«No importa lo rápido que viaje la luz, siempre se encuentra con que la oscuridad ha llegado antes y la está esperando»— Sir Terry Pratchett.
🥀🥀🥀
El bosque de la Desolación huele a tierra húmeda, a savia cortada y a algo más...algo antiguo y oculto, como un aliento de una criatura que lleva siglos durmiendo. El aire es espeso, cada vez que inhalo, siendo esa vibración dentro de mí. Es como si tuviera una segunda respiración, pero más densa y profunda. No es solo energía, es un poder oscuro y ardiente. Lo siento latiendo detrás de mis costillas, enroscándose como una serpiente a punto de despertar.
—Canalízalo, Julietta—la voz de Eris toma lugar en mi cabeza y me obligo a concentrarme—. Dale forma, domínalo.
Es un poco complicado, puedo escuchar al resto de brujas practicando no muy lejos, murmuran en un idioma que no entiendo por completo, pero sus voces también me rodean como un círculo e ecos antiguos. Tengo los ojos cerrados, pero puedo visualizar una esfera. Intento contenerlo todo ahí, pero el poder se sacude, se resiste. Es salvaje y autodestructivo. No quiere obedecer, al menos no a mí. Es como intentar contener fuego en una copa de cristal.
De nuevo los sonidos del bosque comienzan a elevarse, a intensificarse. El crujido de las ramas, el canto lejano de un cuervo, el murmullo de las hojas. Todo es más fuerte, más claro, menos yo. Mi piel se eriza y mi respiración empieza a ser agitada. Y entonces...otra vez. Ese calor empieza a trepar por mi garganta y la sangre tibia me brota por la nariz.
Maldición.
Me limpio rápido, con el dorso de la mano, mientras intento no parecer débil. Pero la mirada de Eris es más constante.
—Detente—su voz corta el aire como una cuchilla—. Estás consumiendo demasiada energía. Tu cuerpo necesita descansar, Julietta. Aunque la dea Adelaide creyó que eras un recipiente sin fondo, no lo eres. Si sigues así...podrías quemarte por dentro. O despertarla.
Mi pecho se contrae. ¿Despertarla? No, es lo último que necesito. No estoy lista para eso, y no sé si alguna vez lo estaré. Se supone que todo esto es para evitarlo.
Abro los ojos y me siento mareada...vacía. Necesito apoyarme con ambas manos para levantarme lentamente. El mundo gira por un segundo, luego, mi vista se fija en el suelo donde estaba sentada. El césped no solo está marchito, está negro. Ceniza. Y una gran franja sobre la tierra resplandece, como una fractura. Y, entre la tierra húmeda y ese poder que aún se siente en el aire.
Luego, puedo sentir como mis fuerzas están ausentes. Me duele todo, incluso el alma. Y mientras me alejo del claro, noto cómo el aire a mi alrededor vibra ligeramente. Es por ese poder, eso que sigue creciendo dentro de mí. Es como una raíz enredándose con mis huesos, buscando espacio, buscando romperse o florecer.
No presto demasiada atención a mi alrededor cuando camino junto a un par de brujas más jóvenes, muchachas de mi edad, o quizás un poco menos. Todas distingas, hablan en voz baja, con un deje de admiración y recelo. Una de ellas me sonríe cuando nuestros pasos coinciden.
—Vamos al río—dice con otra sonrisa—. El agua ayudará a calmar el flujo. Lo notarás.
Asiento, sin hablar mucho. No estoy de humor para socializar, pero necesito ese baño como si fuera una plegaria. Así que camino detrás de ellas, tratando de resistir un poco más, tratando de contener ese fuego interior. Ese poder continúa aferrándose con fuerza, continúa intentando consumirse. No es solo una vibración, es un desgarro suave y persistente. Como raíces invisibles que también se hunden en cada músculo y hueso, extrayendo algo que no puedo recuperar.
Y cuando llegamos al río, no espero. Me quito lo necesario y me lanzo al río antes que las demás. El agua me recibe como una criatura viva. Fría, brutal y pura. El impacto me corta la respiración y durante un instante, creo que el poder también se ha detenido. Como si se congelara, como si el agua lo hubiese atrapado. Me dejo ir, me sumerjo profundo hasta donde la luz del sol se vuelve tenue y las piedras son más suaves al tacto.
Los sonidos se transforman en zumbidos profundos, envolventes. Escucho mi corazón, escucho el crujido de los huesos al soltar la tensión. Y más allá...escucho el río, como susurros antiguos. Escucho las voces y cálidas risas de las demás brujas que ya están meditas en el río. Todo me rodea a invade. El agua no solo toca mi piel, se mete por los poros, por las grietas y por las heridas que no se ven.
Y por un momento, solo un momento, me dejo absorber.
Estoy completamente bajo el agua y no necesito respirar, no siento miedo. Pero también puedo sentirlo mucho más claro...ese poder, aún dentro. Solo que ahora ya no está furioso. Está quieto, observándome, esperando.
Allí me dejo ir, flotando entre los sedimentos y el silencio. Pero no estoy sola. En mi mente sigo viendo esos ojos. Azules como el cielo antes de romperse en tormenta, azules como una promesa que nunca se dijo en voz alta. Me atraviesan, incluso aquí, donde el agua debería protegerme de todo.
Denrek.
Lo recuerdo, la forma en que su mano grande y firme sostuvo mi rostro con una delicadeza que no encajaba con él. Con lo que se supone que somos. Recuerdo ese beso, no en labios, no con urgencia. Fue suave y cálido, dejando una huella invisible en mi frente. Haciéndome sentir un escalofrío eléctrico cargado de lo que no dijimos, de todo lo que fingimos no sentir. Y después de eso...se fue.
Se fue.
No me pidió que lo acompañara, y yo...tampoco tuve el valor de pedírselo.
Las emociones se empiezan a agolpar en el pecho, en la garganta, en el alma. Frustración, rabia. No solo hacia él, sino hacia mí. Porque lo días han pasado como oleadas que apenas puedo distinguir, pero su ausencia se ha vuelvo una sombra pegada a mis costillas. Y ahora, con este poder hambriento apretando cada rincón de mi ser, lo extraño como si fuera una parte de mí que se ha desgarrado.
#726 en Fantasía
#475 en Personajes sobrenaturales
vampiros bruja y licantropos, misterio y suspenso, dolor y amor
Editado: 20.08.2025