Ya había pasado una semana desde la partida de los chicos hacia las ruinas, en donde empezarían su entrenamiento; pasar por entre las mesetas fue una tarea difícil, ya que no tenían la condición física adecuada, sentían que sus músculos se desgarrarían en cualquier momento, al final cuando lograron atravesarlos por lo cual estaban aliviados de volver a ver campo abierto.
-¡Siiiii, por fin!- gritaba Xan al arrodillarse al salir de la grieta rocosa.
-Les dije que no sería tarea fácil, pero aun así accedieron a cruzar la meseta- decía Eamon con calma -levántate, me dejas en vergüenza.
-Lo siento hermano- respondía Xan avergonzado.
-Descansemos un momento ¿quieren?- Eamon sacaba un guaje de su morral y tomaba agua.
Los demás chicos hacían lo mismo, aliviados de poder sentarse en cualquier lugar que encontraran cómodo; se relajaron, comieron un poco asombrados por el paisaje al que no le habían prestado mucha atención por lo afligidos que estaban.
Era un hermoso campo lleno de pastizales secos, unos árboles de algunos veinticinco metros de altura y su follaje denso verde oscuro se imponía ante sus ojos, se separaban algunos metros entre sí, para dar espacio a otros más pequeños de algunos quince metros de altura, su follaje no era tan denso, con un tronco con ramificaciones delgadas, dando lugar a una copa medianamente aplanada; los ojos de Astu y Bimori se abrieron de par en par al ver a una manada de cebras corriendo por el extenso pastizal, no muy alejado de la escena unos ciervos bebían agua de un arroyo que cruzaba todo el valle.
-No… no lo entiendo- Astu se ponía de pie impresionado.
-¿Qué es lo que no entiendes?- preguntaba Eamon.
-Todo esto, no lo entiendo, no pudimos haber cambiado de un ecosistema totalmente diferente a otro solo al cruzar la meseta- Astu seguía impresionado.
-Yo soy el que no entiende, tal vez en su tiempo así era, pero aquí es diferente, debiste darte cuenta en cuanto salimos del bosque, la llanura no es algo que se ve a menudo cerca de un lugar lluvioso- Eamon se levantaba para continuar si viaje.
-¿Cómo sabes eso? Se supone que tú has deberías de saber lo de este tiempo, no lo del nuestro- preguntaba Astu impresionado.
-Oh vamos, es raro incluso para nosotros, sigamos nuestro camino- Eamon lo tomaba del hombro.
-Eamon, creo que nos ocultas algo- Bimori se detuvo frente a él.
-Mira, tal vez para ustedes que no han tenido viajes tan largos, al igual que mi hermano y Elicia, es algo nuevo cada paso que dan, todo en su totalidad, yo también lo pensaba así ¿Cómo es posible que de un lugar en donde llueve bastante, al lado exista un lugar árido? Eso fue en mi primer viaje, después me fui acostumbrando a todos esos cambios, por eso los hice traer ropa abrigada y ligera ¿Me explico?- Eamon se adelantaba a la chica.
-Sí, creo que sí, perdón, no sé qué me paso- decía Bimori algo avergonzada.
Mientras hablaban, Xan se daba el tiempo para poder jugar con su cachorro, al parecer el pequeño lobo era el único al que no le faltaba energía para continuar adelante; Xan le había enseñado algunos trucos, como traer una vara en su hocico y rastrear animales pequeños como conejos para poder alimentarse. De pronto el cachorro se detuvo y se quedó observando hacía donde algunos momentos antes los chicos habían visto a las cebras correr, el lobo empezó a gruñir y a dar algunos ladridos insignificantes para su tamaño, se ponía en posición de defensa frente a Xan, cuidándolo, solo esperaba la orden de su amo para atacar.
-Xan, amarra de nuevo a tu lobo, tenemos visitas- le ordenaba Eamon con la vista fija a la enorme polvareda.
-¿Quién viene?- preguntaba Elicia asustada.
-No lo sé, pero algo agito a las cebras, no veo animales carnívoros en la zona, entonces debe de ser algo más, estén atentos
En esta ocasión Astu y Bimori no reprochaban el actuar de Eamon, al igual que él, ellos sentían miedo de algo, no podían percibir bien que es lo que era, pero un escalofrío recorría toda su piel.
La densa nube de polvo se fue desvaneciendo poco a poco, dejando ver a un felino de grandes dimensiones, casi como un puma o una pantera, pero en lugar de sus colores característicos, este relucía un pelaje oscuro de fondo con mezcla de naranja y blanco; aquel animal caminaba a paso lento por en medio de los árboles, se detuvo a un lado del arroyo y tomó un poco de agua, después de eso se retiró y se recostó debajo de un árbol.
A Elicia le recordó a aquel pequeño felino que alguna vez había rescatado en los muros del pueblo, pero el que veía era enorme y aquel al que salvó, era demasiado pequeño.
-¡Lo que nos faltaba!- maldecía Eamon -un animal modificado, esto no es bueno, tendremos que buscar otro camino para llegar al pueblo que está pasando todo este paramo.
-¿Qué? Espera ¿dices que ese felino de ahí es un animal evolucionado?- preguntaba Astu.
-Así es, ese amiguito de ahí, lleva años en esa forma, me lo había topado un par de veces, siempre está solo, o sola, no sé qué sea y no quiero averiguarlo, cambiemos de rumbo, sería peligroso llegar a tener un encuentro de cerca con él, Xan ordénale a tu cachorro que no haga ruido y sean lo más sigilosos posible.