Destello Nocturno

Capítulo VI: Sombras entre nosotros

«Lo único a temer es el miedo en sí mismo»

—Franklin D. Roosevelt.

🥀🥀🥀

La voz de Denrek Miller resuena en la oscuridad. Está de pie, frente a todos nosotros. Su tono grave y calculador llena el aire mientras lee cada nombre de los que una vez fueron parte del escuadrón cuatro, sosteniendo entre sus dedos el medio centenar de colgantes metálicos que logramos recaudar de aquella horrible escena.

Puedo ver algunos semblantes decaídos, los hombres vestidos de negro posiblemente convivieron con esas personas más de lo que nunca llegaremos a saber.

Miller nos promete llevarnos a salvo a la torre blanca, pero, por supuesto, nos aclara que ahora debemos seguir sus órdenes si queremos sobrevivir al largo camino que nos espera. Volteo hacia Even, quien asiente para dar su consentimiento. Él está de acuerdo, cree que nuestras vidas estarán más seguras confiando en ese extraño.

Lo continúo escuchando y algo dentro de mí se revuelve. Cada palabra que sale de su boca me resulta insoportablemente confiable, aunque sus ojos reflejen lo contrario. No es que me disguste su presencia, es solo que hay algo en él que me provoca un inexplicable escalofrío. Hace que sienta la necesidad de alejarme, pero es algo que no puedo hacer, no si Even y el resto están decididos a que lo sigamos.

La noche cae rápidamente, y me acuesto entre la tierra boca arriba, y mientras mis ojos observan los destellos nocturnos del cielo estrellado, mi mente viaja por los fragmentos de recuerdos perdidos. Veo niños corriendo entre los campos, sus risas llenan el aire mientras observo mis descalzos pies sumergirse entre el césped. Los veo llamarme con varios insistentes gestos, pero no alcanzo a ver sus rostros, no logro recordar quiénes eran.

Me despierto sobresaltada, la oscuridad me rodea como un manto pesado. Siento la garganta seca y cuando me incorporo para ir en busca de agua, puedo visualizar los grupos divididos en dos. Quienes duermen cubiertos por pieles de animales en cercanía unos de otros, y los que descansan casi incorporados y vestidos de negro, muy distanciados de los demás.

El bosque aún está envuelto en la sombra de la noche, pero me adentro sin dudar. El sonido del agua fluyendo me guía hasta el río. Me inclino para beber y el frescor del agua calma mi sed. Muevo la piel que cubre mi cabeza para poder lavar mi rostro y permitirme despertar completamente. Es cuando algo se mueve entre los árboles, una sombra fugaz que me eriza toda la piel.

Me incorporo con una daga en la mano derecha, tratando de localizar con mis pupilas cualquier otro indicio de movimiento. Cuando creo visualizar algo al otro lado del río, lanzo la daga con tal precisión que creo escuchar un sonido que me indica que he acertado. Cuando trato de acercarme, una mano fuerte se cierra sobre mi brazo.

—No te alejes —la voz de Even es más grave, seguramente porque acaba de despertar.

Lo miro y asiento sin musitar otra palabra. No tiene caso llevarle la contraria desde tan temprano.

Cuando el sol empieza a asomarse, Denrek organiza todo para movilizarnos. Los transportes que tienen son de cuatro ruedas los utilizan para transportar a los más ancianos y algunos infantes, mientras los encargados de hacer perímetro se suben a los transportes que parecen caballos con dos ruedas. El resto, como yo, tenemos que seguir a pie solo tomando pequeñas pausas.

Transportar a casi un centenar de personas entre los peligros del bosque era un plan muy arriesgado, es por eso que la ruta que trazó fue entre colinas y campos despejados. Algo muy visible para nuestro estilo de migración. Pero, nos permitiría ver si algún peligro inminente se intenta acercar a lo lejos.

Para la tercera noche, mientras termino de ajustar el cuero que cubren mis pies, Marco y Dave se acercan. Me saludan con una tenue sonrisa.

—¿Algún día nos darán más detalles de la famosa torre blanca? —quise saber observando el espacio vacío de la daga que perdí hace un par de días, cuando creí haberle dado a algo.

Aunque intenté observar a los extraños, ninguno parecía tener una herida causada por mi arma. Y ahora, no solo ignoraba aquello que me había estado acechando, sino que tenía una daga menos.

—¿Qué te gustaría saber? —Marco se acomoda a mi derecha y Dave a su lado.

—No lo sé —realmente estoy bien con cualquier dato que me brinden —. Lo esencial.

—Qué específico —debate Dave con su tono serio, lo que me hace sonreír mientras me encojo de hombros.

—Realmente es un lugar increíble —hace un gesto para señalar a su amigo —. Nacimos dentro, y no fue hasta los dieciséis que conocimos el exterior, durante nuestros entrenamientos de preparación.

—Existen varias bases de entrenamiento: exploradores, ardidares, guardianes y recolectores. Todos los jóvenes tenemos la obligación de entregar siete años de servicio después de habernos graduado —la explicación de Dave es muy precisa. ¿siete años obligatorios?

—¿Cuántos años llevan?

—Dos años

No sé en qué momento mi mirada viaja al hombre concentrado en trazar la próxima ruta, sus manos trazan líneas invisibles sobre un trozo de papel con tinta mientras habla con Allek Grey, Even y algunos otros más. No puedo evitar seguir cada movimiento, como emana confianza con su postura. Su cabello oscuro cae con precisión sobre su frente y se toma todo el tiempo que quiera para acomodarlo hacia atrás.

Su piel clara contrasta con la oscuridad del bosque, su mandíbula es fuerte, casi afilada mostrando un semblante rígido. Sus cejas, gruesas y bien definidas, se arquean levemente mientras discute. Todo en él transmite poder.

—¿Cuántos años lleva su comandante? —Siento la garganta seca. Aunque parece completamente ajeno a mi presencia, decido que es mejor dejar de observar.

—Casi siete, o eso creo —Marco se encoge de hombros —. Dentro de la muralla, fue el más hábil de su escuadrón.




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