Destello.

Revelaciones.

Por el abrupto momento nadie había notado que Yatziri llevaba un arco en la espalda. Elaine y ella solo intercambiaban miradas, esperando que el anciano hiciera algo, también se daban cuenta que ocultaba algo, pero no podían hacer un movimiento en vano, necesitaban provocarlo para que les diera algo de información.

-Eso es verdad, tanto tu como nosotros hemos presenciado todo eso, crecimos juntos, por eso te estamos dando la oportunidad de que nos digas realmente que está pasando, por si no te diste cuenta, te han estado vigilando desde que el primer Marfan atacó a los niños en  el bosque, después nos pusiste en duda al creer fervientemente que mi hijo, Silvano, no regresaría de su viaje- Katari no se molestaba en voltear a ver a Ikal.

-¡¿De que estas hablando?!- la rabia en la voz de Ikal hacia que tanto Yatziri como Elaine tomaran posiciones de ataque.

-Como lo has escuchado, les hemos ordenado a algunos de los guardias que te vigilaran en todo momento, no solo por la afirmación de Silvano, sino también por el descontento que tuviste cuando Xan trajo al cachorro, aunque cabe mencionar que yo de igual manera no estaba de acuerdo, pero confiaba en mi hijo y sabía que él tendría una razón para dejar al animal con vida- la voz de Katari seguía siendo serena teniendo en cuenta el tenso momento.

El anciano dejaba de dar vueltas, se detuvo solo para postrarse detrás de Katari, viéndolo con rabia, sus manos se cerraban, estaba furioso, llevó su mano a un costado, sacando un cuchillo de color negro y mango marrón, en el justo momento que trato de clavárselo a Katari, una flecha le atravesó el hombro, haciéndolo dar un par de pasos atrás, era tal la fuerza que sintió un golpe en la espalda, había chocado contra la pared, paso su mano por el hombro ensangrentado tratando de retirar la flecha, pero el dolor punzante lo hizo desistir, giro la vista que emanaba una furia desbordante hacía los jóvenes y ahí estaba ella, Yatziri empuñaba el arco, ese arco que no había notado en un principio, la joven tenía otra flecha tensada, preparada para lanzarla en caso de que se moviera de nuevo, Ikal respiró profundo, ya nada podía hacer, no tenía ninguna oportunidad de salir de ahí, tomó su arma con más fuerza y en un impulso para terminar con su vida, dirigió la daga a su cuello sin tener éxito ya que Kunak se había adelantado y lo detuvo justo antes.

-Como te dije antes hermano, no creo que sea el momento de que te retires, ahora más que nada necesitamos hablar- Kunak solo se molestaba en quitarle la daga de la mano, empujándolo haciéndolo caer de rodillas.

Silvano y Yawri se acercaron a Ikal, lo ayudaron a levantarse; Yatziri aún seguía apuntándole con su arco, no tenía salida.

-¡Llévenlo al centro del salón!- ordenaba Katari.

Silvano lo llevó como ordeno el anciano, hizo que se arrodillara y de un jalón le sacó la flecha arrojándola lejos, haciendo que Ikal soltara un grito. El anciano se quejaba, ponía su mano en la herida, la sangre empezaba a correr por entre sus dedos.

-Ahora bien “hermano” ¿Tienes algo que decir?- Katari se levantaba de su silla y se dirigía al centro.

-No tengo nada que decir, ustedes están locos- Ikal se quejaba de su herida, sentía como algo se quemaba dentro de él.

-¿Locos dices? Tal aberración que sale de tu boca no es comprensible, trataste de matar a Katari, el mayor de los ancianos- Itzae se mostraba molesta ante las palabras de Ikal.

-Sabes perfectamente que esa flecha no es suficiente para derrumbarte, te explicare que hace Yatziri aquí y porque trae ese arco- Katari se postraba delante de Ikal -veras, como tú sabrás, en el bosque existen una variedad de animales, ranas, serpientes, aves y demás, el que vamos a tratar hoy, es una especie en particular de rana, tú mismo la has visto, son coloridas, de pigmentación marrón, con algunas manchas turquesa, con sus rayas claras transversales, algo pequeñas, no mayor a unos cuantos centímetros ¿Sabías que segregan una especie de mucosidad alrededor de su cuerpo? Vaya dato- Era extraño que Katari estuviera emocionado por algo, pero en esta ocasión se le veía en todas sus expresiones -bien, lo que vamos a tratar es que esa rana en especial, segrega una sustancia analgésica, que en grandes cantidades seria mortal para nosotros, a ti se te suministro muy poco, ya a estas alturas, ya no deberías de sentir dolor por la herida de la flecha, pero lo que si estas por comenzar a experimentar, son mareos, algo de sueño, no te preocupes, no pasara nada más allá de eso- Katari se agachaba un poco y le tocaba la cabeza a Ikal.

-¿Co… como… sa… sabes… to… todo eso?- Ikal ya sentía dificultad para hablar, sentía que la cabeza le pesada, los ojos se le estaban cerrando.

-Vaya, que buena pregunta, lo sabemos gracias a Sara, en los días que estuvo aquí, Elaine y ella fueron al bosque, casualmente vieron a esa rana por el riachuelo que desemboca en el lago, sacó un gran libro y la comparo con una ilustración del mismo, dijo que se llamaba epipedobates anthonyi, algo así, le paso esa información a Elaine y Yatziri, demasiado útil, ellas se encargaron de hacer las flechas y todo lo correspondiente a la toxina y como prepararla, las porciones necesarias para que no fuera mortal para nosotros y algo más, también nos dejó el antídoto, aunque ese si no en grandes cantidades, por desgracia para nosotros no tenemos la forma de hacerlo, te lo daremos más adelante, no te dejare morir así sin darnos detalles de lo que ocultas, por lo pronto duerme- Katari tomaba de la barbilla a Ikal, y lo dejaba caer lentamente al suelo.




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