«Todos buscamos a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros»
— Fiedrich Nietzsche.
🥀🥀🥀
El ambiente está cargado de un denso y húmedo aire que apresa mi pecho. El fuego distante ofrece consuelo para las sombras que parecen rodearlo todo. Es un resplandor tenue, como si fuera a apagarse en cualquier momento. La oscuridad y el silencio están a punto de devorarme, como si al mismo tiempo haya dejado de existir.
Algo se mueve. Un destello fugaz de luz que atraviesa toda la rocosa cueva. Se acerca a mí, iluminando todo a su paso. Es tan cegadora, tan brillante que es lo único que puedo ver. Absorbe la oscuridad y trae consigo un grito desgarrador, lleno de dolor que atraviesa el aire como una daga afilada. Mi piel se eriza, no puedo moverme, ni siquiera puedo cubrir mis oídos. El sonido continúa hasta inundar lo más profundo de mi alma, sin que pueda moverme para hacer algo.
La luz se desvanece tan rápido como llegó, dejándome sola en medio de la oscuridad. Mi frenético corazón late sin ningún control. El grito todavía retumba en mi cabeza. Ha sido un sueño, o quizás un recuerdo lejano. No lo sé. Pero, de alguna manera, se ha sentido diferente, más...real.
Permanezco en silencio, envuelta en mi manto con manchas, esperando a que esa horrible sensación desaparezca. Deseando calmar mis latidos y de ser posible, descifrar ese vago recuerdo de mi infancia olvidada.
Algunos hombres del escuadrón seis son los primeros en despertarse por órdenes de Jared Collins, el segundo al mando. No hay rastros de Denrek, ni siquiera cuando nos preparamos para avanzar. Observo el transporte en el que he viajado los últimos días. La pierna me duele un poco menos, incluso puedo decir que ya cicatrizó. El brazo, por otra parte, aunque ha perdido ese color violeta, todavía se siente un agudo ardor.
Even hace un gesto para ayudarme a subir al transporte, pero me niego a seguir viajando de esa manera, no cuando los enfermos son la prioridad, como Malani. Aunque no los obligan a caminar, un espacio menos les dará más comodidad.
—Será mejor seguir caminando. —Estiro un poco la pierna—. No está tan mal y necesito fortalecerla.
Even no tarda en lanzarme una preocupada mirada con el ceño fundido.
—¿No quieres esperar un poco más? —Niego—. Podría buscar un caballo si ya no quieres ir en ese vehículo. Solo, no quiero que te hagas daño.
Sonrío. Even es capaz de ofrecerse a llevarme en su espalda.
—Caminar un poco no me va a matar. Solo necesito moverme.
La verdosa mirada de Even, tan cargada de preocupaciones ajenas e inseguridad, me forma un nudo en la garganta. Pero, no pienso ceder. Lo mejor es estar en movimiento para sanar más rápido. Even, cruzado de brazos, se da cuenta de mi determinación.
—No estoy seguro de esto, pero adelante. Caminaré a tu lado.
Cuando empezamos a movilizarnos, el dolor no es tan intenso como el día anterior, y eso solo me recuerda un cálido tacto que casi me hizo llorar. Una leve caricia que alteró cada sentido, cada pensamiento. Pensé que no podría volver a dormir, pero ese insólito recuerdo me consumió por completo. Y, por ahora, no hemos vuelto a coincidir. Tampoco sé si será lo más sensato, no sin antes aclarar mi mente.
—¿Estás bien? Tienes el rostro colorado, te dije que era mejor no apresurarnos. —Acerca su mano a mi frente—. Parece que no subió la temperatura.
Me muerdo la lengua. Trato de alejar esa caótica sensación. No es momento para recordar sus palabras como susurros en medio de la oscuridad mientras esos hipnotizantes ojos de océano me examinan desde abajo. No, maldición. Es mejor pensar en algo más.
—No te preocupes, estoy bien.
—De acuerdo, pero avanza a tu ritmo.
Poco después nos detenemos por un momento, el ruido de los árboles moviéndose con el viento es todo lo que necesito para tranquilizarme y poder avanzar. Even mira al horizonte y luego continúa avanzando a mi lado.
—Quería decirte, sé que suelo ser un hermano tediosamente protector, y quería disculparme—su voz es calmada, pero reconozco el nudo que parece atravesar su garganta. Lo veo a los ojos—. Confiaré más en ti...no podría soportar perderte. Y no me refiero solo a causa de heridas. Eres mi hermana y si ser cazadora es lo que te hace feliz, carajo, es momento de aceptarlo.
Esas palabras me golpean el corazón, una gran parte de mí se siente reconfortada por finalmente escuchar esas palabras. Even tiene el poder de sanar con sus palabras, y esto lo demuestra por completo.
—Estamos juntos en esto. —Le sonrío a pesar de todo. Sé lo difícil que es para él dejarme desprotegida ante los peligros del mundo. Pero, es algo que no depende solo de él.
Sus palabras son suficiente para darme más confianza y no depender siempre de sus decisiones.
—Recuerdo que, cuando éramos niños, te insistí en acompañarte en busca de leños para el fuego—empiezo a recordar ese momento que nos dejó marcados a ambos. Él asiente.
—Lo recuerdo muy bien, un errante apareció de la nada y me dejó esta marca. —Me muestra la cicatriz en su brazo derecho, que empieza desde el codo hasta el hombro.
—Luchaste como un león para protegernos. Me dijiste que subiera al árbol para ponerme a salvo. —Vuelve a asentir—. Desde arriba te vi combatir con gran valor, pero el errante te hirió el brazo y se acercaba para matarte. Esa fue la primera vez que te desobedecí y me lancé hacia la bestia con el único objetivo de no permitir que te hiciera daño.
Todavía recuerdo su rostro cargado de pánico al verme sobre la bestia.
—Fuiste muy valiente, y por suerte mi padre llegó para salvarnos de la situación. —Su mirada encuentra la mía, repitiendo ese temor por mi bienestar—. Siempre has tenido la habilidad para sobrevivir.
La conversación se suaviza, permitiéndome recordar cada detalle de aquel momento en que observé con asombro como el padre de Even acabó con el errante. Un acto brutal que lo hizo con la determinación de un cazador, la fuerza de un líder y la protección de un padre.
#656 en Fantasía
#427 en Personajes sobrenaturales
vampiros bruja y licantropos, misterio y suspenso, dolor y amor
Editado: 20.08.2025