Después de una eterna espera para un Ikal impaciente que golpeaba la mesa con sus dedos en forma de desesperación, Eamon se terminaba de vestir, se acomodaba los tirantes y los observaba detenidamente.
-Muy bien, les contaré un secreto- continuó el joven -como sabrán, hace algunos días se vieron avistamientos de una triada de Marfan cerca del pueblo, señor Katari, ancianos en general, tengo malas noticias, estos seres con los que hemos tenido disputas durante décadas, se han estado moviendo, se han sofisticado, hicieron tratados con alguien más para que les creara armas de batalla, no son espadas, ni arcos, no les hacen falta, ya que con su agilidad y fuerza pueden destrozar lo que tengan enfrente, lo que llevan encima, son una especie de guantes, con los que desgarran a sus rivales, y no solo eso, han aprendido a pelear por lo que sus golpes son más certeros, es algo de temer, lo he visto con mis propios ojos, atacaron el pueblo que está cerca de las montañas, el minero, a pesar de todas sus defensas hubo bajas de ambos lados, pero desafortunadamente sucumbieron ante los Marfan y sus nuevas herramientas.
-¿Pudiste ver cuántos de ellos eran?- la voz de Ikal se escuchaba casi en un susurro.
-Desde donde yo estaba alcancé a ver unos diez tal vez quince, posiblemente, no me iba a arriesgar a acercarme tanto, aquello fue una masacre.
-Vaya, en las últimas décadas no hemos visto tantos, me parece inimaginable eso y tampoco creo que sea posible que unos seres como ellos se sofisticaran a tal nivel, su estilo de pelea más bien es, casi instintiva, salvaje, los golpes que dan y sus movimientos son torpes, lo que dices ante esta sala puede que sea una mentira- la voz de Ikal era altanera ante la afirmación del joven.
-Imaginé que uno de ustedes diría eso, pero deben de creerme, los Marfan se han vuelto más peligrosos, ya no son las bestias con las que pelearon ustedes de jóvenes.
-¿A qué te refieres con eso?- preguntaba Hasen intrigada.
-Verán, he oído historias de los ancianos de los demás pueblos, a lo que me han contado, los Marfan eran ¿Cómo se podría decir? Mas humanos, con sentimientos se podría decir, aunque no lo parezca no atacaban sin razón alguna y por lo menos no masacraban aldeas enteras…
-Esas bestias nunca han tenido humanidad, siempre han sido de esa manera- la interrupción inesperada de Ikal hizo que los ancianos comenzaran a murmullar de nuevo.
-Concuerdo en eso, pero eso era antes, sé que al igual que otros pueblos, también atacaron el nuestro, pero aquí estamos, sobreviviendo todavía, pero esta ocasión, cuando el ataque terminó, me acerque al pueblo esperando que hubiera algún sobreviviente, desagraciadamente no fue así, los Marfan no dejaron a nadie con vida, arrasaron con todo y con todos, niños, mujeres y hombres por igual- la voz del joven se quebraba.
-Mencionaste que hubo bajas de ambos lados, por pura curiosidad ¿Pudiste obtener algún artefacto del que nos hablaste?- preguntaba Kunak.
-Por supuesto, milagrosamente, fueron solo un par de esas armas, mismas que ya se le he entregado a mi padre, es un material diferente al que manejamos nosotros, es más duro, pero sé que él sabrá manejarlo- el joven se quedó en silencio un momento, esperando la respuesta de los ancianos.
Los ancianos lo veían con desdén, se notaba en sus semblantes, tomaban agua, se hablaban entre sí, pero no dirigían palabra alguna hacia el joven.
Katari como el más viejo de todos, tomó la iniciativa de la charla.
-Muy bien señoras y señores ¿Qué vamos a hacer? El joven nos ha traído información valiosa, aunque no sabemos de dónde sacaron las herramientas, ni quien les está ayudando, alguien les ha tenido que enseñar a pelear, aunque también está la posibilidad de que ellos hayan aprendido por su cuenta, necesitaremos más información al respecto- los demás ancianos escuchaban con atención.
-Yo creo que tenemos que esperar a que llegue Silvano y compañía de su viaje, claro, si es que regresan…- el comentario de Ikal no fue del agrado de Katari, quien en un arranque de ira golpeaba la mesa con el puño cerrado.
-No te atrevas a decir que no volverán ¿Entendiste?- Katari se mostraba molesto.
-Me parece que tu comentario sobra hermano, tenemos en cuenta que el viaje ha tardado más de lo esperado, pero en estos momentos tenemos que tener empatía con Katari- Kunak dirigía la vista hacía Ikal y le mandaba una mirada amenazante.
-Amigo mío, ya han pasado varios días, ya deberían de estar aquí, lo sabes mejor que yo, tú has trazado los caminos y sabes cuánto se tardan en ir y venir, lo más probable es que algo haya pasado allá afuera y… - Ikal no terminó de hablar, las campanas de la entrada principal empezaron a sonar.
El gran salón se quedó en silencio, sabían que las campanas podrían sonar por dos cosas, una era el ataque de algún animal “modificado” o por el avistamiento de un Marfan en las cercanías y la segunda era por la llegada de un visitante, y teniendo en cuenta las palabras del joven sobre los resientes ataques, realmente esperaban que fuera lo segundo.
Nuevamente las puertas del salón se abrían, pero ahora abruptamente, era un guardia que entraba a toda velocidad, su respiración se escuchaba agitada.
-¿Qué pasa, por qué irrumpes de esa manera este recinto?- preguntaba Katari nervioso.
-Mi señor… es él… - la falta de oxígeno del guardia hacia que se le dificultara hablar.
-Tranquilízate y habla ¿Qué está pasando?- Eamon trataba de calmar al guardia.
-Lo siento- el guardia tomaba un respiro para tomar aire -es Silvano, mi señor, han vuelto de su viaje.
El rostro de Katari que en principio era de preocupación se tornó en felicidad, su hijo estaba de vuelta, la angustia que sentía se había desvanecido al escuchar esas palabras, aunque de todas maneras entendía que algo no estaba bien al ver el rostro casi sombrío de aquel guardia que les daba las noticias.