Desterrada

9. Ataque a la Manada

Mire la luz del sol entrar por la ventana, no sabia ni siquiera la hora.

Me gire y lo único que encontré fue una flor.

Me senté en la cama y la tome arrancando un pétalo, llevaba un día aquí y la noche no la pase tan mal, me levante  y busque mi blusa para no sentirme tan descubierta.

Sostuve mi cabello en una coleta y entre a la ducha.

— Solo falta la marca...

Claro que ella no desaparece.

— todo a su tiempo— fue lo único que dije, lo de anoche me dejo claro que sin duda era él mi alma gemela.

Salí del baño y al levantar la mirada me encontré con la princesita.

— ¿a caso no saben tocar la puerta en esta manada?— pregunte molesta.

— pensé que habías escapado

— quisiera...— dije sentándome en la cama, la ropa de cazadora seguía ahí y aunque no me agradaba la idea tenia que hacerlo.

— ¿acaso lo hicieron?—preguntó viendo la habitación

—¿hacer que?—pregunte haciéndome la ingenua.

— tú sabes...— reiría por la inocencia de la chica.

— la verdad que no tengo idea de que hablas.

— pfft no importa, cámbiate y bájate para desayunar.

— claro.

Ella salio cerrando la puerta detrás de ella, me cambie y me coloque la ropa de la los cazadores, tan pronto como me la puse camine hacia el espejo y vi mi reflejo.

— me veo tan patética— dije observando mi cuerpo— pero es cómodo—me estire y todo estaba bien.

Deje mi cabello suelto y me apresure a bajar al comedor.

Al llegar la única en la mesa era Taylor.

— ¿en donde están ellos?—pregunte sentándome delante de ella.— ¿acaso hoy no habrá esposas?

— Oliver te dio un voto de confianza y Adrián no tuvo más que aceptarlo.

— el... el desayuno luna— dijo una chica sirviendo las cosas en la mesa.

Me controle y no las moleste hasta que dejaron todo en la mesa, Taylor observaba cada uno de mis movimientos y eso solo me causaba más gracia.

— ¿sucede algo?— pregunte empezando a comer.

— ¿por qué eres desterrada? ¿De que manada vienes?

Sus preguntas eran directas y una de ellas se me dificultaba decirlas.

— No lo sé, no tengo ni la más mínima idea porque mi progenitora me dejo tirada en un bosque al lado de lobos salvajes y no en una manada en donde habría protección para mí. 

— Ni siquiera tuviste la oportunidad de escoger tu destino...— dijo con lástima.

— te equivocas— tome la tasa de café y le di un sorbo— desde que sé quien soy, yo escojo mi destino y ahora en mis manos esta el de demasiada gente.

— ¡señora!—antes de que Taylor pudiera contestar un chico entro a presura corriendo hasta Taylor.

— ¿pero que te a pasado?—preguntó ella asustada.

— están atacando la manada, son demasiados mi luna.

— ¿en donde esta el alfa?—pregunte continuando con mi desayuno.

— Salio desde temprano a casa de la artemisa y no a regresado.

Artemisa.... Maldito...

— señora ¿que haremos?— preguntó el hombre asustado.

— pelear— ella camino a la salida con el chico detrás de ella.

— ¿podrías traerme otra tasa de café?—pregunte a la chica que me observaba con miedo.

— claro señorita — dijo tomando mi tasa.

Mire hacia la puerta y al cerrar los ojos y poner atención escuche el crujir de las ramas, en verdad eran demasiados.

— aquí lo tiene.

— el café te queda delicioso— comente siguiendo tomando la deliciosa bebida.

— ¿acaso no piensa ayudar?— dijo la mayor de las empleadas entrando al comedor. 

— ¿que has dicho?—la chica que me sirvió el café retrocedió unos pasos asustada mientras la que hablo levanto la mirada.

— discúlpela señorita.— dijo la más joven apenada. 

— el café te a salvado la vida, largo— la chica se largo dejándome sola con la mujer mayor — respondiendo a tu pregunta. No soy nadie para defender esta manada, ni siquiera me importan.

Seguí con lo mio.

— El señor Oliver a vivido aquí desde pequeño...— levante la mirada observando a la mujer.

Ahora usaría a Oliver como un chantaje para usarme, vaya que era buena.

— ¿y tú? ¿desde hace cuanto vives aquí?.

— Desde que la madre del niño Oliver murió.

— ¿Quien eres?—pregunte dejando el café de lado y levantándome.

— nadie importante señorita, pero creo que seria bueno que ayudara a la Luna.

Tome la tasa y la tire a la pared sobresaltándola. 

— ¡el estúpido de tu alfa traerá a la artemisa...! y antes de que eso suceda yo misma me encargare de matar a su luna...

— se equivoca— la tranquilidad de la mujer estaba desapareciendo.— el alfa Adrián fue a pedir disculpas por el robo del libro Venandi, para que ella no viniese personalmente y la encontrara...

Era una de ellos, podría permanecer aquí y morir, ella podría estar mintiendo y yo cayendo en una trampa.

— salva a nuestra luna...

Cerré los ojos y aspire el aroma que se empezó a sentir, eran desterrados y eran demasiados como para ser el grupo que yo guiaba.

— la mataran— dije abriendo los ojos de golpe.

— usted no puede permitirlo, el niño Adrián moriría si eso pasara y con ello Oliver...

Adrián muerto, suena tan tentador pero deja de serlo cuando Oliver se ve involucrado.

— consígueme una daga— pedí— Adrián me quito mis armas.

— ¿y su loba?

Rodé los ojos y gruña.

— no te gustaría conocerla.

— ahora mismo señorita— dijo saliendo del comedor.

Sin duda existen muchos desterrados afuera, de distintas especies y todos son mis aliados, claro que siempre hay unos peores que otros, otros perversos que buscan más que la muerte, y no diré que soy buena por el contrario de ellos. Yo sé lo que soy y lo que hago pero soy mujer y saciar mis necesidades no es algo que buscase cuando no encontraba a Oliver.

— aquí lo tiene señorita— dijo poniendo armas en la mesa.




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