Destello.

Decisiones.

Silvano llegaba a casa, angustiado, tomaba la manija de la puerta algo tembloroso, se detuvo un poco antes, detrás de la puerta escuchaba a Elaine platicar con su pequeña hija. Elicia le contaba sobre un felino que se había encontrado días atrás a las afueras del pueblo.

-¿Sabes mamá? En una de las veces que salí fuera de los muros, encontré un gato, no había visto uno igual, era de color negro en su mayoría, con una mezcla de rayas naranja y blancas, era pequeño y débil, estaba algo sucio, así que lo bañe y le obsequie comida, lo escondí para que no lo vieran los guardias, ya sabes cómo son.

-Que bien mi niña ¿Qué pasó después?

-Lo seguí alimentando hasta que se sintió más fuerte y se fue en dirección al bosque, probablemente allá estaba su hogar, sus seres amados que esperaban su regreso, yo solo lo vi perderse en la llanura y después en el bosque y ya jamás lo volví a ver, ni siquiera las veces que Xan y yo huíamos- terminó Elicia con un suspiro.

 Silvano se detuvo a pensar en ello, en su hija allá afuera, con todos los peligros por venir y sintió aún más miedo, no podría soportar la idea de que su hija corriera peligro, era mejor quedarse en el pueblo, en el resguardo de sus brazos.

Elaine continuaba hablando, tratando de consolar a Elicia.

-Tal vez ese pequeño animal se aventuró solo, lejos de casa, como tú muchas veces, pienso que también tenía ese instinto de salir a explorar nuevos lugares, lamentablemente en su travesía se encontró con dificultades y terminó en las afueras del pueblo, lastimado, con hambre y sed, pero siempre hay personas buenas queriendo ayudar, aunque no sean de la misma especie, con un corazón puro y noble, creo firmemente que no importa que tan lejos se haya ido ese animal, el siempre estará agradecido contigo por haberlo salvado- en ese momento Elaine se acercaba a Elicia y le daba un beso en la frente.

Silvano veía por una de las rendijas como Elicia escuchaba con atención a su madre, le sonreía en cada palabra que decía.

Después de eso, Silvano lloró un poco, retrocedió y dio media vuelta, se puso a contemplar el pueblo, las casas de madera, el humo saliendo de la fragua en casa de Yawri, cambio su vista al cielo, contemplando las nubes, con matices morados y oscuros, un poco rojos por el sol que ya estaba descendiendo, la luz de un relámpago llamó su atención, señal de que se avecinaba una tormenta, se quedó solo ahí por un momento, hasta que escuchó la puerta de la casa abrirse, no volteo a ver quién era, se limpió las lágrimas y escuchó la suave voz del amor de su vida llamándole.

-Silvano, amor mío ¿Estas bien? Entra a la casa, vamos, está haciendo algo de frio- Elaine se acercaba a él, abrazándolo por la espalda y recargando su cabeza en él.

Silvano sentía alivio en ese abrazo, todas sus penas se iban y agradecía estar ahí, en ese momento, quería quedarse así, por siempre, la tomaba de las manos y correspondía a ese abrazo.

-Amor mío, tenemos que hablar- Silvano se soltó del abrazo y se giró hacia Elaine.

-Claro ¿Qué pasa?- preguntaba algo angustiada.

-Es sobre Elicia, de echo es sobre todo lo que ha pasado en las últimas semanas, pero es algo que nuestra hija también debe de escuchar, vayamos adentro ¿Quieres?- Silvano tomaba de la mano a Elaine y se dirigían a la sala, donde ya estaba su hija.

Elicia se veía contenta al ver a sus padres llegar de la mano, su semblante cambio al ver el rostro de su padre, algo no estaba bien.

-Papá ¿Qué pasa?- Elicia se acercaba a Silvano y lo tomaba de la mano.

-Vamos a sentarnos, tenemos que hablar- el semblante de Silvano no era bueno, traía consigo malas noticias.

Silvano les empezaba a hablar de lo ocurrido en el gran salón, del cómo se había alterado Astu y como tenía que tranquilizarlo Bimori, sabía que Xan traía algo consigo, pero no se esperaba que fuera tan peligroso, les contó también que Eamon se había ofrecido a entrenarlos, por lo cual si accedían, se los llevarían lejos y quien sabe por cuánto tiempo. Al terminar de hablar, los ojos de Silvano se llenaron de lágrimas, se llevaba las manos a la cara.

-Cariño, no me lo tomes a mal, pero yo ya había previsto que esto sucedería, no es una casualidad que Eamon esté aquí- Elaine tomaba de la mano a Silvano, para tratar de tranquilizarlo.

-¿Cómo? ¿Ya lo habías platicado? ¿Por qué no me habías dicho nada?- Silvano preguntaba algo disgustado.

-En realidad, todos sabemos lo que se puede avecinar, no es un secreto, además, tanto como Yawri, Yatziri tú y yo, somos los que, en dado caso que haya un ataque en el futuro, podríamos defender el pueblo y a los demás, claro, no quitándole merito a los guardias y a los demás pobladores, pero seamos sinceros ¿Cuántos años llevamos en paz? Ninguno de ellos se ha enfrentado con este tipo de caos, así que antes de que tú llegaras, yo lo hablé con Elicia, le planteé varias situaciones y al parecer acerté en una de ellas, perdóname Silvano por no haberte dicho antes, pero es que te veías tan preocupado por los demás, más que por ti mismo- Elaine se levantaba de la mesa para tomar algo de agua.

-Tienes razón, me preocupo demasiado por otras cosas, que no le doy la importancia que debiera a ustedes y sobre todo a mí mismo- Silvano suspiraba hondo -pero díganme entonces ¿Qué ha pensado?- Silvano se levantaba de la mesa para acompañar a su esposa.




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