Destello Nocturno

Capítulo XXVI

«Toma decisiones que prioricen tu paz interna »  

— Izey V. Odiase.
 


 

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Julietta.

Algo aprisionaba mi pecho, pronto sentí los pulmones contraídos y la garganta seca. El caos en mi interior solo estaba comenzando y sentí que no podría mantenerme por mucho tiempo.

—¿Puede verlo? Ejerce un extraño poder sobre mí—musitó rompiendo el silencio de la madrugada—. Debo admitir que me hace parecer más vulnerable de lo deseado y no es sencillo de admitir.

Continuaba observando el lugar donde antes había una cicatriz. Lo enfrenté con la mirada, dada la cercanía no era un problema.

—¿Cómo es posible?

Nunca había sido capaz de curar a las personas, de serlo hubiese sido de utilidad en muchas ocasiones. Pero aseguraba que no era parte de mis cualidades sanar de manera tan inmediata.

—Otra cosa que podrá consultar con la bruja.

Era inevitable fijarme en la pronunciación de cada palabra, sentía mi propio corazón estar por salirse y mi cabeza a punto de explotar. Interpuse una prudente distancia que no había sido capaz desde que este enfrentamiento empezó.

—No es precisamente certero hablar de algo que no me termino de enterar.

—Entonces no sabe la razón—concluí de entre sus palabras.

Permitió que esperara una respuesta viéndolo a los ojos, hasta que apartó la mirada y acomodó los vendajes.

—Podría decirse.

Detestaba eso, que estuviera ocultando algo y no quisiera decírmelo. Lo vi observar los alrededores, antes de detenerse en algún punto.

—Debemos proseguir.

—Espere—ya había avanzado un poco cuando obedeció mis palabras y volteó—. Han salvado nuestras vidas, seguramente hemos perjudicado sus propósitos mientras no han atendido. No podemos irnos solo así.

Sería muy cruel dejar a esas personas sin una explicación.

—¿Acaso ha cambiado de opinión? —indagó—. De serlo, es una buena oportunidad para que la dirijan a la torre.

—No es a lo que me refiero—aclaré—. Solo quiero despedirme, no sé hasta cuándo volveré a encontrarme con otras personas, o si las cosas resulten bien.

—Poco debe preocuparse por eso, el camino es peligroso, pero soy capaz de darnos protección.

—La situación con su tío indicó lo contrario.

Pareció molesto ante la mención.

—Un imprevisto que no volverá a suceder.

—Y cuento con eso, pero una vez encontremos aquella bruja y obtengamos lo que buscamos, no habrá razones para continuar en el mismo sendero—dejé en claro lo que sucedería—. No tengo nada más que perder, pero tampoco me agrada la idea de continuar vagando y sobreviviendo con la escasa esperanza de encontrar a más personas antes de perder la vida de camino.

—Si realmente son de la torre, insistirán en llevarnos con ellos—agregó—. Y no sé si lo recuerdas, pero, aunque ellos no me hayan reconocido, dentro sí que habrán personas que lo hagan. Si no es que aquellos malditos ya han regresado para alertar a todos de lo que ha sucedido.

—Podemos simplemente rechazar ir con ellos—propuse—. Tampoco nos pueden obligar.

—Puede que no, pero podría levantar sospechas—se acercó un poco—. Dos personas que enfrentaron la muerte no quieren ir al lugar más seguro de la raza humana.

Era frustrante, pero no se equivocaba. De alguna manera, solo quería agradecerles, no quería simplemente dejarlos de tal manera.

La luminosidad del sol nos permitió ver mejor lo alrededores a medida que nos alejábamos de aquellas personas en completo silencio, pero el nudo en la garganta era inevitable.

Habían dedicado su tiempo y cuidados a un par de extraños que los dejaron sin explicaciones. Por el momento solo debía continuar con el objetivo en mente y conseguir las deseosas respuestas.

Después podría decidirme a ir a la torre para iniciar de nuevo, encontrar a esas personas y agradecerles como era debido.

—Si lo desea, podría acercarla a la torre antes de separar nuestros caminos.

No pude evitar insinuar una sonrisa al escuchar tales palabras, nunca las habría esperado de alguien como Denrek. Un ser lleno de misterios, acciones imperdonables y propósitos inexactos.

—Es una propuesta muy bondadosa.

—¿Acaso no lo sabe? Soy alguien demasiado caritativo ajeno a las apariencias.

Era algo que no podría confirmar ni negar. No llevábamos suficiente tiempo para poder decir que lo conocía. Pero sí podía confiar en sus palabras como lo había hecho en algunas ocasiones.

—Tenemos tiempo, así podré averiguarlo. 
 

🥀🥀🥀


Edgar Von Humboldt.

El grisáceo cielo era dispersado por los primeros rayos del ardiente sol, observé la majestuosidad de la naturaleza. La brisa de viento revoloteó mi cabello y un suspiro se escapó de la profundidad de mi pecho.

Llegué hasta el balcón de la torre más alta, el agotamiento absorbía mis energías de una manera demasiado evidente, pero solo podía permitirme soportar un poco más para acabar con el inmenso desastre.

Observé los rastros del líquido púrpura entre mis prendas, un poco de sangre rojiza también era evidente. Enfrentarme a esas repulsivas criaturas fue un imprevisto que no volvería a permitir. Después de todo me hizo perderle el rastro. Sin embargo, aún contaba con un detalle que podría cambiar el rumbo de las cosas.

—Creí que nunca regresarías—el comentario de Allek me hizo divisar mejor el entorno.

El humano permanecía recostado sobre uno de los muebles de telas empolvadas, sobre su pecho descansaba un encuadernado que no dudé en arrebatar.

—¿Cómo lo has conseguido? —interrogué.

—Llevo tiempo en este lugar, soy curioso por naturaleza—se justificó.

Hice a un lado el cuadro y deposité el libro en su espacio, busqué entre mis pertenencias el más reciente, pero no hubo ningún rastro.




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