Destello Nocturno

Capítulo XXIX

«Hay reencuentros que te hacen replantearte tu vida» — Desconocido.
 


 

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Marco.

Los años de experiencia eran reflejados en cada acción por parte de la comandante Sullen, me había enfocado en obedecer cada orden y no intentar nada. Aunque lo hiciese, sería en vano. Solo sería una tonta excusa para calmar el dolor buscando falsas esperanzas, y debía poner un límite en todo eso.

—¡No hay nada por aquí! —anunció el encargado de armar el perímetro.

—Perfecto—musitó el faraute observando la pequeña esdrújula que colgaba junto a la cadena plateada—. Aún nos queda recorrido, pero podemos descansar esta noche.

Observé con curiosidad el lugar a donde había dirigido la mirada, entonces nuestra líder da ordenes de formar la acampada y asignó a los primeros vigilantes nocturnos.

—Arturo, comunícate con los recolectores.

El hombre era un par de años menor que ella, era usual que los farautes fueran jóvenes capacitados para utilizar el comunicador que nos vinculaba a la torre. Había permanecido cerca de la comandante desde los inicios del recorrido, en parte suponía que era para mantener un ojo sobre mí. Eso me permitía estar al tanto de lo que sucedía en cada momento.

—Comandante Sullen, informan que no han encontrado rastros de peligro, pero aún no encuentran a las personas que han salvado.

El detalle capturó mi atención. Supuse que no lo habían comunicado con la torre blanca o todos estaríamos enterados. Había una pequeña luz de esperanza que había querido resguardar.

—¿Han encontrado personas? —indagué.

El hombre que me ganaba en edad volteó hacia la comandante, quién le otorgó aprobación para hablar.

—Un buen grupo de licántropos atacaban a dos personas, los recolectores han logrado intervenir—explicó—. Pero al parecer, desaparecieron unos días después sin dejar rastros.

Una corazonada me estremeció, ¿Cómo era posible que desaparecieran así? Si realmente eran humanos, lo más razonable sería permanecer con los recolectores que les proporcionarían seguridad.

Mordí mi lengua. La última corazonada que había tenido y compartí con alguien hizo que las cosas tomaran rumbos desastrosos. Puede que no hayamos sido tan discretos a lo que creímos, aunque Julietta y el comandante Miller desenmascararon a Gale, hubiera sido mejor preparar todo para hacerlo prisionero y entregarlo a la torre. Puede que así muchas cosas se hubieran evitado, entre ellas, que escapara y planeara esa emboscada mientras estábamos divididos.

No podía dejar de culparme. Debí haber sido más inteligente, haberlo previsto y muchos seguirían con vida.

—¿Te encuentras bien? —la voz de la comandante me hizo voltear—. No has comentado nada, ¿tienes algo que quieras compartir?

Negué. Las cosas serían mejor de esa manera, no volver a darle tantas vueltas a las cosas y solo dejarme llevar por lo que debía hacer en ese nuevo escuadrón.

—Bien, ve a descansar un poco—me señaló la acampada y solo me limité a obedecer.

Las cosas no serían tan complicadas de al menor poder dormir tranquilamente. Intenté posicionarme de lado, pero solo conseguí imaginarme su ancha espalda descansando como en otras ocasiones, su cabello azabache despeinado y las marcas de tinta apenas visible en su incipiente cuello.

Intenté acercar mi mano, pero su recuerdo se desvaneció dejando un insoportable vacío.

Volteé hasta quedar boca arriba y cerré los ojos con fuerza.

"Marco" el eco de su voz era suave. Podía sentir la leve caricia en mi cabeza, me hacía sentir tan a gusto, menos miserable.

También se desvaneció.

Un estrépito me hizo abrir los ojos y encontrarme con la comandante Sullen en la entrada de la carpa sosteniendo un arma e indicándome de guardar silencio.

Me incorporé despacio y la observé desorientado mientras el resto también se incorporaba con arma en manos.

Ella me señaló un lugar y pronto logré visualizar la silueta de un licántropo vagando por los alrededores.

Sentí pánico, no quería que todo volviera a suceder. Estaría maldito si fuera todo una repetición. La comandante seguía dando órdenes de despertar en silencio a los demás, quizás de esa manera podríamos sobrevivir a esas bestias.

No podía despegar la mirada de aquella silueta, divagando por los alrededores. Me estremecí cuando comenzó a acercarse en mi dirección, por suerte la comandante disparó hiriendo una de sus extremidades.

El chillido que soltó fue escandaloso, después de unos minutos de silencio, el infierno se desató.

Las bestias empezaron a aparecer de entre la oscuridad y atacar de una manera tan sanguinaria. Demasiadas similitudes al pasado me impidió moverme por un tiempo.

—¡Disparen! —ordenó nuestra líder a todo pulmón.

Me esforcé a impedir que el temor me paralizara como en aquella ocasión. No podía permitir que su esfuerzo hubiera sido en vano.

El caos aumentaba, las criaturas parecían infinitas como en aquella ocasión.

—¡Arturo, comunica a la torre! —el faraute no dudó en seguir las indicaciones—. ¡Cúbranlo!

El irritante sonido del aparato no tardó en hacer eco entre el caos para que la seña indicara a algún ardidar de lo que estaba sucediendo. No pasó demasiado para que pudiera comentar de la situación antes de que todo empiece a empeorar. Envió la ubicación en caso de poder enviar algún refuerzo o para ser capaces de encontrar nuestros cuerpos.

—¡Comandante!

Volteé de inmediato para ver como la comandante había sido atrapada entre los caninos de unas criaturas arrastrándole lejos de la acampada. Me visualicé a mí mismo siendo arrastrado en aquel momento y tomé lo que poseía de valentía para perseguirla ignorando lo que pudiera sucederme.

Me adentré a la boca del lobo, a la misma oscuridad. Por un momento la perdí de vista, hasta que el destello de los disparos me dirigieron a donde intentaba liberarse de la muerte. Disparé a la criatura que la apresaba del hombro, logré que la soltará y corrí hacia ella.




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