El silencio que se creó en el interior del gran salón era abrumador, la vista de los ancianos se clavaba en el joven Eamon, que a su ver, había sido algo impaciente con las declaraciones hechas ante un consejero del pueblo, siendo que no tenía pruebas de nada en absoluto.
-Es una afirmación grave Eamon ¿Estás seguro de ello?- la voz de Katari sonaba algo distante.
-Esa es la realidad, no tengo nada más que decir.
-Me parece bien, pero tenemos que hablarlo entre nosotros, tomar una decisión, no creemos que uno de nosotros sea un traidor, pero si así fuere, nosotros mismos lo exiliaremos, no tenemos pruebas, así que de momento solo queda en eso, solo son especulaciones tuyas- Itzae trataba de defender a Ikal.
-Tal vez sea demasiado tarde para eso, mi señora… he perdido comunicación con mi informante, temó que le haya pasado algo, temó que la hayan emboscado…
-Entonces tú eres el traidor aquí ¿Cómo es que no sabemos de ese informante tuyo? ¡Eres un insolente niño y eso te costara la vida, tu arrogancia te arrebatara lo que…! - Ikal no terminó de hablar, de pronto sintió un filo de una cuchilla en la garganta.
Todo pasó tan rápido para todos, Silvano y Yawri solo vieron una sombra oscura alejarse de ellos sin poder reaccionar; de un segundo a otro, Eamon estaba en cuclillas sobre la gran mesa, sosteniendo una daga en el cuello de Ikal. Los ancianos, ya con su vista algo desgastada, no pudieron seguir los pasos del joven y solo lo pudieron ver cuando se postraba ante Ikal, sacando su daga y colocándola en su cuello.
-Vamos anciano, trata de completar la frase- Eamon le hablaba casi en un susurro a Ikal.
El anciano trato de tragar saliva, pero la daga estaba tan cerca de su cuello que casi sentía como lo cortaba, empezó a sudar frio, en sus ojos había miedo, temor ante aquel joven que parecía implacable.
-Hijo mío, tranquilo, son amenazas banas las de Ikal, no creo que se atreva a hacer algo, vamos, retira la daga, no hagas algo de lo que te vayas a arrepentir después- Yawri desde la lejanía trataba de hacer entrar en razón a Eamon.
-Eamon, hazle caso a tu padre, tratemos este asunto con un poco más de delicadeza, baja de esa mesa y hablemos ¿Quieres?- Silvano se acercaba lento, esperando el momento de estar lo suficientemente cerca para amagar a Eamon y someterlo.
-Silvano, será mejor que no avances más, siento cada paso que das, en el próximo encajare más la daga en la garganta de Ikal y todo habrá terminado, por lo menos para él- Eamon encajaba lento la daga, demostrando que no mentía.
Ikal solo hacia un pequeño gimoteo de dolor, abriendo un poco los ojos, asustado, veía en los ojos de Eamon la rabia que irradiaba.
Por las puertas del gran salón venían entrando Elaine y Yatziri, que al ver la escena, quedaron anonadadas, en especial Yatziri, que no esperaba que su hijo pudiera amenazar a uno de los ancianos; Yatziri quiso decir algo, pero en ese momento algo la detuvo, su hijo no haría algo inapropiado si no tuviera suficientes motivos, se quedó en silencio, esperando la resolución de todo eso.
Elaine tomaba de la mano a Yatziri, intercambiaban miradas y volvían a fijarlas en los ancianos y sobre todo sobre Eamon.
-Siento que aquí está mi madre, muy bien, dejaremos esto aquí- Eamon le quito la daga del cuello y se retiró, dio un salto hacia atrás para terminar de pie en el suelo, guardó su daga y caminó de nuevo en medio de Silvano y su padre -Nunca en la vida me vuelvas a amenazar de esa manera, no me importa que seas un anciano, todo habrá acabado para ti en ese momento, no lo hice ahora por respeto a mis padres- Eamon se daba media vuelta y se dirigía a la salida, pasó por un costado de su madre, sin mirarla a los ojos, se detuvo un poco antes de llegar a las puertas -por cierto, sé que escondes algo y lo descubriré, así que será mejor que estés preparado para mi regreso y si me entero que algo malo le paso a mi informante, tu destino será una muerte lenta- Eamon no giro a verlo, solo salió y cerró las puertas detrás de él.
En el salón todo era un silencio sepulcral. Ikal aun sudaba frio, se deba un masaje en el cuello, le había quedado una pequeña marca en donde Eamon le clavó la daga. Los demás ancianos solo se le quedaban viendo, esperando que tuviera algo que decir al respecto de la acción de Eamon.
-¿Hay algo de lo que quieras hablar Ikal?- Katari lo veía fijamente, llevaba su mano a su costado, algo lento para que Ikal no lo notara.
-No tengo que decir nada, Eamon está loco, no sé de qué este hablando- Ikal trataba de levantarse, pero Kunak lo detenía.
-No creo que sea prudente que te vayas en este momento mi hermano- Kunak a pesar de su tamaño intimidaba a Ikal con la mirada.
-¿Van a confiar más en un niño que en uno de su asamblea? Me parece ridículo ¿Cómo se atreve ese niño a ofenderme de esa manera? ¡No es posible que uno de nosotros tenga interacción con esos seres despreciables!- Ikal con un pequeño empujón hacia a un lado a Kunak, para postrarse atrás de los ancianos.
-Como dices, fue una ofensa lo que acaba de hacer el joven, pero lo que más nos sorprende es tu actuar, si no es verdad lo que viene afirmando ¿Por qué te exaltas?- Hasen se giraba un poco para cuestionar a Ikal.
-Es verdad Ikal, no habría razón de ese comportamiento, te pregunto de nuevo ¿Hay algo de lo que quieras hablar con nosotros?- Katari se había quedado sentado, con una mano en la barbilla, ni siquiera se giró a ver directamente a Ikal.