Destello Nocturno

Capítulo XVI: Oscuras revelaciones

«Una vez que un objeto ha sido incorporado a una pintura, acepta un nuevo destino»

-Georges Braque.

🥀🥀🥀

La lluvia desciende con intrepidez queriendo envolvernos a todos en medio del caos. La tormenta se empieza a formar poco a poco, como una bestia dormida que apenas comienza a despertar. El cielo palpita con destellos lejanos y el aire transporta un olor terroso cubierto por verdades a medio desenterrar. Mi segunda piel mantiene el calor en mi cuerpo y me permite ocultar las manos cerradas en puños. Hay voces, demasiadas para mi propia tormenta, y todas llevan su nombre.

Denrek. El comandante, o, mejor dicho, el intruso que estuve buscando todo este tiempo.

No sé qué hacer, el aire se ha vuelto tan espeso como si la verdad tuviera un desastroso peso que arrastra con todos nosotros, algo invisible pero tangible. Todos hablan a la vez, incapaces de creer lo que se ha convertido en una insólita verdad. Paul lidera la carga, se ha encargado de aprisionarlo entre unas construcciones abandonadas y junto a los mismos tres hombres que creí que cometía una locura, se encargan de la situación.

Los demás, pertenecientes al escuadrón seis, rodean la estructura como buitres, esperando una confesión, o quizás solo un respiro equivocado de algo que justifique el temor que empieza a surgir entre todos nosotros. Pero no hay nada, entre el caos del anochecer solo resuenan sus gemidos de dolor, un sonido tan insoportable que ha empezado a tensar toda mi piel.

No ha dicho ninguna palabra y eso es peor que cualquier otra cosa.

Me giro, con el corazón tropezando en cada paso, mientras advierto a cada partícula de mi cuerpo que no se deje llevar por esos impulsos. Me enfoco en buscar a Allek entre los tensos rostros y murmullos envenenados. Se pasea de un lado a otro soltando protestas en lo bajo, agarrando su corto cabello con gran desesperación. Tiene la mirada clavada en el suelo, pero de vez en cuando alza los ojos hacia el lugar donde tienen aprisionado a Denrek, como si aún esperara a que todo fuera un error, una maldita ilusión.

Me acerco despacio, no lo conozco demasiado, pero verlo con esa expresión de tristeza es muy devastador. Con sus ojos parece estar suplicando a sus dioses por una respuesta, algo que le pueda aliviar ese dolor.

—Allek...—lo llamo en voz baja, él me mira y por un segundo creo ver mi propio reflejo desconcertado. La única diferencia es que él es más puro, más crudo. Él ha admirado a Denrek desde hace tiempo, como me lo hizo saber hace un par de horas. Lo ha seguido ciegamente, como muchos empezamos a seguirlo.

—No puede ser él—su voz está rota, parece hacer un esfuerzo por contener el llanto—. No...Él nos salvó tantas veces. Me enseñó a ser un mejor explorador, me guío cuando estuve a punto de rendirme, cuando estuve a punto de morir en manos de esas bestias. ¿Cómo puede ser un monstruo alguien que ha hecho todo eso?

No sé qué responderle. También estoy tratando de procesar todo esto.

—A veces...—ni siquiera sé lo que estoy por decir, pero sus ojos a punto de llorar me dan fuerzas para tratar de hacerlo sentir mejor—. A veces las verdades no anulan lo que hemos vivido, lo que hemos sentido...

Allek niega con la cabeza y aprieta los labios reteniendo un sollozo.

—Nos mintió todo este tiempo, ¿qué ha sido real para él?

Sus ojos marrones están a punto de soltar más lágrimas, pero también están absortos por el dolor, por la aguda herida de la traición.

—No lo sé...

Él baja la mirada otra vez, pero no dice nada más. Solo asiente, aceptando el hecho de que hay cosas que simplemente no podemos comprender. La tormenta ruge a lo lejos, con un sonido seco que transporta el aire más denso que he percibido. Desde donde estamos las voces acaloradas de la discusión empiezan a ser más notorias. Paul es el más ruidoso, está a punto de perder la paciencia y eso solo significa que la situación se está deslizando fuera de nuestro control.

Ha salido del lugar en donde lo tienen, con las mejillas encendidas mientras limpia sus manos con un trapo sucio. Se detiene por un momento y escupe en el suelo con desprecio, luego, lanza una mirada rápida al resto de nosotros.

—No dice nada—anuncia con desdén—. No va a decir nada.

Los murmullos continúan, como si con esa declaración hubiera alterado el caos. Todos proceden a formar un círculo alrededor del hombre para saber más de la situación, los devastados ojos de aquellos hombres que le eran fieles, ahora están cargados de furia. Dos hombres más salen del lugar en donde lo han retenido por horas, trago saliva, entonces me muevo.

Me acerco sin hacer ruido, como si el mismo viento me estuviera empujando desde atrás. El espacio está casi oscuro, con apenas una antorcha colgando y el fuego amenaza con apagarse en cualquier momento. Lo primero que percibo es un olor a óxido y humedad. Y, en la parte más oscura lo encuentro. Sentado, con la espalda apoyada contra el muro, las manos atadas hacia arriba con cadenas metálicas. Aún con la sangre escurriendo por su nariz, eleva la comisura de sus labios. Como si las heridas no lo afectan, o simplemente no le importa.

No mueve un solo músculo, pero sus ojos me atrapan enseguida, como siempre lo han hecho. Tan intensos que duele mirarlos. Un azul como el hielo que se forma en las madrugadas más crueles. Un azul como el mar en su más extensa profundidad. Un azul como una mentira revelada sin piedad.

Su rostro sigue cubierto por sus propios cabellos, pero ese brillo descomunal de sus ojos atraviesa cualquier barrera. Me acerco todavía más, sin hacer ruido, como si cada paso quitara capas de intriga. Continúo avanzando hacia él como si estuviera cruzando una línea invisible que separa la lógica del instinto. Es un deseo mucho más profundo...algo que no puedo explicar con palabras.




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