Destello Nocturno

Capítulo XXXI

«Lo normal es una ilusión. Lo que es normal para la araña, es el caos para la mosca» — Charles Addams.
 

 

🥀🥀🥀
 


Julietta.

Siempre estuve consciente de que ignoraba demasiadas cosas respecto a este mundo. Ignoraba mi pasado y eso era tan solo una parte del inmenso caos en mi interior. Jamás habría esperado un detalle como ese, las palabras de Corolla aún resonaban como eco en mi cabeza.

Sentí una inmensa abrumación, quizás un toque de ansiedad que empezaba a desatarse como una caótica llama.

El silencio siempre formó parte de mí, era de las razones por las que traté de procesar cada palabra antes de abrir la boca, antes de saber qué formular al respecto. En algún punto, pareció como si hubiese perdido esa capacidad.

—¿Qué diablos es una somdella? —la interrogante había salido de los labios de Denrek con una brutalidad que nos sorprendió a ambas, puede que más a Corolla, quién volteó en su dirección casi de inmediato.

—Nunca escuché un término semejante—añadió.

Hasta en ese momento había olvidado la presencia de ese hombre, pero agradecía que hubiese estado atento a ese detalle que también ignoraba.

—Puede que se deba a que Adelaide es la única en su especie—respondió—. Escuchen, los insondú nunca habían otorgado tanto poder, principalmente a un humano, de alguna manera crearon a su propia dea cuyas capacidades son desconocidas—volteó a verme—. Al menos que aprendas a utilizarlas.

—¿Insondú? —musité sintiéndome cada vez más ignorante.

—Lo lamento, por momentos olvido que has sido criada entre humanos—agregó y le dio un sorbo a la bebida que preparó para sí misma—. Los insondú son seres extraordinarios, la luz yace entre sus capacidades. Seguramente has experimentado su cercanía a través de las luciérnagas.

Asentí. Solo hasta en ese momento comprendí su enigmática presencia por las noches.

—Eso explica algunas cosas—musitó Denrek.

Volteé hacia él.

—¿A qué se refiere? —quise saber.

Acomodó su postura contra la pared.

—Durante algunas noches, mientras descansa, esos destellos la rodean como si fuese un manto.

Me sorprendí ante el detalle que había ignorado. Sentí un nudo en la garganta. No entendía las razones por las que nunca me comentó algo al respecto.

—Tal parece que la reconocen como su dea—volteó hacia mí, había cierta fascinación en su mirada—. ¿Recuerdas la primera vez que aparecieron ante ti?

No supe que responder, siempre había tenido en mente a esas criaturas. Especialmente cuando la mujer lo mencionaba entre mis escasos recuerdos.

"Las luciérnagas te cuidarán, no tengas miedo"

Era algo que siempre formó parte de mis pensamientos. Entonces lo recordé, el primer encuentro que tuve con esos destellos. Fue como si hubiese abierto una puerta que había mantenido cerrada durante tanto tiempo.

—Me encontraba en el bosque, sin recordar nada y sin saber qué hacer. Los vi aparecer y sentí una inexplicable tranquilidad, me mostraron un camino. Poco después me encontré con las personas que se encargaron de mí, los nómadas—podía recordar con claridad aquel momento, agregué: —. Era tan solo una infante cuando sucedió.

Era de las pocas cosas que recordaba sin ningún alcance temeroso o incompleto. Era a partir de ese momento en donde mis recuerdos prevalecían sin ningún fragmento faltante.

—Magnifico—musitó la mujer—. No me sorprende que hayan estado contigo desde tu nacimiento, seguramente percibieron tu esencia desde que permaneciste en el vientre.

La escuchaba atentamente, pero habían cosas que seguía sin comprender.

—Solo las percibí en aquel momento, y hasta hace algunos meses volví a saber de esos destellos.

También podía recordarlo, el momento en que una se posó sobre aquel árbol. Cerca de donde posiblemente yacían los cuerpos de aquel escuadrón. También el momento en que me convencí de quedarme y ayudar a Denrek.

—El que no los vieras no significa que no hayan estado a tu lado en todo momento.

No supe que decir, era demasiado posible que fuera de esa manera. Eso quería decir que siempre estuvieron entre las sombras, en mi cercanía y no supe verlos hasta mucho después.

Pensé en el otro detalle que no terminaba de entender.

—La reencarnación—mencioné—. ¿Qué hay con eso?

Denrek carraspeó.

—Me suena a artimaña—musitó—. Reencarnar significa volver a ser, pero ella ni siquiera era consciente.

Concordé con cosas que mencionó. No podía ser alguien más sin saberlo. Quizás se debía a mis ausentes recuerdos, quizás esas eran las respuestas que había estado buscando.

—No es como funciona, aunque siempre ha existido la capacidad de reincarnation, Adelaide nunca llegó a comprender por completo la clave para poder hacer de su alma un ser inmortal a voluntad—su mirada era demasiado difícil de descifrar, mucho más al verme con tal intensidad—. No eres realmente Adelaide en estos momentos, más bien, su esencia como la única somdella permanece en tu interior y es lo que el Suus está buscando; hacerla volver en su totalidad.

Por un momento creí haber perdido la capacidad de respirar. Nunca esperé estar implicada en algo así. Podía recordar aquella insistencia durante la invasión en mis sueños. Pensar en que podría cumplir sus propósitos me hacia debatir en lo que me sucedería.

Era realmente aterrador.

—Si lograse conseguirlo, traer de vuelta a Adelaide en su totalidad, ¿qué sucederá conmigo?

El porvenir era todo un enigma, debía asegurar ciertas cosas. Intentar tomar el mejor camino de lo que me podría estar esperando.

Corolla tomó una pequeña flor que resurgió de entre las paredes, se acercó lo suficiente como para poder detallarla con la vista. Tenía una tonalidad blanca con pigmentos rosados como una salpicadura que provenían desde el centro. La extendió sobre la palma de su mano, estaba levemente curvada.




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