Ya habían pasado un par de días desde que los chicos junto con Eamon emprendieron su viaje, tanto Elaine, Silvano, Yatziri y Yawri estaban preocupados por su seguridad, pero no podían hacer nada, por suerte el trabajo en el campo y los entrenamientos constantes desviaban su atención por intervalos de tiempo.
En el pueblo, los habitantes ya se habían dado cuenta de la traición de Ikal, se cuestionaban sobre la lealtad de los demás ancianos y si uno de ellos se había aliado con los Marfan, probablemente alguien de los demás pueblos también lo hizo, ya no estaban seguros de los hechos.
Katari ponía orden de vez en cuando, de las pocas veces que salía a pasear por el pueblo, no hablaba mucho al respecto, pero sentía las miradas de los demás, la duda corría por su cuerpo, al final de cuentas él no estaba haciendo nada, solo estaba a la espera de que llegara Eamon con nueva información, ya no podría mandar a Silvano a las excursiones teniendo en cuenta el peligro que se podría avecinar.
Silvano, no se molestaba mucho en lidiar con los pobladores, si alguien se acercaba a preguntarle por Ikal, el solo les decía que esperaran el veredicto de los ancianos, él no tenía esa obligación; con esa simple respuesta volvía al entrenamiento junto con Elaine.
Yatziri se encargaba de la interrogación hacia Ikal, en primera instancia Elaine iba a ser la encargada de ello, pero cambio de parecer cuando Yatziri le pidió ser ella la autora, ella haría hasta lo imposible por sacarle algo de información al anciano, iba a ser algo relativamente fácil con la información que les había dejado Sara, o eso esperaba ella.
A Ikal lo mantenían custodiado a todas horas, principalmente para su protección, desde que en el pueblo se enteraron que era un traidor, algunos pobladores habían querido entrar y acabar con el trabajo, pero no era posible, no aun, tenían que sacarle información a toda costa.
-Déjame ir- decía Ikal algo somnoliento.
-No lo creo anciano, antes de eso me dirás todo lo que sabes, ya después de eso, tal vez te deje libre- Yatziri no se contenían en tomarlo de la mandíbula y darle una cachetada.
El anciano ya no sentía dolor, sus ojos desorbitados miraban toda la habitación, examinando el lugar y tal vez buscando una forma de poder escapar, aunque era imposible, Silvano lo había atado con cadenas de manos y pies a una de las sillas, Yatziri por lo general lo mantenía dormido suministrándole un poco de anestesia sacada de las ranas, cuando lograba despertar la mujer lo interrogaba, al no darle información, lo dormitaba de nuevo, era un suplicio para él estar en esa posición.
-Está claro que no quieres hablar, aunque yo diría que empezaras de una vez, te estas debilitando y eso puede ser perjudicial para ti y a mi realmente no me interesa ¿sabes? Sara nos brindó esta información y he sido demasiado paciente contigo, así que en esto todo puede pasar, te suministro solo un poco más de veneno y estarás acabado en cuestión de horas sin el antídoto, tus sabes si quieres hablar o no- Yatziri se paseaba de lado a lado sin dejar de ver al anciano.
-Te he dicho que no se nada, debes creerme- Ikal hablaba con dificultad.
-¿Creerte, después de que intentaste matar a Katari? Debes de estar lo bastante mal para que pidas algo como eso- Yatziri se empezaba a molestar.
-No sabes lo que se avecina, yo… yo solo trataba de hacerlos entrar en razón- Ikal empezó a toser, después de un rato escupió algo de sangre.
Yatziri se acercó al anciano, le limpio la cara y le dio algo de beber.
-¿Crees que me gusta estar aquí, torturándote?- Yatziri hablaba en susurros y algo desanimada.
Ikal podía ver el rostro afligido de aquella mujer, sus ojos llorosos ocultaban un sufrimiento aun mayor que el suyo.
-Te diré algo niña, necesitan hacerse más fuertes antes de que ellos lleguen, si no, estarán perdidos en muchas circunstancias- el anciano por fin hablaba, pero dejaba con más preguntas que respuestas.
Yatziri abría los ojos de par en par, la mirada del anciano infundía miedo, más que eso pavor hacía algo desconocido.
-¿De… de qué estás hablando?- Yatziri se levantó despacio.
-Porque no sales a verlo tú misma- Ikal le sonreía algo demente.
-No te dejare aquí, sin protección, no se de lo que estás hablando, se claro anciano- la mujer retrocedía a paso lento.
-Debes de tener cuidado, eres la protectora, al igual que tu esposo, Silvano y Elaine, ustedes no deben de morir… - Ikal tocia frenéticamente, algo le obstruía la garganta.
Yatziri se acercó al anciano, tratando de ayudarlo para que respirara mejor, le golpeó la espalda para hacerlo sacar aquello que no lo dejaba respirar; Ikal ya resollaba, tomaba enormes bocanadas de aire sin resultado alguno, las venas de la cara se le empezaban a notar de la fuerza que hacía, unas gotas de sudor caían al suelo evidenciando la enorme fuerza que estaba haciendo el anciano para poder respirar.
-¡Silvano, Yawri!- Yatziri sentía que su grito desesperado le reventaba la garganta y nadie venía a su auxilio.
Yawri entró corriendo a auxiliarla, veía como el anciano se ahogaba, sin pensar en nada más se acercó a desatarlo, lo levantó en peso y le presiono el estómago para hacer presión y esperar que escupiera lo que lo asfixiaba; Ikal escupió algo similar a una bola oscura de cabellos, después de eso pudo respirar mejor, pero al mismo tiempo cayó desmayado al suelo.