Desterrada

20. Livia y Laila

— ¡arriba!—grite a los muchachos.

Llevaba tres días aquí, celia puso a mí cargo a un grupo y Adrián estuvo de acuerdo, así no seria difícil para él.

—  ¡quien no apunte al círculo rojo haré que corra dos vueltas a la manada!— grite.

Pase por detrás de las lonas, las flechas estaban dando en el blanco.

Mire a un chico el cual miraba con miedo la lona.

Me detuve, todos habían disparado menos él.

— tienen una buena condición física — dije a todos— más son guardias y dar en el blanco siempre sera su deber, tienen músculos más parece— dije quedando cara a cara del que no disparo— que no tienen cerebro y agallas.

— disculpe...

levante mi rodilla y golpee su estomago para luego tirarlo al suelo.

— levántate y sigue. Los demás hagan un circulo, entrenaremos.

Mire al chico levantarse.

Me aparte recogiendo las flechas que habían dado en el blanco.

— ¿quien eres?— me detuve al escuchar a alguien, me gire y vi a una niña pequeña.

— ¿te importa?

— ¿no quieres decirme?

— ¿para que quieres saber quien soy?

— ¿no puedo saber quien eres?

Sonríe, me acuclille observando a la pequeña.

— Nivarna— dije.

— mucho gusto, Layla— dijo con una sonrisa.

— ¿que hace una niña tan linda aquí en un lugar peligroso?—pregunte tocando sus trencitas.

— acaba de llegar de casa de mi abuela y pensé que mi mamá estaría aquí— dijo viendo a todos lados.

— ¿y quien es tu madre?

— alfa Celia...

Ella era... Vaya coincidencia.

— me gustan tus ojos— dijo señalándolos — son como los míos— reí. — también los tiene mi amigo Stiven, y Ana.

— será mejor que vayas a tu casa, podrías perderte.

— claro que no, conozco muy bien esta manada.

— Layla, aún eres muy pequeña para andar sola— dije preocupada, ja, claro.

— tengo once— dijo frunciendo el ceño— ya no quiero que me digan pequeña.

Livia, mi loba, tiene el don de ser tan buena, mi loba sabia salvar a los buenos y por eso cuando detectaba peligro, mis sentidos se agudizaban.

— oh pero que niña tan grande.

— tus ojos...— dijo sorprendida.— ahora son más azules...

— ya pasara...— dije.

— ¿que...?

Saque la daga de mi bolsillo y la levante esquivando la punta de la flecha que venia hacia nosotras, fui rápida y tome el brazo de Layla protegiéndola en mis brazos.

— ¡ah!—grito ella asustada.

Layla, miro la flecha delante de nosotras, a centímetros de nuestros pies. Su respiración estaba agitada y miraba la flecha asustada.

— ¿estas bien?—pregunte.

— si...

Me aparte de ella y tome la flecha.

— matarme no es una opción— dije viendo al chico.

— Nivarna— me gire al escuchar a Adrián.

— ¡mamá!—grito Layla corriendo en dirección a su madre. 

Tire la flecha y camine hacia el tipo, este permaneció puesto de pie intentando sostenerme la mirada.

— casi matas a la futura luna— dije fuerte para que todos me escucharan.

— ¿¡que!?— dijo Celia asustada— ¿eso es verdad?—preguntó a su hija.

— Nivarna esquivo la flecha...

La mujer reviso a su hija y luego me vio, la mire esperando respuesta y ella asintió en aprobación.

Tome el cuello del chico con velocidad y luego lo lance hacia las lonas rompiéndolas. Tome la flecha del suelo nuevamente.

— No Nivarna...— cerré los ojos volviendo a tomar el control y no dejando que mi loba lo haga.

Corrí al tipo y antes de que se levantara puse mi pie sobre su pecho.

— ¿en verdad pensante que podías matarme?— susurre.

— eres una simple delta...

— cariño, soy más que eso, lastima que ya no lo sabrás, pero cuéntale a los amigos que hagas en el infierno, te visitare luego—dije levantando mi pie para que gritara, cuando lo hizo clave la flecha en su  boca.

Me aleje del tipo, su mirada quedo abierta mostrando miedo, que muerte tan horrible.

Camine alejándome del cuerpo, al estar delante de Celia ella me sonrió.

— gracias, nadie puede vivir después de casi matar a mi amiga.

— opino igual — dije para luego agacharme a la altura de la niña.— ¿estas bien?—pregunte nuevamente.

— gracias... ¿que hizo con el señor?

Mire hacia atrás.

— se fue de viaje permanentemente.

— ¿a donde?

— aún lugar donde hace mucho calor.

Me levante y mire a alfa celia.

— cada día me sorprende más, Nivarna. Si sigue igual de bien como lo hace ahora me agradaría que se quedara en mi manada, como una beta.

— gracias por el ofrecimiento— dije— pero le soy leal a alfa Adrián.

— como desee, pero piénselo, me retiro... Sigan con el entrenamiento.

Ella se fue tomando a la niña la cual se giraba a verme cada cierto tiempo.

— pensé que se odiarían, pero ahora parecen agradarse...— dijo Adrián.

—¿no lo ves?— dije esperando su respuesta.

— ¿el que?

— el como un monstruo se disfraza de ángel.

— Nivarna...

— cuatro días más y nos iremos, seguiré entrañándolos.

— alfa Celia te está tomando aprecio. — dijo Adrián cuando empece a alejarme de él, sonreí de lado.

— oh, me comparezco de ella...




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