea.

—Parece una bruja, con la piel amarillenta pegada a sus huesos y…—Sonia se atragantó con sus lágrimas—casi pelada, sin uñas.

— ¿Que le sucedía?—siguió preguntando Andrea.

—Estaba perdida, no encontraba como curar sus heridas, por esa razón se estaba… matando.

Carlos sacó la fotografía de sus manos, alcanzándole un espejo.

—Quiero que mires y nos digas  que ves.

Sonia tomó el espejo tímidamente y en cuanto se vio reflejada, las lágrimas eran incontrolables y los temblores de su cuerpo no la dejaban concentrarse.

—Lo siento... es que no puedo creer lo que estoy viendo.

— ¿Qué ves?—preguntó Carlos, pero Sonia no era capaz de decir una palabra—yo te lo voy a decir.

—No por favor, no lo soportaría.

—Lamento informarte que te vas a tener que acostumbrar a estos cumplidos— le aclaró y poniéndose en pie dijo—yo veo una mujer recuperada, que ha dejado atrás todo lo que odiaba y la lastimaba.

—Con una alimentación correcta y ejercicio diario logró salir de sus desórdenes alimenticios—Interrumpió Victoria la nutricionista. Quien hasta ahora solo observaba.

—Además, con la cabeza más sana y limpia que nunca—dijo Andrea colocándose a su lado para abrazarla.

-Gracias, porque además de profesionales son mis mejores amigos. Como me gustaría que mi familia estuviera aquí- dijo sin pensar.

-Estarás con ellos, muy pronto- le informó Carlos.

-¿Qué quieres decir?

-Sonia, ¿recuerdas tus planes para irte al extranjero con tus amigos?

-Sí - lo recordaba, ella no había perdido el hábito de trazar sus metas y cada mañana recordarlas. Como quien no quiere la cosa, había decidido mudarse al extranjero con Gonzalo y Micaela, sus amigos, quienes tomaron la decisión de cuidarse mutuamente, casándose y formando una linda familia.




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