Destello.

Declaración de guerra.

Mientras tanto en el recito, los ancianos volvían a ocupar sus lugares, la conversación con Eamon aún no terminaba, el joven había aprendido nuevas cosas allá afuera y sería prudente que les contara todo. 
-Muy bien mis señores ¿Qué piensan ahora? Silvano ha llegado muy mal herido y eso que solo se enfrentó a uno de ellos, a un Marfan, tal vez uno de elite, no sé, tal vez cuando tomen un descanso adecuado podamos interrogarlo mejor- Eamon hacia una pausa para observar cada uno de los rostros de los ancianos. 
-Tal vez tengas razón, necesitaremos más información, no solo tuya, si no de Silvano, como ya has mencionado y como nos lo recalco el chico, no sabemos a qué nos enfrentamos en esta ocasión, necesitamos ser más cautelosos en todos nuestros movimientos- Kunak era ágil en pensar estrategias de guerra y esta no era la excepción. 
-Necesitaremos que nuestros escoltas vayan a los demás pueblos a investigar, esperemos que no los hayan atacado ya, aunque también sería muy riesgoso dejar el pueblo solo, ya no somos unos jóvenes que puedan moverse fácilmente, los años han hecho estragos en nosotros- Itzae tomaba un sorbo de agua al terminar su discurso. 
-También podríamos volver a entrenar a los demás, sabemos que corremos peligro y no creo que duden en defender a sus familias, a lo que más quieren- Hasen secundaba las palabras de su homóloga. 
-Han sido años de paz, las negociaciones con los Marfan fueron cuando nosotros éramos jóvenes, nuestros hijos aun no nacían, así que por lo tanto la mayoría en el pueblo no sabe ni siquiera enfundar una espada, mucho menos tener precisión con el arco- comentaba Katari. 
-Creo que fue una mala idea solo entrenar a Silvano, Yatziri, Yawri y Elaine, sin ellos en el pueblo no podríamos defendernos- complementaba Kunak. 
-Lo sé, ahora no sé qué podremos hacer si nos atacaran el día de mañana, como lo dijo Itzae, nosotros ya no somos jóvenes, pero también dejarles todo el peso a los jóvenes, no es justo- Hasen hablaba casi en un murmuro. 
-¿Crees que ellos nos ayuden a entrenar a los demás?- Kunak se dirigía a Katari. 
-No creo que se niegue, mucho menos con lo que paso en el puerto, ellos al igual que nosotros habían tenido años de paz. 
-¿Y qué haremos con los niños?- preguntaba Ikal. 
-¿Niños?- respondía Eamon que había permanecido callado -creo que ellos ya no son unos niños, mucho menos Astu y Bimori, creo que ellos han tenido una vida difícil, mis padres me han contado ligeros detalles al respecto, las circunstancias los han hecho madurar. 
-Puede que tengas razón, realmente nosotros no sabemos nada al respecto de ellos, aunque para nuestros ojos ellos siguen siendo unos niños- respondía Itzae cubriéndose la boca. 
-Eso no responde mi pregunta- recriminada Ikal. 
-Con respecto a eso, como ya lo habiamos hablado antes, los deberían de entrenar, creo que ya habiamos aclarado ese punto con anterioridad- respondía Katari no muy complaciente. 
-No me refería a eso, más bien la actitud del “chico” no es muy de nuestro agrado, deben de tener un castigo por la forma en la que nos habló- Ikal tomaba un vaso con agua y bebía esperando una respuesta. 
-Vaya, creo que ese no es el tema a tratar en esta ocasión, me parece muy absurdo que quieras cambiar la discusión en estos momentos, además de que creo que es comprensible del porque nos habló de esa manera, así que sugiero que nos olvidemos de ese detalle- le recriminaba Itzae. 
-Hermano mío, sé que estas molesto por lo ocurrido, pero dejemos eso de lado ¿Quieres?- Hasen secundaba a Itzae. 
-Volviendo al tema, como sabrán, la mayoría de las personas aquí son agricultores o ganaderos, a excepción de los pocos guardias que tenemos y eso me atrevo a decir que no están lo suficientemente entrenados como para una pelea, de ahora en adelante le solicitaremos a Yawri mas armas y lo iremos preparando para lo que llegara a pasar en el futuro- Katari hablaba seguro de él mismo. 
-Eamon, sabemos que has viajado mucho, inclusive mucho más que Silvano y Elaine ¿Qué has aprendido en los demás pueblos que nos sea de utilidad?- preguntaba Kunak. 
-Realmente, todo que lo conocemos es básicamente lo mismo, salvo algunas cosas, como cuando mi padre descubrió en alguno de sus viajes la forja de las espadas y mi madre como fabricar un buen arco, yo solo me he dedicado a fortalecer las relaciones con los demás pueblos, eso es todo- respondía el joven. 
-Aunque debo de decirte que todo eso nosotros ya lo sabíamos, pero no niego que tus padres han hecho mejoras considerables con creces en ese trabajo y en cuestión de las relaciones que tenemos con los demás, en eso nos quedamos cortos ¿Aún hay pueblos que nos puedan ayudar en caso de que nos lleguen a atacar los Marfan?- le preguntaba Kunak. 
-Créanme que lo sé, ha sido difícil ya que ustedes jamás se quisieron involucrar con nadie, poniendo no solo un muro en nuestro pueblo, sino también con los demás pueblos, pero yo podría ir al pueblo más allá de las montañas y del gran desierto, ahí se encuentran, espero, uno de nuestros aliados, he recorrido esos caminos cientos de veces, no se me dificultara llegar hasta allá y hablar con…- Eamon sintió la mirada penetrante de Ikal, al parecer no estaba de acuerdo. 
-Dejemos esto por ahora, después lo discutiremos, Silvano acaba de llegar, creo que Katari querrá ir a verlo, al igual que Itzae, aunque deben de saber que el viaje a pedir la ayuda de “ellos” no me parece buena idea, pero tal vez no estoy pensando con claridad, todos estamos cansados y realmente estamos impresionados al ver a Silvano en esas condiciones, Sara lamentablemente perdió la vida en ese viaje, no creo que discutir de otro viaje lejos nos anime en estos momentos, así que, con su permiso, yo me retiro- tal como lo había previsto Eamon, Ikal estaba molesto, después de su punto de vista tan solo se levantó y se marchó, dejando el recinto sin decir nada más. 
 




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